9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.
En Mayo de 1902, Alfonso XIII fue nombrado rey con 16 años. El monarca rigió los destinos del país durante una larga etapa hasta su salida del país, hacia el exilio romano, en 1931. Su reinado estuvo marcado por una fuerte crisis política y una intensa agitación social.
Un ciclo de protesta obrera y jornalera recorría el país. La intensidad se mantendría hasta 1904, para después rebrotar puntualmente cuando las malas condiciones de vida y de trabajo se combinaban con malestares anticlericales o los conflictos en África. En cuanto a la política, aparecieron nuevos partidos, que acabaron con el bipartidismo anterior y el sistema canovista, iniciándose la Restauración. Algunos dieron lugar a mayorías electorales no dinásticas, como en Valencia (con Vicente Blasco Ibáñez), en Barcelona (desde 1901 con la Liga Regionalista) y con Alejandro Lerroux. En Madrid, seis de ocho escaños fueron para candidatos de la Uníón Republicana. Alfonso XIII subíó al trono estando al frente del Ejecutivo Práxedes Mateo Sagasta, sustituido a finales de año por Francisco Silvela, cuya gestión no consiguió estabilizarse. Dejó paso al líder conservador Antonio Maura, que apuntó a una revolución desde arriba, para impedir una revolución popular. Maura promovíó en 1904 el viaje del joven monarca a Barcelona, con el fin de recomponer el pacto entre la Corona y la sociedad. El desencuentro entre Maura y Alfonso XIII facilitó el acceso de los liberales al poder ejecutivo entre 1905 y 1907. La muerte de Sagasta en 1903, y el agotamiento del programa liberal, hicieron que al frente del partido estuvieran figuras como el conde de Romanones o José Canalejas. De 1901 a 1909, la política popular y de confrontación con el sistema restaurador y el anticlericalismo iban de la mano. En Valencia tuvo lugar la polémica por el asunto Nozaleda. En 1905 se produjo un enfrentamiento entre el nacionalismo catalán y el ejército español por las redacciones catalanistas (¡Cu-Cut!). Terminó con la Ley de Jurisdicciones, en la que los tribunales militares fueron acusados de ultrajar los símbolos patrios o la milicia. Se produjo un atentado fallido contra el rey en su boda con Mª Eugenia de Battemberg. En 1907 volvería Maura en el Gobierno Largo (1907-1909), pero sus intentos de regeneración resultaron fallidos tras la Semana Trágica de Barcelona (Julio de 1909), que paralizó la ciudad y fue duramente reprimido. La ciudad vivía un clima de tensión por las fricciones con los militares, la intervención en Marruecos, el malestar ante el sistema de quintas, las reivindicaciones anarquistas entre los obreros y el creciente anticlericalismo. Los disturbios se iniciaron por el envío de tropas a Marruecos, donde España se había ido involucrando desde 1906. Se convocó una huelga general en la que se manifestaron todas las tensiones acumuladas. La sucesión de consejos de guerra y la ejecución de Francisco Ferrer y Guardia reactivaron el bloque de izquierdas. Acabó con el decreto de Alfonso XIII de disolución de Cortes y el acceso de Moret y Canalejas al Gobierno en 1910. En el nuevo gobierno liberal (1910-1912) José Canalejas inició una etapa intensa de gestión, que finalizó con su asesinato a manos del anarquista Manuel Pardiñas en 1912. Durante esos años desarrolló un programa regeneracionista, suprimíó los impuestos de consumo, reformó el sistema de quintas y aprobó la Ley del Candado a finales de 1910. Al margen de los partidos dinásticos, las fuerzas políticas de oposición se fueron reforzando. La principal fue el republicanismo, estaba fragmentada en diversos grupos, defendían el progreso y la justicia social. Durante el reinado de Alfonso XIII surgieron dos partidos: el Partido Radical, fundado por Lerroux; y el Partido Reformista, fundado por Melquiades Álvarez. Otra era los nacionalismos, el más implantado fue el catalán, y el partido más arraigado la Lliga Regionalista conservadora. El republicanismo será derrotado por la Lliga hasta su uníón en un solo partido en 1931, Esquerra Republicana de Catalunya. También estaban los socialistas, en su rama política (PSOE) y sindical (UGT) continuaban su lento crecimiento en Madrid, País Vasco y Asturias. En Noviembre de 1909 se celebró en Madrid un mitin que daría la vida a la Conjunción Republicano-Socialista que permitíó al PSOE alcanzar su primer escaño para Pablo Iglesias en 1910. Por último, se encuentran los anarcosindicalistas, en 1910 nace la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), sindicato mayor de España con gran crecimiento tras la Primera Guerra Mundial. Esta Confederación se definía como revolucionaria y defendía la huelga y el boicot hasta proceder a la huelga general revolucionaria.
