Tendencias Principales en la Evolución del Teatro Español Tras la Guerra Civil
Podemos esquematizar, dado el poco espacio y tiempo disponibles, cinco tendencias principales que marcan claramente la evolución del teatro español tras los desastres de la guerra:
1. Teatro en el Exilio
Al finalizar la Guerra Civil, figuras clave como Lorca y Valle-Inclán habían fallecido. Sin embargo, surgió una gran vitalidad dramática de los exiliados españoles, sobre todo en América. En Buenos Aires, Margarita Xirgú representó El adefesio de Rafael Alberti y obras de Lorca y Alejandro Casona. En México, Cipriano de Rivas Cherif dirigió obras de los hermanos Machado.
Obras y autores destacados en el exilio:
- Rafael Alberti: El adefesio (1944)
- Pedro Salinas: Más de diez obras teatrales posteriores a 1936, incluyendo Judit y el tirano.
- Max Aub (1903-1972): San Juan (1943)
- Alejandro Casona (1903-1965): Destaca por su lirismo, simbolismo, lenguaje poético, el conflicto entre realidad y fantasía, y su intención didáctica. Entre sus obras sobresale Prohibido suicidarse en primavera.
2. Teatro en la España de la Posguerra (años 40)
2.1. Alta Comedia
Distinguimos un tipo de alta comedia en la línea de Jacinto Benavente. Se trata de un teatro burgués, cuyos personajes, pertenecientes a las clases acomodadas y urbanas, se ven envueltos en asuntos matrimoniales y adulterios. Estas obras mezclan el humor con el sentimentalismo y suelen tener un final feliz. Alcanzaron un gran éxito de público al pretender, principalmente, entretener con una amable crítica de costumbres y una defensa de valores tradicionales. En este tipo de teatro se sitúan nombres como José María Pemán (1898-1981), J. I. Luca de Tena (1897-1975) y Edgar Neville (1899-1967).
2.2. Teatro Humorístico
Por lo general, se trata de obras insustanciales, con la excepción de E. Jardiel Poncela (1901-1952), quien busca una renovación del lenguaje dramático con obras como Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones somos gente honrada (1941). Una ruptura la representa Miguel Mihura (1906-1977) con Tres sombreros de copa (1932), donde une tradición, humor y vanguardia. En esta obra, satiriza la mediocridad de la burguesía de provincias y la vida miserable del teatro de variedades. Mihura continuaría escribiendo en la década de 1950, con obras como Maribel y la extraña familia (1959).
2.3. Teatro Existencial
Para esta tendencia, hay una fecha clave: 1949, con Antonio Buero Vallejo y su obra Historia de una escalera, y Alfonso Sastre con su obra Escuadra hacia la muerte (1953). Ambos autores marcan dos hitos históricos en el teatro social y político de esta época.
3. Teatro Social de los Años 50
A partir de 1955, surge una orientación hacia lo social o de “protesta y denuncia”, sin abandonar otras tendencias. Se producen cambios sociales: surge un público joven con formación universitaria y se observa una relajación de la censura. Sigue manifestándose también el teatro de éxito, en el que continúan estrenando autores como Alfonso Paso y Edgar Neville.
Teatro social realista: Trata temas sobre la injusticia social, la clase obrera y trabajadora, y la vida triste de los españoles. Los personajes están marcados por su condición de víctimas. Entre los autores destacan nuevamente Antonio Buero Vallejo (1916-2000), cuya obra gira en torno a la defensa de la dignidad del hombre. Técnicamente, este teatro destaca por el “efecto de inmersión”, a través del cual introduce al espectador en el drama. Antonio Buero Vallejo evoluciona paralelamente a la literatura de esta época del siglo XX: 1) literatura existencial con Historia de una escalera; 2) literatura social con El concierto de San Ovidio (1962); 3) experimentalismo con La Fundación (1964).
Otros autores de esta tendencia son Alfonso Sastre, autor de La mordaza (1954); Lauro Olmo con su obra La camisa (1962); y José María Rodríguez Méndez con su obra El círculo de tiza de Cartagena (1963).
4. Teatro Experimental y Renovador de los Años 60 y 70
Por un lado, existe una continuación del teatro comercial anterior con autores como Alfonso Paso, Armiñán y Diosdado. Un caso especial es el de Antonio Gala y su obra Los campos del edén (1963).
En los años setenta, la influencia de las vanguardias facilitó el inicio de un teatro que ha recibido distintas denominaciones: underground, generación simbolista, teatro maldito, teatro del silencio, teatro hermético. Se basa en el espectáculo y las técnicas audiovisuales, colocando lo literario en un segundo plano.
Entre los autores destacan Francisco Nieva, con Coronada y el toro (1982), y F. Arrabal, creador del teatro pánico, con sus obras Pic-nic (1952), El triciclo (1953) y El cementerio de automóviles (1957). También es destacable el hecho de que en esta época proliferaron los grupos de teatro independiente como Els Joglars, con frecuentes creaciones colectivas.
5. Teatro a Partir de 1975
La crisis del teatro a partir de los años ochenta coincidió con la desaparición de la censura y el aumento del apoyo de las instituciones. El teatro comercial continúa estrenando comedias y musicales anglosajones. Se da un teatro oficial a través de la creación del Centro Dramático Nacional y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. También continúan los grupos experimentales como Els Joglars, Dagoll-Dagom, La Fura dels Baus, y comienzan a aparecer salas alternativas con precarios medios y reducido aforo.
Entre los autores, destacan de nuevo Francisco Nieva (quien mezcla lo surrealista, onírico y fantástico); José Luis Alonso de Santos, con un teatro costumbrista: La estanquera de Vallecas (1981) y Bajarse al moro (1985); Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano (1981); y J. Sanchís Sinisterra, con ¡Ay, Carmela! (1986).