La poesía en los años 40
Al término de la Guerra Civil los grandes poetas como Lorca o Miguel Hernández han muerto y la gran mayoría de los componentes del 27 se han exiliado. La Guerra Civil desvió la atención de los temas poéticos hacia la contienda en los primeros años 40 y el resultado fue una poesía de baja calidad, propagandística del régimen de Franco. Esta poesía se conoce con el nombre de poesía arraigada. La censura, en manos de la Falange no permitía la publicación de obras que no difundiesen la ideología oficial. Esta poesía arraigada se caracteriza por una temática alejada de la realidad social del momento (temas religiosos, amorosos o de exaltación del sentimiento patriota) y el uso de estrofas clásicas como el soneto. Los principales representantes son Dionisio Ridruejo. Leopoldo Panero y Luis Rosales (La casa encendida) Todos ellos publican en la revista Garcilaso, por lo que también se les conoce como garcilasistas. En los años cuarenta solo dos obras, Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, se desmarcan iniciando una línea de poesía existencialista, de tono angustiado, que junto con la publicación de la revista literaria Espadaña, permitirá la aparición de la poesía social de la década posterior. Son los poetas desarraigados, los que no se han ido al exilio pero arrastran un exilio interior. Esta poesía tiene tintes tremendistas y GABRIEL CELAYA (1911-1991): Vasco de nacimiento, su verdadero nombre era Rafael Múgica. Mantuvo contactos, siendo muy joven, con los autores del 27, junto a los cuales entró en contacto con el Surrealismo. Antes de la Guerra Civil publicó Marea de silencio (1935) y La soledad cerrada (1936), con influencia del posromanticismo de Bécquer y fruto de su estancia en la Residencia de Estudiantes. Tras la Guerra, su poesía se vuelca en la preocupación social, por lo cual es considerado el principal autor del Realismo social de los años cincuenta.
Escribe: “Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra”; “La poesía no es un fin en sí. La poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”. Sus obras principales son Tranquilamente hablando (1947), Las cosas como son (1949) y Cantos iberos (1955). BLAS DE OTERO (1916-1979): Muy preocupado por la realidad social de la España de los años cincuenta, toda su poesía gira en torno a los siguientes temas: el sentido de la vida, la función de Dios en el mundo, sus recuerdos de la guerra y las consecuencias de la posguerra. Por ello, su poesía puede ser etiquetada como existencialista, comprometida. Utiliza un lenguaje aparentemente sencillo, en el que abundan las aliteraciones, los paralelismos, los juegos de palabras o las expresiones coloquiales. Cántico espiritual (1942) lo adscribe desde muy pronto a la poesía social: presenta a un Dios que se olvida del hombre, que lo desdeña. Este tema se repite en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951) – refundidas y ampliadas ambas en Ancia (1958)–. La principal de sus obras, y quizás la mejor representante de las preocupaciones sociales del autor, es Pido la paz y la palabra (1955). En 1974 el propio autor publica una antología de su obra titulada Verso y prosa en la editorial Cátedra, con la ayuda de su compañera sentimental. Reflejan en primera persona la brutalidad y desolación de la España de la posguerra. Escriben en la revista Espadaña y han sido agrupados también bajo el nombre de generación del 36, generación de la República o generación rota. En su poesía presentan un mundo caótico y sin sentido, dudan o rechazan la religión, usan un lenguaje claro y directo (incluso incorporan términos repugnantes como pus, heces o sarnoso) A mediados de los 40, como respuesta a estas dos corrientes se promueve una tendencia poética con un sentido más lúdico del arte y la vida. Surge así el Postismo (relacionado con las vanguardias) y el grupo Cántico (culturalistas con influencia del Modernismo, con un refinamiento formal y recuperación del tema amoroso).
