Transformación Agraria y Evolución Social en la España del Siglo XIX

Desamortizaciones y Transformaciones Agrarias en la España del Siglo XIX

La reforma agraria liberal transformó profundamente el campo español durante el siglo XIX. A pesar de las diferencias regionales, con latifundios en el sur y pequeñas propiedades en el norte, existía un problema común: la gran cantidad de tierra en manos muertas, es decir, sin cultivar o con una baja productividad. Esta situación limitaba la oferta de tierra libre e impedía el acceso al cultivo directo a muchos campesinos. Además, los impuestos del Estado, junto con los derechos señoriales y el diezmo, gravaban la actividad agrícola.

El Impulso de la Reforma Agraria

La reforma agraria liberal impulsó la abolición del régimen señorial en 1837, lo que supuso el paso de la propiedad señorial a la propiedad privada. También se puso fin a la Mesta y sus privilegios. Antes de la desamortización de Mendizábal, ya se habían producido varios intentos de reforma, como el intento de Carlos II de repartir tierras comunales y la desamortización de iglesias y conventos por parte de Carlos IV y Fernando VII.

Por Real Decreto en 1836, Mendizábal sacó a subasta los bienes del clero regular, medida que se extendió al clero secular en 1837. Esta rápida venta de tierras se prolongó hasta 1844, con un retorno moderado. Con la ley de 1845, se separaron los bienes de cada parroquia.

Durante el Bienio Progresista, se produjo un nuevo proceso desamortizador con la Ley Madoz de 1855, que puso a la venta las tierras muertas del Estado, la Iglesia y los municipios. Esta medida pretendía obtener dinero rápidamente para financiar las obras públicas, como la construcción de vías férreas, el saneamiento y la eliminación de la deuda pública. También buscaba crear una base de apoyo al régimen liberal, fomentar la propiedad familiar y fortalecer los lazos entre el Estado y la burguesía.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las desamortizaciones tuvieron consecuencias diversas. Por un lado, beneficiaron a la burguesía, que adquirió grandes extensiones de tierra a precios bajos. También se vieron favorecidos algunos campesinos que pudieron acceder a la propiedad de la tierra. Sin embargo, la mayoría de los campesinos no pudieron comprar tierras debido a su pobreza y se vieron obligados a trabajar como jornaleros en las grandes propiedades.

A pesar del aumento de la superficie cultivada, las desamortizaciones no lograron modernizar la agricultura española. La persistencia de técnicas arcaicas y la falta de inversión en tecnología mantuvieron estancado el sector agrícola a finales del siglo XIX.

Evolución Demográfica y Social

A lo largo del siglo XIX, la población española se duplicó, debido a la desaparición de algunas epidemias, la mejora de la dieta y la expansión de cultivos como el maíz y la patata. Sin embargo, este crecimiento demográfico fue uno de los más bajos de Europa, debido al mantenimiento de rasgos del antiguo régimen demográfico: alta mortalidad y elevada natalidad.

Mortalidad y Natalidad

A finales del siglo XIX, la natalidad española era más elevada y la mortalidad superior a la media europea. La esperanza de vida era de 34,8 años, mientras que en Francia o Gran Bretaña era de 45 años. La elevada mortalidad se debía a las recurrentes epidemias, las malas cosechas y las guerras. El peso demográfico de la periferia siguió aumentando durante el siglo en detrimento de la España interior.

Crecimiento Urbano Limitado

El crecimiento urbano fue limitado debido a la modesta industrialización y al atraso agrario. La falta de mecanización en la agricultura implicaba que la mayor parte de la población se dedicara al campo.

Éxodo Rural y Crecimiento de las Ciudades

A partir de 1860, se inició un lento éxodo rural que impulsó el crecimiento de la población urbana, principalmente en Madrid (sector terciario) y en Barcelona y Bilbao (núcleos industriales). En 1900, la población urbana era del 16,6%.

El aumento del tamaño de algunas ciudades obligó a demoler las antiguas ciudades medievales y a ampliarlas mediante ensanches, con avenidas amplias y manzanas cuadrangulares, como el Barrio de Salamanca en Madrid o el Ensanche de Barcelona. Se construyeron ferrocarriles, alumbrado público y alcantarillado.

Emigración a Ultramar

A finales del siglo XIX, el aumento de la población y la falta de oportunidades de empleo obligaron a muchos españoles a emigrar a ultramar, principalmente a Latinoamérica. Se calcula que entre 1860 y 1929, más de un millón de personas emigraron desde España, especialmente desde la cordillera cantábrica y Cataluña.

Transformación Social: de la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

La revolución liberal burguesa supuso la transformación de la sociedad estamental en una sociedad de clases capitalista, donde el criterio de división social era económico, basado en los niveles de renta: clases altas, medias y bajas. Estas clases sociales eran abiertas, permitiendo la movilidad social ascendente y descendente.

Aristocracia

La media y baja nobleza tendieron a desaparecer, mientras que la alta nobleza conservó sus títulos, aunque con carácter honorífico. La alta nobleza se vio favorecida por la forma en que se abolió el régimen señorial en España.

Burguesía

La alta burguesía se benefició de la compra de tierras desamortizadas, constituyéndose en una oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Esta oligarquía se consolidó mediante alianzas, a veces matrimoniales, con la vieja nobleza.

Clases Medias

Las clases medias eran un grupo heterogéneo, aunque menos numeroso que en otros países europeos.

Campesinado

El campesinado seguía representando la mayoría de la población. Las desamortizaciones no les dieron acceso a la tierra en la mayoría de los casos.

Proletariado

urbano, en zonas industriales como Barcelona o Vizcaya, era la nueva clase en aumento, aunque todavía minoritaria, cual se nutría del éxodo rural.