Definición y Tipos de Violencia
El término «violencia de género» es frecuentemente utilizado como sinónimo de violencia contra la mujer. En esencia, se refiere a una acción llevada a cabo por una persona hacia otra de diferente sexo, produciéndole algún daño no accidental, cuyo motivo reside en esa misma diferencia de sexos.
Dado que la violencia contra la mujer es mayoritariamente ejercida por hombres, respondiendo a condicionamientos sexistas, se usa el término «violencia machista» para referirse al tipo de violencia de género dirigida específicamente hacia la mujer. También se utiliza «violencia doméstica», ya que resulta común que la violencia contra la mujer aparezca en el ámbito del hogar.
Raíces Históricas de la Violencia Contra la Mujer
La abolición del derecho materno pudo ser considerada una gran derrota histórica para el sexo femenino.
Actualmente, la situación es muy diferente tras siglos de esfuerzos de la mujer por emanciparse. Históricamente, la mujer era considerada propiedad del hombre; a él pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, pudiendo decidir, incluso, sobre su vida. La mujer estaba excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio familiar y era relegada a la función reproductora y a las labores domésticas.
En determinados momentos, la mujer llegó a conseguir una cierta emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de mostrarse como la figura abnegada, sacrificada y sumisa, y la autoridad del marido en la relación entre esposos se vio matizada. Esto ocurría principalmente en las clases altas, pero no evitó que la violencia siguiera dándose en el seno del matrimonio, «dirigida a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el asesinato».
En esta historia, las religiones han jugado un papel importante, suponiendo una justificación moral del modelo patriarcal: «Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo».[13]
Otra consecuencia ha sido la exclusión histórica de la mujer de la sociedad, estando excluida de todos sus ámbitos: cultural, artístico, político, económico, etc. Siendo ésta otra forma de violencia ejercida contra la mujer.
No es hasta la Revolución Industrial en Occidente, cuando se permite a la mujer participar en la vida social, que verdaderamente comienza una trayectoria de emancipación. No obstante, los usos y abusos cometidos contra las mujeres durante siglos han demostrado ser difíciles de erradicar.
Consideración Actual
La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos.
Hoy en día, numerosos países cuentan con estrategias específicas para combatir la violencia contra la mujer. Estos países han modificado su legislación incluyendo leyes contra esta violencia, diseñan planes generales y sectoriales para combatirla y promueven campañas para involucrar a los diferentes ámbitos de la sociedad en este problema. Estas estrategias han servido, a su vez, para sensibilizar a Estados y sociedad ante otras formas de violencia: contra la infancia, personas mayores, personas con discapacidad, colectivos minoritarios, etc.[16] No obstante, la violencia contra la mujer sigue produciéndose en tasas insoportables. Además, aunque las sociedades occidentales han sido pioneras en esta lucha, siendo aquellas donde los movimientos por los derechos de la mujer se han desarrollado antes y con más fuerza, en muchas otras sociedades esta lucha se encuentra sensiblemente retrasada.
Violencia Contra la Mujer en la Familia
La violencia contra la mujer comienza en la infancia y es en la familia donde principalmente se ejerce. La infancia es especialmente vulnerable a la violencia, y la niña sufre un plus añadido por su condición femenina. A esto se suma la ablación, generalizada en determinadas comunidades e ineludiblemente ligada al sexo femenino.
Más del 80% de las violaciones son perpetradas por miembros de la familia de la víctima, y mayoritariamente a edades muy tempranas, cuando esta no pasa de ser una niña. Padres, abuelos, tíos… Adultos en los que ella confía pasan a ser sus agresores. Este es un problema mundial que, en muchas ocasiones, no trasciende más allá de los límites de la propia familia; la niña sufre la violencia en silencio, avergonzada y con sentimientos de culpa.[21]
La venta de niñas sería otra forma de violencia sufrida por la mujer en la infancia y en la familia. Estas ventas pueden tener diversas finalidades, pero el lucrativo negocio de la prostitución y las enfermizas inclinaciones sexuales de clientes, unido a la miseria en la que se ven sumidas muchas familias, han extendido el comercio de niñas, menores de diez años en muchos casos, destinadas a la explotación sexual.