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el regeneracionismo. La muerte de Canalejas asesinado en 1912 por el anarquista Manuel Pardiñas, abríó un periodo de inestabilidad hasta la dictadura de 1923. La ruptura del turno pacífico y la descomposición del caciquismo, presentaba otras opciones políticas como alternativas. En la Primera Guerra Mundial, España se declaró neutral, con una actitud aislacionista desde 1898. La guerra estimuló la economía, ya que potenció la industria y multiplicó las exportaciones. Sin embargo, tuvo consecuencias sociales negativas ya que el aumento de la demanda exterior provocó inflación en España, que no fue compensada con un aumento equivalente de los salarios. Al terminar la guerra, el descenso de las ventas obligó al cierre de fábricas y minas, y provocó el aumento del paro y conflictos sociales. El estallido definitivo de la crisis se produjo en 1917 y fue el reflejo del descontento de la sociedad. Fueron en realidad, tres revoluciones entre los meses de Junio y Agosto, aunque no se conectaron entre sí. La primera fue un enfrentamiento entre el gobierno y el ejército, que se quejaba de la escasez de medios y de los bajos salarios. Los oficiales habían creado desde 1916 unas Juntas de Defensa que reclamaban aumento salarial y rechazaban los rápidos ascensos de los africanistas (oficiales que habían prestado sus servicios en el norte de Marruecos). El Gobierno admitíó sus peticiones y promulgó la Ley del Ejército (1918), por la cual el Ejército volvía a ser el pilar de la monarquía y del Gobierno. La segunda fue una oposición política. En Julio se produjo una grave crisis parlamentaria: la oposición reclamó la reapertura de las Cortes, que habían sido cerradas por el gabinete liberal de Romanones. Ante la negativa gubernamental, la Lliga Regionalista, los republicanos y los socialistas convocaron en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios, que reclamó un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes constituyentes. Los asistentes a la Asamblea de Parlamentarios fueron disueltos por la Guardia Civil y el movimiento parlamentario no tuvo continuidad. La tercera y última fue el movimiento obrero. Este comenzó el 13 de Agosto de 1917 con una huelga general revolucionaria convocada por UGT, con respaldo de la CNT. Esta se convocó como protesta por la represión violenta de una huelga anterior de ferroviarios en Valencia y como denuncia por el deterioro del nivel de vida de los trabajadores. Sólo tuvo éxito en Barcelona, Madrid, Bilbao y las cuencas mineras asturianas. A final de Agosto la huelga estaba acabada, con un saldo de 70 muertos y 2000 detenidos. Los años de 1918 a 1923, fueron de inestabilidad. Se sucedieron once gobiernos, muchos de concentración, que fracasaron. La conflictividad social desatada tras la Primera Guerra Mundial provocó un fuerte crecimiento del sindicalismo y de sus acciones (huelga de la Canadiense), que junto al triunfo en 1917 de la Revolución bolchevique en Rusia insufló animó a las organizaciones obreras; en este contexto el gobierno concedíó la jornada laboral de ocho horas en la industria y creó el Ministerio de Trabajo. En Barcelona, se dieron enfrentamientos entre trabajadores y patrones. Se puso en práctica la Ley de Fuga. Sin embargo, entre 1918 y 1920, se vivíó el denominado “trienio bolchevique”, una fase de actividad revolucionaria, provocada por la situación de miseria de los jornaleros agrícolas, la carestía de la vida y la influencia de la Revolución rusa. Dirigidos por UGT y CNT hubo huelgas, ocupación de campos, reparto de tierras y toma de ayuntamientos. Con la declaración del estado de guerra y una fuerte represión se finalizó la revuelta social en 1920. Entre 1915 y 1920 se sucedieron al frente del Ejecutivo un total de 16 Gabinetes ministeriales, con 13 crisis de gobierno totales y 30 parciales. Otro problema, que se sumó a la situación general, fue la cuestión de Marruecos. Ante la venta de las islas Palaos, Marianas y Carolinas a Alemania en 1899, la política exterior de la monarquía española buscó una reorientación para impedir la penetración germana en el Mediterráneo occidental y en Marruecos. Se repartíó la tutela de Marruecos entre Francia y España en la Conferencia Internacional de Algeciras (1906) y en la firma de los Acuerdos Mediterráneos (1907). En 1912 se delimitaron las zonas de influencia de ese área, dejando a España un protectorado de extensión reducida sin el control del puerto de Tánger. Hasta 1909 la expansión fue pacífica, la derrota en el barranco del Lobo llevó a Maura a reclutar reservistas, decisión que desembocó en la Semana Trágica de Barcelona, y que acarrearía su dimisión. Tras el parón por la Primera Guerra Mundial, el gobierno decidíó completar la ocupación efectiva del territorio ante la presión francesa. La Guerra del RIF, marcaría los últimos años de la Restauración. De Julio-Agosto de 1921 tuvo lugar el desastre de Annual, los españoles dirigidos por el general Silvestre fueron derrotados por las tropas de Abd-el-Krim. El desastre de Annual acarreó una serie de consecuencias: políticas, búsqueda de culpables (Expediente Picasso), salpicando incluso al rey y por tanto al sistema; sociales, la impopularidad de la guerra, favorecíó el odio del pueblo contra el sistema; militares, el descrédito de las Juntas de Defensa que desaparecieron en 1922. Días antes de que el informe elaborado por la comisión de responsabilidades llegase a las Cortes Primo de Rivera dio un Golpe de Estado por el que se impónía una dictadura militar como solución a los problemas del régimen.