.La poesía social de los años cincuenta:
Bajo la influencia de los autores de Espadaña se va desarrollando una poesía preocupada por la realidad social, por los problemas humanos, por la injusticia y por la miseria. La poesía existencial de los cuarenta pronto se convirtió en poesía social. En 1950 Pablo Neruda publica Canto general y en algunos autores del exilio se aprecia un giro hacia temas sociales. La publicación en 1955 de Cantos íberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero marca el auge de la poesía social en España. Durante esta década, empiezan a surgir la primeras protestas de trabajadores y universitarios, a las que se unen muchos poetas quienes convierten su poesía en un medio de denuncia. Se trata de una poesía rehumanizada que sirve como instrumento de denuncia y de compromiso social. El lenguaje se hace sencillo para poder ser entendido por todos, los temas se acercan a las preocupaciones de la gente de la calle y los autores intentan que lo más importante de sus poemas sea el mensaje que pretenden transmitir, es decir, el contenido, por encima de la forma poética. Por ello, emplean con frecuencia el verso libre y el versículo, aunque esto no impide que los poemas tengan una cuidada elaboración formal. Algunos de los autores de esta poesía social creen que debe ser un instrumento para transformar el mundo, algo útil y cercano, dirigido a la inmensa mayoría (Blas de Otero), muy al contrario del propósito de Juan Ramón Jiménez, empeñado en escribir a la minoría siempre. Es una poesía cívica de carácter testimonial y realista que intenta reflejar el momento y promover la justicia, la libertad y la solidaridad. Esta poesía recibe influencias de Antonio Machado y, sobre todo, de Miguel Hernández.
GABRIEL CELAYA (1911-1991): Vasco de nacimiento, su verdadero nombre era Rafael Múgica. Mantuvo contactos, siendo muy joven, con los autores del 27, junto a los cuales entró en contacto con el Surrealismo. Antes de la Guerra Civil publicó Marea de silencio (1935) y La soledad cerrada (1936), con influencia del posromanticismo de Bécquer y fruto de su estancia en la Residencia de Estudiantes. Tras la Guerra, su poesía se vuelca en la preocupación social, por lo cual es considerado el principal autor del Realismo social de los años cincuenta. Escribe: “Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra”; “La poesía no es un fin en sí. La poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”. Sus obras principales son Tranquilamente hablando (1947), Las cosas como son (1949) y Cantos iberos (1955). BLAS DE OTERO (1916-1979): Muy preocupado por la realidad social de la España de los años cincuenta, toda su poesía gira en torno a los siguientes temas: el sentido de la vida, la función de Dios en el mundo, sus recuerdos de la guerra y las consecuencias de la posguerra. Por ello, su poesía puede ser etiquetada como existencialista, comprometida. Utiliza un lenguaje aparentemente sencillo, en el que abundan las aliteraciones, los paralelismos, los juegos de palabras o las expresiones coloquiales. Cántico espiritual (1942) lo adscribe desde muy pronto a la poesía social: presenta a un Dios que se olvida del hombre, que lo desdeña. Este tema se repite en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951) – refundidas y ampliadas ambas en Ancia (1958)–. La principal de sus obras, y quizás la mejor representante de las preocupaciones sociales del autor, es Pido la paz y la palabra (1955). En 1974 el propio autor publica una antología de su obra titulada Verso y prosa en la editorial Cátedra, con la ayuda de su compañera sentimental.
La poesía de los 60
La poesía social de los cincuenta, como hemos visto, extiende su influencia a través de los años sesenta, ya que su importancia social, estética e histórica es innegable. De todos modos, se comienza a percibir un cierto agotamiento de los temas y de las formas, con lo que algunos autores, aun siguiendo con el Realismo social, pretenden buscar nuevos caminos poéticos. La forma de los poemas va tomando importancia frente al contenido, al mensaje, que continúa siendo esencial. Los autores ya no se ciñen exclusivamente a temas sociales, sino que incluyen temas humanos de toda índole, sin perder el compromiso inherente a este tipo de poesía. Nacidos entre 1925 y 1938, conocieron la Guerra Civil durante su infancia, y viven plenamente la dureza de la posguerra. Aunque la mayoría de estos autores comienzan a publicar durante los años cincuenta, su madurez artística no llegará hasta los años sesenta, razón por la cual los incluimos en este apartado. En cualquier caso, hemos de ver a estos poetas como la continuación lógica y evolucionada de sus antecesores de la década anterior, a los cuales admiran y leen ávidamente.
