Antigüedad, un salto muy atrevido. Esa invención se formalizó en una serie de grabados llamados Cárceles de Invención o Cárceles Imaginarias, surgidas en los años 40, pero con mayor proyección después. Sugieren la idea de que la antigüedad no era aquel espejo de brillo o esplendor, sino que podría ser su contrafigura: la oscuridad, el peligro, la muerte o la tortura. Dibuja cadenas colgando, elementos de tortura, etc., que explican que esa arquitectura también tenía una finalidad. Son espacios laberínticos, sin ninguna norma, con un gran juego de volúmenes (luces y sombras). Los peor intencionados afirman que estas imágenes fueron creadas a partir del consumo de opio. Él lo que hacía era dar un paso, atreverse a pensar otra antigüedad. Si la antigüedad era oscura, tal vez eso sí se podía copiar, porque en el siglo XVIII había nacido la Ilustración, pero muchos otros pensaron que eso era una utopía. Por eso aguantó tan poco el paradigma de la Ilustración. Aquí ya no hay lugar para estilos jónicos, corintios, etc.; solo dejaba lugar a grandes masas, luz, sombra y, a menudo, por la invasión de este tipo de arquitectura por la naturaleza, lo sublime. Aquello que conmueve, nos hace sentir vivos porque nos avisa sobre un peligro. Uno de los elementos de lo sublime era la magnitud de escala insoportable. No puede concebir que haya un cuerpo tan grande.
La familia Belleli, 1858-67
Sorprendió más esta obra. Es el reverso del año anterior. Hay zonas del cuadro que no se han sabido clasificar temporalmente. Estamos hablando del periodo de Italia hasta el 60. Los años mienten. Había estado 4 años en Italia, con la familia Belleli, su propia familia. Se llaman así porque el conde es de Belleli, pero la familia es Degas. Ella es tía de Degas por línea paterna. Lo marca muy claramente: los Degas por un lado y el otro por otro. Sorprende que alguien tan joven realizase un croquis tan agudo de las relaciones de la familia. El marido era exiliado político desde la revolución del 48, había estado en Nápoles; el exilio en el norte de Italia lo había derrumbado. Así lo representa Degas, como si estuviera en otro lado. Juega con los espacios. Separadas están las tres mujeres de la familia. Ella está de luto por la muerte de su padre. Hay un retrato a carboncillo de **. Posturas muy estrictas y rígidas que recuerdan al retrato de Manet de sus padres. Todos muy serios y distantes menos un par de detalles: la niña pequeña con una postura en la pierna juguetona y, sobre todo, unos cuartos traseros de un perro que sale fuera del cuadro. Parece trivial, pero es magistral. En el planteamiento del cuadro todo está muerto menos la niña y el perro que intenta escapar. Transmite valores poco positivos. Estudio muy sabio de dimensiones diferentes que se concretan en: juego de espejos que enseñan otros espacios y a la izquierda una puerta abierta que conduce hacia otro lugar. Al final, los Belleli son un paréntesis en un desarrollo espacial gigantesco. Es poco impresionista y muy descriptivo. Muy complejo para alguien que estaba empezando a pintar. A las niñas volvería después con un retrato más dinámico y fresco.
La bolsa de algodón de Nueva Orleans, 1872
En el año 70 se alista en el ejército de la Comuna. En aquel momento, manejando un fusil, tiene un percance que le afecta a la visión de un ojo. Al final de su vida abandonará el óleo y se dedicará al pastel (técnica que se había practicado mucho en Francia en el siglo XVIII, tradición clasicista y rococó). Recupera una técnica que parecía poco viril y moderna por problemas de visión. Eso ocurre en el 70 y espera un tiempo en la Comuna a la espera de un cambio. En Nueva Orleans los Degas tenían negocios; allí su hermano Renée había hecho negocios. Vuelve tiempo después a visitar a la familia e invita a Degas a ir con él para vivir emociones fuertes. Pasa cinco meses en una ciudad que estaba muy viva porque estaba en pleno proceso de reconstrucción después de la guerra de secesión. Los Degas eran personajes industriales y políticos. Al principio tiene poca producción los primeros meses, toma bocetos para un gran cuadro, el que vemos. A sus amigos les dejó muy sorprendido porque parecía el realismo de Courbet, pero tenía un atrevimiento más: el tema era oculto, contemporáneo. Nadie había pintado el interior de una casa de negocios o imagen de capitalismo tan clara. Es lo que le atrae a Degas: un conjunto de hombres muy modernos que hacen algo muy moderno como es participar en el nacimiento del capitalismo. En este sentido, el cuadro tiene un doble aspecto: parece una escena de costumbre, pero también es un cuadro de historia. Es lo que debió de pensar Degas al dedicarle tanto tiempo.