Transformación Social y Económica en la España del Siglo XIX: Población, Desamortización e Industrialización

La Evolución de la Población y las Ciudades: De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

La población española creció de manera constante durante el siglo XIX (de 11,5 millones en 1800 a 18,6 millones en 1900). Se mantuvo el régimen demográfico antiguo con tasas de natalidad y mortalidad elevadas y un crecimiento vegetativo bajo. La elevada mortalidad se debió a las enfermedades infecciosas y experimentó repuntes como consecuencia de las guerras y las epidemias. La esperanza de vida era muy baja (34 años), dado que la mortalidad infantil siguió siendo alta. Hasta 1853 estuvo prohibido emigrar al extranjero. La sanidad española fue importante entre 1882 y 1899. En la estructura por sectores predomina el sector primario. Se aceleró el éxodo rural, impulsado por el estancamiento del medio agrario y las expectativas laborales que ofrecían las ciudades que se industrializaron. Como consecuencia del éxodo rural, crecieron las ciudades que conocieron cierto desarrollo industrial y contaban con puerto. Las ciudades que más crecieron fueron: Bilbao, Santander, La Coruña, Vigo, Cádiz, Málaga, Valencia y Barcelona. La única ciudad no costera que ganó población en cantidad importante fue Madrid. En este momento disponer de salida al mar que a través del El aumento de la población urbana implicó el crecimiento espacial de las ciudades, en las que surgieron suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados, sin servicios, ni infraestructuras, pero también áreas burguesas de urbanismo planificado, los denominados ensanches. Durante el siglo XIX en España se desarrolló la sociedad de clases, basada en la igualdad ante la ley y la movilidad social según el mérito de cada persona. La clase alta estaba formada por la antigua aristocracia terrateniente a la que se unió la nueva burguesía de los negocios, los altos cargos del Estado y mandos militares. La clase media urbana fue escasa en número. Estaba integrada por pequeños comerciantes, funcionarios, profesionales liberales, propietarios rurales acomodados, artesanos y pequeños fabricantes. Por último, estaban las clases populares, la inmensa mayoría de la población, cuyo grupo más numeroso era el campesinado. Sus condiciones de vida eran muy precarias: bajos salarios, mala alimentación, paro estacional… Menos numerosas pero importantes eran las clases populares urbanas, en las que se integraban los criados, los trabajadores de los talleres artesanales… La presencia del proletariado industrial era aún escasa. Vivían en barrios de chabolas con varias jornadas laborales y salarios ínfimos. Pese a las pérdidas económicas que supusieron las desamortizaciones, la Iglesia mantuvo su influencia social a través de la educación.


Las Desamortizaciones, la España Rural del Siglo XIX, Industrialización, Comercio y Comunicaciones

La principal transformación del espacio rural español en el siglo XIX fue consecuencia de las desamortizaciones (la nacionalización y venta de tierras vinculadas a la iglesia y los ayuntamientos) impulsadas por los gobiernos progresistas durante el reinado de Isabel II. Sus objetivos eran:

  • Reconocer el ejercicio del derecho a la propiedad privada.
  • Aumentar el número de medianos propietarios comprometidos con Isabel II.
  • Reducir la deuda pública.

Hubo tres desamortizaciones:

  • Mendizábal: afectó al clero regular.
  • La de Espartero: afectó al clero secular.
  • La de Madoz: afectó a las propiedades que aún quedaban en manos de la iglesia y a los bienes comunales.

Esta medida permitió al Estado reducir su deuda y los terratenientes aumentaron sus propiedades. Por el contrario, la Iglesia y los municipios perdieron parte de su patrimonio y rentas; y los campesinos se vieron privados de las tierras comunales, de las que obtenían recursos, y muchos pasaron a ser jornaleros. El principal sector económico siguió siendo el primario, que permaneció estancado tecnológicamente. La estructura productiva siguió reflejando el predominio del trigo, la vid, el olivo y las leguminosas. El escaso crecimiento de la producción se debió al aumento de la superficie cultivada.

El desarrollo de la industria en España se vio lastrado por:

  • La inestabilidad política.
  • La carencia de materias primas y fuentes de energía (el carbón era escaso, de mala calidad y de explotación difícil y costosa).
  • La deficiente red de comunicaciones.
  • El atraso tecnológico.
  • La escasez de capital.
  • La debilidad del mercado interior.
  • El estancamiento de la agricultura, que no cumplió con su papel de proporcionar mano de obra a la industria, suministrar capitales y demandar los productos industriales.

Las principales ramas de la industria que se desarrollaron fueron: la textil (sobre todo el algodón) y la siderurgia. La industria textil se radicó en Cataluña, mientras la siderurgia tuvo un desarrollo más complicado. La localización que terminó por triunfar fue Vizcaya por la abundancia de hierro y la posibilidad de importar carbón galés de mayor calidad y más barato que el español. La minería despegó definitivamente a raíz de la aprobación de la Ley de Minas de 1869 que desamortizó el subsuelo español. El comercio exterior creció durante el siglo XIX, pero se mantuvo deficitario. España exportaba materias primas e importaba productos elaborados, salvo un paréntesis de cierto aperturismo del mercado español durante el Sexenio Revolucionario, se apostó por el proteccionismo para defender la producción nacional. La gran innovación en las comunicaciones fue la construcción de la red ferroviaria. Su máximo desarrollo tuvo lugar entre 1855 y 1864 a raíz de la aprobación de la Ley de Ferrocarriles, que permitió la importación de materiales y la entrada de capitales extranjeros. Como consecuencia el ferrocarril no impulsó el desarrollo de la industria española, pero sí contribuyó a la consolidación del mercado nacional. En cuanto al transporte marítimo, se ampliaron y modernizaron los puertos y se introdujo el barco de vapor.