INNOVACIONES DE LA GENERACIÓN DE LOS CINCUENTA O DEL MEDIO SIGLO
La poesía no es solo comunicación sino una forma de conocimiento, mediante la cual el poeta indaga en su propia experiencia vital y sobre el mundo. La finalidad de la poesía es esencialmente estética. Son escépticos respecto a la validez de la poesía como herramienta del cambio social, aunque siguen siendo críticos con la situación política y social. Recuperan los temas vinculados con sus vivencias personales: anécdotas de la vida cotidiana, recuerdos de la infancia, sentimiento amoroso, la amistad…. Frente al prosaísmo de la poesía social, los del grupo poético de los cincuenta tienen una profunda preocupación por la forma, aunque siguen usando un lenguaje coloquial, las expresiones populares se tratan de manera cuidadosa para conseguir una gran fuerza expresiva.
Autores principales
ÁNGEL GONZÁLEZ (Oviedo, 1925)Premio Príncipe de Asturias y miembro de la RAE Se trata del mejor representante de la poesía social de los sesenta ya que su obra es la continuación de los temas y las preocupaciones de Celaya o Blas de Otero. En su poesía encontramos el tema del amor como uno de los predominantes. Áspero mundo (1955) es su primera obrea: se trata de una poesía eminentemente existencialista, comprometida con la realidad de su tiempo. En 1961 publica Sin esperanza, con convencimiento, en la cual parte de sus recuerdos de la Guerra Civil e introduce la ironía como arma frente al pudor del recuerdo. La ironía se convertirá desde este momento en uno de los rasgos más destacados de la poesía de Ángel González. Palabra sobre palabra (1965) supone una ruptura con respecto a su obra anterior, ya que se trata de un excepcional poemario amoroso. En 1967 vuelve a las preocupaciones sociales con la publicación de Tratado de urbanismo. Su última gran obra es Prosemas o menos (1985), escrita con voluntad de experimentación.
JAIME GIL DE BIEDMA (Barcelona, 1929- 1990) Cultiva una poesía sincera y honesta, cercana a las preocupaciones cotidianas. Su lenguaje es coloquial y cotidiano. Su poesía destaca por la claridad y la fina ironía que sabe imprimir el autor en cada uno de sus poemas. Sus primeros poemas aparecen en 1953 en Según sentencia del tiempo. En 1959 publica la primera de sus grandes obras, Compañeros de viaje. Su intensidad lírica va aumentando, lo cual se plasma en Moralidades (1966), escrita bajo la influencia de Cernuda y de los poetas anglosajones. Poco a poco se va apartando de las preocupaciones sociales y se decanta por temas como el amor y el paso del tiempo. En 1975 reúne sus poesías en Las personas del verbo. Su forma de ser choca frontalmente con el tiempo en que le toca vivir. Gil de Biedma nunca escondíó su homosexualidad, lo cual le supone un duro obstáculo en la España franquista de los años sesenta y setenta. Lucha por los derechos de los homosexuales hasta su muerte, en 1990, a causa del sida.
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO (Barcelona, 1928-1999) Goytisolo vive la Guerra Civil siendo un niño, y esta experiencia le marca para el resto de su vida. En 1938 presencia la muerte de su madre, Julia Gay, en un bombardeo franquista. Este hecho le decanta, poéticamente, hacia el cultivo de temas sociales y realistas. Acaba sus estudios universitarios en Madrid, y precisamente en el colegio mayor Nuestra Señora de Guadalupe entra en contacto con dos de los autores más importantes de este periodo: José Ángel Valente y Caballero Bonald. Escribe sobre el amor, la sociedad y la política, todo ello aderezado con un alto grado de ironía y sarcasmo. Sus primeras obras datan de los años cincuenta: El retorno (1955) y Salmos al viento (1958). Claridad (1961) constituye una reflexión del autor sobre el ser humano y su función en el mundo. En Algo sucede (1968) analiza la situación de la sociedad española. Palabras para Julia y otras canciones (1980) es su obra más famosa y reconocida.