Según UNICEF, existen en torno a doscientos mil adeptos del turismo sexual (cuatro de cada diez turistas que visitan Tailandia lo hacen solos).[22]
A estas violencias, aún habría que sumar otras muchas de menor carácter que irían desde un mayor autoritarismo paterno y familiar hasta los matrimonios forzosos. La violencia ejercida contra la mujer, sea cual sea su naturaleza, tiene como marco preferente la familia.[23]
Violencia Contra la Mujer en la Pareja
La violencia contra la mujer por parte de su pareja o expareja está generalizada en el mundo y se da en todos los grupos sociales, independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Aunque es de difícil cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo de violencia. Estudios realizados en países en desarrollo arrojan una cifra de maltrato en torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón, con cifras en torno al 3%.[24]
«Es un hecho que en una relación de pareja la interacción entre sus miembros adopta formas agresivas». En todas las relaciones humanas surgen conflictos, y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso acaloradas, pueden formar parte de la relación. En relaciones conflictivas pueden surgir peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, que podría alcanzar cotas de violencia censurables y perseguibles, formaría parte de las dificultades a las que se enfrentan las parejas.
Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las mismas formas –agresiones verbales y físicas–, es unilateral: siempre es la misma persona la que recibe los golpes.
Los rasgos más visibles del maltrato son las palizas y los asesinatos; son los que trascienden del ámbito de la pareja. Sin embargo, los maltratos de «baja intensidad», los maltratos psíquicos que, mantenidos en el tiempo, socavan la autoestima de la mujer, son los que mayoritariamente se dan.[26] Cuando trasciende un caso de maltrato, la mujer puede llevar años sufriéndolo. Y si bien los maltratos pueden producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse.
El modelo psicopatológico explica la violencia como resultado de conductas desviadas propias de ciertos individuos cuya historia personal está caracterizada por una grave perturbación. Este enfoque, al fin y al cabo tranquilizador, habla de un «otro», un «enfermo» o «delincuente», al que, después de examinarlo, se le puede castigar o tratar médicamente. Desde el punto de vista feminista, la violencia masculina se percibe como un mecanismo de control social que mantiene la subordinación de las mujeres respecto de los hombres. La violencia contra las mujeres se deriva de un sistema social cuyos valores y representaciones asignan a la mujer el estatus de sujeto dominado.
Maryse Jaspard
Alcance y Reconocimiento Internacional
La violencia contra la mujer es la violencia ejercida contra las mujeres por su condición de ser mujeres.
Esta violencia presenta numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física o psicológica y el asesinato.
Produciéndose en muy diferentes ámbitos (familiar, laboral, formativo, etc.), adquiere especial dramatismo en el ámbito de la pareja y doméstico, donde anualmente mujeres son asesinadas a manos de sus parejas por decenas o cientos en los diferentes países del mundo.
Al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha padecido a lo largo de su vida un acto de violencia de género (maltrato, violación, abuso, acoso,…). Desde diversos organismos internacionales se ha resaltado que este tipo de violencia es la primera causa de muerte o invalidez para las mujeres entre 15 y 44 años.
Las Naciones Unidas, en su 85ª sesión plenaria el 20 de diciembre de 1993, ratificó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que se la reconoce como un grave atentado contra los derechos humanos e «insta a que se hagan todos los esfuerzos posibles para que sea universalmente conocida y respetada».
En la actualidad, Estados, organizaciones internacionales y muy diferentes colectivos, fundamentalmente feministas, destinan numerosos esfuerzos para erradicarla. La violencia contra la mujer tiene un alcance mundial y se presenta en todas las sociedades y culturas, afectando a la mujer sin importar su raza, etnia, origen social, riqueza, nacionalidad o condición.