Transformación de Inglaterra (1822-1914)
1822-1836: El Período de las Grandes Reformas
El proceso de implantación del liberalismo en el terreno político y del librecambismo en el terreno económico se inició en 1822 con la llegada de un nuevo gobierno. Este gobierno comenzó a aprobar una serie de reformas que afectaron al plano socioeconómico, religioso y político, modernizando el país. Sin embargo, la presión social era cada vez mayor y, como consecuencia de ello, en 1832 se aprobó finalmente una reforma de la ley electoral.
Esta ley era muy moderada y se limitó a una redistribución de los antiguos distritos electorales y a una relativa ampliación del censo electoral. Sin embargo, tuvo una fuerte repercusión, ya que permitió la participación en la actividad política de la alta burguesía surgida de las actividades industriales y comerciales. La política de reformas continuó en los siguientes años. Así, en 1833 se abolió la esclavitud en el Imperio Británico. Más tarde, se aprobó una Ley de Corporaciones Municipales, modernizando la administración municipal. La Cámara de los Comunes permitió a los periódicos informar sobre las votaciones de los parlamentarios, lo que dio transparencia a los procedimientos de gobierno. Se prohibió el trabajo a menores de nueve años en las fábricas textiles, entre otras cosas.
La Inglaterra Victoriana (1837-1901)
Durante el reinado de la reina Victoria, la monarquía constitucional inglesa se convirtió en el gran modelo de autogobierno mediante métodos parlamentarios. Además, esa época se caracterizó por el progreso material, científico y literario, y la estabilidad política. Durante este período, la vida política estuvo dominada por el Partido Liberal y el Partido Conservador, que en líneas generales eran sucesores de los Whigs y Tories.
El hecho más importante de esta etapa, con la que se inició el largo reinado de Victoria, fue el triunfo del librecambismo en lo económico y del liberalismo político. El Partido Tory o Conservador se negó a representar políticamente los intereses de los grandes terratenientes. La cuestión dio lugar a un fuerte enfrentamiento entre los industriales, que eran apoyados en esta cuestión por la clase obrera, y la aristocracia propietaria de la mayor parte de las tierras. La presión fue enorme, pero en 1846, como consecuencia de la brutal hambre que afectó a Irlanda, el Partido Conservador aceptó suprimir los aranceles que gravaban la importación de cereales. La medida tuvo dos importantes consecuencias:
- En el plano político, provocó la caída del gobierno.
En los años inmediatamente siguientes, las medidas aprobadas más destacadas en el terreno socioeconómico fueron:
- La derogación de los últimos vestigios del mercantilismo.
- La aprobación en 1847 de la ley que redujo el trabajo de mujeres y niños en todas las industrias a 10 horas diarias, a la vez que prohibía trabajar en las minas a las mujeres y niños menores de 10 años.
- Distritos electorales iguales.
- Pago de salarios a los parlamentarios elegidos.
Al final, el movimiento cartista se fue disolviendo poco a poco ante la firme oposición del gobierno y de las clases empresariales, y por las propias divisiones internas. Tras el fracaso, la clase trabajadora abandonó la agitación política y se dedicó al fortalecimiento de los sindicatos para conseguir un instrumento de defensa frente a los empresarios sin tener que depender del gobierno. En Inglaterra, tras la reforma de la ley electoral de 1832, finalmente en 1918 se estableció el sufragio universal, que concedió el derecho al voto a las mujeres. Los partidos políticos alternaron en el poder con mutua tolerancia y desarrollando, más que invirtiendo, los planes políticos del predecesor en el gobierno. Ambos partidos desarrollaron unos programas políticos centrados en una racionalización de la administración y en una mejora de los niveles de protección social de los trabajadores. En las elecciones de 1886 triunfaron los conservadores, manteniéndose en el poder hasta 1906. Durante estos veinte años, lo más destacado fue el enorme desarrollo económico y el crecimiento del imperio colonial, convirtiéndose Inglaterra en la primera potencia del mundo.
Cambios Políticos a partir de 1900
A comienzos del siglo XX, los obreros estaban bien organizados y contaban con un partido político propio. En los primeros años del siglo XX, el crecimiento económico de Alemania y Estados Unidos amenazaba cada vez más a Inglaterra. En el Partido Conservador empezaron a defenderse posiciones proteccionistas. Ante el peligro que suponía esta política, los potentes sindicatos británicos apoyaron en las elecciones de 1906 al Partido Liberal, que triunfó. Así, el peso político de los trabajadores produjo un fuerte impacto en el Partido Liberal, que abandonó su posición tradicional y fomentó una política de intervención. Este cambio obedeció, en parte, a razones humanitarias, pero también porque la aparición del Partido Laborista podía quitarle los votos de los trabajadores. El gobierno llevó a cabo un espectacular plan de bienestar social. Se implantaron seguros contra enfermedades, accidentes, vejez y desempleo; se estableció un nivel de salario mínimo; se establecieron compensaciones económicas por desempleo; se crearon oficinas de empleo por todo el país; y se eliminaron las restricciones existentes al derecho de huelga y sobre las actividades de las Trade Unions.
El Partido Liberal, durante estos años, buscó el apoyo de los trabajadores, por lo cual alteró totalmente su programa tradicional; y el Partido Conservador se configuró como el partido defensor de los intereses no solo de los terratenientes, sino también ahora de los industriales, sustituyendo a los liberales en la defensa de los principios del liberalismo económico y del “laissez faire”. Tras la Primera Guerra Mundial, el Partido Conservador siguió siendo una de las fuerzas políticas más importantes, pero el Partido Liberal fue superado por el Partido Laborista, convirtiéndose en un partido secundario. Por otro lado, la vida política de estos años estuvo alterada por la “Cuestión Irlandesa”. Desde 1801, Inglaterra era conocida como el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, tras incorporarse Irlanda. El movimiento de resistencia iniciado a principios del siglo XIX desembocó, tras la crisis de 1847, en dos direcciones: una terrorista y otra parlamentaria. Los irlandeses reclamaron una autonomía o parlamento propio. Gladstone intentó dárselo en 1886, pero fracasó al dividirse el Partido Liberal. Al final, en 1914, fue concedida la autonomía, aunque esta fue suspendida por el estallido de la Primera Guerra Mundial.