La Dictadura de Primo de Rivera y el Fin del Reinado de Alfonso XIII
El Golpe de Estado de Primo de Rivera (1923)
Antes del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, ya se habían gestado intentos de toma del poder, tanto en Cataluña, donde Primo de Rivera era capitán general, como en Madrid. Primo de Rivera actuó como enlace entre ambas facciones y lideró el golpe. Tras controlar Barcelona, el gobierno no supo reaccionar y el rey Alfonso XIII, tras dudar inicialmente, apoyó al general y le ordenó formar gobierno. Primo de Rivera contó con el apoyo de la burguesía, especialmente la catalana, y el movimiento obrero osciló entre el acatamiento pasivo y la colaboración.
El Directorio Militar (1923-1925)
Durante esta etapa, Primo de Rivera suspendió la Constitución, destituyó al gobierno y a los gobernadores civiles, y dejó la administración en manos del ejército. Actuó como ministro único, asesorado por un Directorio. Para institucionalizar el régimen, creó la Unión Patriótica, una organización que, aunque no pretendía ser un partido político, actuó como tal, aglutinando a antiguos carlistas, mauristas, católicos, propietarios y burgueses. Su objetivo era controlar ayuntamientos y diputaciones provinciales.
El gran éxito de este período fue la derrota de Abd-El Krim en Marruecos. Aunque Primo de Rivera había sido inicialmente abandonista, las presiones de los grupos interesados en Marruecos le impulsaron a una acción definitiva. Se entrevistó con Franco, jefe de la Legión, y con Petain. En septiembre de 1925, las tropas desembarcaron en Alhucemas e iniciaron una ofensiva que llevó a la rendición del líder rifeño en 1926, reconciliando a Primo de Rivera con el ejército y la burguesía.
El Directorio Civil (1926-1930)
A partir de 1926, el Directorio Militar se transformó en Directorio Civil, ya que la gestión militar no daba seguridad a los grupos que apoyaban al dictador. En lo político, se confió en hombres secundarios del régimen anterior y se preparó una nueva constitución. En lo económico, España se benefició del auge económico europeo, pero no se modernizó, manteniéndose las estructuras tradicionales y aumentando el proteccionismo y el intervencionismo estatal. Aparecieron monopolios en los sectores energéticos y de telecomunicaciones.
Sin embargo, las tensiones aumentaron y la dictadura comenzó a tambalearse. Perdió apoyos en Cataluña por la persecución de la lengua catalana, y los partidos obreros, los intelectuales y finalmente el rey, que siempre vio la dictadura como un paréntesis, se opusieron al régimen. A esto se sumó la crisis mundial de 1929.
La Caída de la Dictadura y el Gobierno de Berenguer
En 1930, Primo de Rivera presentó al rey un conjunto de propuestas para transformar la dictadura, pero Alfonso XIII las rechazó, obligándole a dimitir. El rey encargó formar gobierno al general Dámaso Berenguer, quien restauró la Constitución de 1876 y trató de deshacer la obra de Primo de Rivera, devolviendo cátedras y concediendo amnistías.
El Pacto de San Sebastián y la Proclamación de la Segunda República
Berenguer se enfrentó a la necesidad de convocar elecciones, pero los partidos monárquicos habían sido anulados o absorbidos por la Unión Patriótica. La oposición republicana se organizó en el Pacto de San Sebastián (1930), comprometiéndose a derribar la monarquía e iniciando una campaña de desprestigio. De febrero a abril de 1931 gobernó el almirante Aznar. El 12 de abril de 1931 se convocaron elecciones municipales, y aunque los monárquicos obtuvieron más diputados, el rey interpretó que el voto urbano, más fiable, era republicano. Ofreció convocar Cortes Constituyentes a cambio de salvar la monarquía, pero la movilización popular reclamó la república. En Madrid, el general Sanjurjo declaró la neutralidad de la Guardia Civil. Alfonso XIII se exilió y el 14 de abril se proclamó la II República.
El Bienio Radical-Cedista, la Revolución de Asturias y el Frente Popular
El Bienio Radical-Cedista (1933-1935)
La conflictividad social, el voto femenino y la ley electoral facilitaron el triunfo de la derecha en las elecciones de 1933, iniciándose el Bienio Radical-Cedista (1933-1936). Alcalá Zamora siguió como presidente de la República y Lerroux formó un gobierno del Partido Radical, quedando al margen la CEDA a pesar de ser el partido más votado. Se puso en marcha un programa de “rectificación” que consistía en detener la reforma agraria y la militar, y en devolver privilegios a la Iglesia, aun en contra de la Constitución.
La política se polarizó: Falange se fusionó con las JONS (Juntas Obreras Nacional-Sindicalistas) y Azaña fundó Izquierda Republicana. Desde el PSOE y el PCE se preparaba una revolución en caso de que la CEDA entrara en el gobierno.
La Revolución de Asturias (1934)
El 4 de octubre de 1934, tres ministros de la CEDA entraron en el gabinete y los socialistas ordenaron la huelga general, dando lugar a la Revolución de 1934. Los obreros conquistaron la capital asturiana, destituyeron a las autoridades y organizaron comités de gobierno, pero quedaron aislados. El Gobierno encargó al general Franco la represión de la revolución, que se llevó a cabo con extrema dureza. Los insurrectos se rindieron el 19 de octubre, con un balance de 1300 muertos y 30.000 detenidos, entre ellos Companys y Azaña.
Este acontecimiento marcó la política posterior. Mientras Lerroux indultaba a los revolucionarios condenados a muerte, el Gobierno continuaba con sus contrarreformas. La situación política se deterioró y Alcalá Zamora criticaba al Gobierno, cada vez más inestable, hasta que varios escándalos de corrupción desencadenaron la crisis definitiva y la convocatoria de elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular y las Elecciones de 1936
En esta ocasión, la izquierda se agrupó en el Frente Popular, que incluía a Izquierda Republicana, PSOE, PCE, Ezquerra Republicana de Cataluña y POUM. La CNT no participó. La intención del Frente Popular era reactivar la legislación del bienio reformista y desarrollar la Constitución de 1931.
El Frente Popular ganó las elecciones, pero Azaña tuvo que formar gobierno sin participación del PSOE. Se decretó la amnistía para los presos de la revolución de Asturias y se restableció el Estatuto de Cataluña y sus instituciones. Como resultado de un pacto entre Azaña y el socialista Indalecio Prieto, Alcalá Zamora fue destituido y Azaña pasó a ocupar la Presidencia de la República. Sin embargo, Prieto no pudo convertirse en jefe de gobierno por la negativa del PSOE a participar en él, fruto de las luchas entre la opción radical de Largo Caballero y la moderada de Prieto. La presidencia del Gobierno recayó en Casares Quiroga, de Izquierda Republicana.
La Conspiración y el Inicio de la Guerra Civil
El triunfo del Frente Popular no agravó la conflictividad social, sucediéndose las luchas callejeras y asesinatos. Políticos como Calvo Sotelo o José Antonio, oligarcas como Juan March y militares, entre los que destacó Emilio Mola, organizaron una conspiración para derrocar al gobierno del Frente Popular. Necesitaban la participación de Franco, el único que podía hacerse cargo del ejército de África, donde estaban las mejores tropas. Franco se mantuvo indeciso hasta el asesinato de Calvo Sotelo (derecha), en represalia por el del teniente Castillo (izquierda), en la noche del 12 de julio, que le hizo unirse a la sublevación. Casares Quiroga no atendió a los informes que le alertaban de lo que era ya un secreto a voces y el 17 de julio Franco inició la rebelión militar en Melilla.