Santo Tomás de Aquino: La Síntesis entre Fe y Razón
Contexto Histórico y Filosófico
El período que abarca desde el siglo XI hasta el XV se conoce como la Baja Edad Media, un momento de recuperación y expansión de Europa Occidental. Se caracteriza por un crecimiento de la agricultura y de la población, iniciándose una economía de mercado.
Políticamente, desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial (Edicto de Milán, 313), se observa un enfrentamiento entre el poder religioso, encarnado por el Papa, y el poder político, representado por el Emperador. Esta tensión política debilitaría a ambos poderes en el siglo XV.
En el ámbito religioso, surgen las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos). Culturalmente, el mayor acontecimiento fue la difusión del pensamiento aristotélico a través de las universidades. La física y la metafísica se convierten en los principales objetos de estudio, con el fin de dar una explicación racional del mundo y del hombre, independientemente del cristianismo. Esto planteó la posibilidad de una filosofía que replanteaba la concepción agustiniana de fe y razón.
Este enfrentamiento tuvo lugar en la Universidad de París, entre teología y artes. Los representantes de las artes convirtieron el aristotelismo en un radicalismo y dogmatismo que reivindicaba la autonomía de la filosofía frente a la teología.
La Filosofía de Tomás de Aquino
Filosóficamente, es el momento de la filosofía cristiana escolástica, con Tomás de Aquino como su principal representante. Estableció una síntesis entre la filosofía aristotélica y la cristiana. Para Tomás de Aquino, el error no estaba en Aristóteles, sino en la interpretación que los aristotélicos hacían de él. Asimiló la filosofía aristotélica a la ortodoxia cristiana, recurriendo a la lógica y demostrando la existencia de Dios a través de cinco vías.
La ley humana, según Tomás de Aquino, depende de Dios, el creador, y está fundamentada en su ley eterna, entendida como la razón de la sabiduría divina que ordena los actos y movimientos de los seres creados.
Las Cinco Vías Tomistas
Las cinco vías tomistas para demostrar la existencia de Dios son:
- Vía del movimiento: Se fundamenta en el movimiento, que demuestra la necesidad de un primer motor inmóvil, que no pueda ser acto y potencia al mismo tiempo: Dios.
- Vía de la causalidad eficiente: Da razón a la causa de las cosas y muestra la necesidad de una causa eficiente primera. Si no existiese, no habría causa ni última ni primera. Esa causa incausada es Dios.
- Vía de lo posible y lo necesario: Demuestra que es obligatorio que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga causa de su necesidad, sino que sea la causa de la necesidad de las demás cosas. No puede existir algo que nunca ha sido sin haber un ser necesario. El ser necesario es Dios.
- Vía de los grados de perfección: Se basa en los grados de perfección que hay en los seres. Hay unos seres más buenos y otros peores, pero ha de existir algo óptimo y causa del ser de cada una de las cosas, y de su bondad y perfecciones. Dios es el ser perfecto.
- Vía de la intencionalidad o finalidad: Muestra la necesidad de un ser inteligente que dirija al resto de las cosas para orientarlas a un fin. Dios es este ente, como ordenador divino.
Estas vías parten de un hecho conocido por los sentidos, aplican el principio de causalidad, niegan la posibilidad de una cadena infinita de causas y, por último, llegan a un principio de la cadena: Dios.
Spinoza: La Sustancia Única y el Amor Intelectual a Dios
El Punto de Partida de la Filosofía de Spinoza
El punto de partida de la filosofía de Spinoza es que la unidad reside no en lo exterior al pensamiento, sino en el pensamiento mismo. Todo es pensamiento, sin distinguir entre alma y cuerpo, y llegando al “ser” como única sustancia racional y pura: Dios.
Dios como Sustancia
Dios es aquello que es en sí y se concibe por sí mismo, sin precisar de otra cosa para formarse. Se le conoce por sus atributos, es decir, aquello que el entendimiento percibe de ella como perteneciente a su esencia.
Es el hombre quien concibe esos atributos, que para Dios son uno: extensión y pensamiento, como en la filosofía cartesiana. El modo de entendimiento consiste en las afecciones de la sustancia; aquello que es en otra cosa. Lo concreto no es más que los modos mediante los cuales los atributos de esa sustancia, Dios, se expresan. Por eso, participamos de Dios si pensamos como tal en la sustancia. Dios es naturaleza y todo es parte de ella.
El Amor a Dios y la Ética
Conocer a Dios es amarlo. Como naturaleza de todo y sustancia infinita, amamos la totalidad expresada en infinitos modos. Además, es la forma que tiene Dios de amarse a sí mismo.
Pero que Dios sea la naturaleza de todo no significa que sea malo. El hombre, por medio de las *afecciones*, controla esa inclinación hacia el bien o el mal. El placer es aquello que perfecciona el *conatus* (deseo de persistir en el propio ser) de cada persona, mientras que el dolor surge al disminuir el poder de una cosa. Una concepción inadecuada de las cosas nos aleja de la felicidad. Por esto, habrá que sustituir esas *afecciones* por la idea adecuada y perfecta: el amor intelectual de Dios como totalidad.