9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII
A principios de la década de 1920 España vivía una situación difícil. La Restauración se había desprestigiado por la división interna e ineficacia de los partidos y por la corrupción política. El 13 de Septiembre de 1923 el capitán general Miguel Primo de Rivera protagonizó el Golpe de Estado y proclamó una dictadura. El rey le nombró como jefe del gobierno, este disolvíó las Cortes, prohibíó la actividad de los partidos políticos y suspendíó la Constitución de 1876. Las reclamaciones de los presidentes del Senado y del Congreso a Alfonso XIII para que se reabriesen las Cortes fueron desatendidas y Melquíades Álvarez y el conde de Romanones fueron destituidos de sus respectivos cargos. Las resistencias al golpe fueron menores y aisladas. Fue recibido favorablemente por amplios núcleos de las élites políticas, sociales y, en un primer momento, culturales. Contra la guerra en Marruecos y contra la dictadura se posicionaron anarcosindicalistas y comunistas. Primo de Rivera justificó su actuación como un intento regeneracionista propónía en su programa actuar para acabar con las amenazas y poder retornar a la normalidad. De 1923 a 1925 se desarrolla el Directorio Militar, que fue el primer gobierno de la dictadura de Primo de Rivera, formado exclusivamente por generales. Durante el directorio se aprobaron decretos de incompatibilidades, la liquidación de las Cámara legislativas, la disolución de Ayuntamientos y Diputaciones y la depuración del poder judicial. Se llevó a cabo una política centralista y se prohibieron los sindicatos y las huelgas. Esto redujo el número de atentados y conflictos laborales. Además, se fue configurando con la Uníón Patriótica Castellana una formación de partido único. La dictadura priorizó las tareas de orden público, confiadas al ejército. El estado de guerra se mantuvo hasta el final del Directorio militar. Las garantías ciudadanas se suspendieron de manera sistemática y las libertades de reuníón y de expresión fueron cercenadas. El control de la actividad periodística se ejercíó desde una Oficina de Prensa, y más tarde desde una Oficina de Información y Censura. En Marruecos, la sublevación del Rif, liderada por Abd el-Krim en 1925 en la zona de soberanía francesa, propició la acción conjunta con Francia que culminó con el desembarco de Alhucemas, la rendición del líder rifeño y el establecimiento de la administración colonial, según el protectorado de 1921. Primo de Rivera decidíó reforzar el ejército de África sustituyendo las tropas de reclutas españoles por regulares indígenas. En Diciembre de 1925 se constituyó el Directorio Civil. El objetivo era institucionalizar la dictadura. Con este propósito, en 1927 se creó una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por miembros de la UP. La Asamblea fracasó en su tarea de preparar un proyecto de Constitución, que no se aprobó. En política social, se puso en marcha la Organización Corporativa del Trabajo y se creó el Consejo Nacional del Trabajo. Se reformó la enseñanza, otorgando un protagonismo a la Iglesia. En cuanto a la política económica, llevada a cabo por Calvo Sotelo, se aplicaron medidas proteccionistas como el aumento de aranceles. Se realizó un plan de obras públicas (ferrocarriles, carretera), y se crearon monopolios estatales, entre ellos la Compañía Telefónica Nacional de España y CAMPSA. Paralelamente, crecieron los grupos de oposición hacia el dictador y hacia el monarca Alfonso XIII. El conservador José Sánchez Guerra, encabezó intentos conspirativos contra el Directorio. Conservadores y liberales exigían elecciones y la vuelta a la Constitución de 1876. A mediados de 1929, PSOE y UGT, de la mano de Indalecio Prieto, se incorporaron a los republicanos. La dictadura de Primo de Rivera fue perdiendo apoyos. En Enero de 1930, el general dimitíó y se exilió en París. En Agosto, los grupos de izquierda firmaron el Pacto de San Sebastián (1930) para apoyar a la República y las autonomías regionales. Por parte del general Dámaso Berenguer – durante la “dictablanda” – y del almirante Juan Bautista Aznar, se convocaron elecciones municipales que darían el triunfo en 1931 a las candidaturas republicanas. El 14 de Abril de 1931, se proclamó la Segunda República Española, ese mismo día, Alfonso XIII se exilió en Italia