Poesía de los 70: los novísimos:
Hacia mediados de la década de los sesenta el rumbo de la poesía española vuelve a cambiar. Un grupo de poetas (nacidos en la posguerra –desde el 39 hasta los 50) manifiesta su rechazo por la estética anterior. Su actividad poética coincide con el desarrollo económico de España. Su formación ha tenido lugar en una época de mayor apertura, por lo que conocen la obra de autores extranjeros (sobre todo franceses e ingleses). Además están influidos por los medios de comunicación de masas (radio, prensa, cómic, música pop, televisión y cine) Ya en 1966, la publicación de Arde el mar de Pere Gimferrer había iniciado una manera de hacer poesía que rechazaba cualquier referencia al Realismo. Esta nueva forma de entender la poesía es recogida en una antología poética editada por José Mª María Castellet, en la que aparecen los jóvenes poetas de entonces. La denominación de “novísimos” procede del título de esa antología: Nueve novísimos poetas españoles con poemas de Leopoldo Mª Panero, Ana Mª Moix, Manuel Vázquez Montalbán, Guillermo Carnero, Antonio Martínez Sarrión etc, a los que más adelante se unieron otros poetas como Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena.
CarácterÍSTICAS DE LOS NOVÍSIMOS Rechazan toda la poesía posterior a la guerra, salvo excepciones como Gil de Biedma, Claudio Rodríguez y José Ángel Valente. Son seguidores de la poesía de Rubén Darío, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda, de Octavio Paz y de T.S. Elliot. Integran influencias tan diversas como la cultura grecolatina o el cine y el cómic, el Surrealismo y el arte pop. Recuperan la concepción poética del Vanguardismo; para ellos la poesía es creación estética. Rechazan el intimismo y el confesionalismo. Para evitar la exposición directa de los propios sentimientos recurren a la transposición histórica (presentarlos a través de un personaje con el que se identifican). Transposición espacial. En este caso es Venecia la ciudad admirada (de ahí que se les llame también venecianos) Desparece la realidad cotidiana y entran en el poema mundos míticos y simbólicos de cualquier procedencia Constante experimentación lingüística. Recuperan técnicas vanguardistas como el collage que consiste en insertar textos de diversa procedencia dentro de un poema (letras de canciones, largas citas precediendo un poema, versos de otros autores, instrucciones de un prospecto, frases publicitarias etc.) y también recuperan la escritura automática. Derivada de esta preocupación por el proceso creativo aparece la metapoesía .
CLAUDIO RODRÍGUEZ (1934-1999) Premio Adonais de poesía, Premio Príncipe de Asturias, Premio Nacional de poesía y miembro de la RAE, Claudio Rodríguez es uno de los poetas más reconocidos y estudiados en la segunda mitad del XX. Se destaca su voz propia dentro de la generación en la que se le integra, tanto por su peculiar mundo simbólico, su transcendencia , su equilibrio entro lo lírico y lo narrativo, entre el mundo campesino y lo surreal, así como la influencia de la oralidad en su poesía. Claudio Rodríguez (es uno de los miembros de la Generación de los 50. Su concepción de la poesía está marcada por su conocimiento de la literatura latina, la poesía francesa del XIX (Baudelaire, Verlaine….) y la poesía mística española. También está influido por los poetas ROMánticos ingleses, a los que llega por su trabajo en diferentes universidades británicas. Es considerado una de las grandes voces de la segunda mitad del XX con solo cinco libros, pues es un poeta muy autoexigente, con un ritmo de escritura lento y meditativo . Obras: Don de la ebriedad (1953), Conjuros (1958) , Alianza y condena (1965), El vuelo de la celebración (1976), Casi una leyenda (1991). La poesía de C. Rodríguez es muy personal y con un lenguaje poético inconfundible. Utiliza sobre todo los siguientes recursos: a) El Realismo metafórico y b) Las imágenes sorprendentes.
Según el crítico Carlos Bousoño, el Realismo metafórico consiste en tomar elementos de la realidad cotidiana, normalmente costumbristas o del ámbito rural, y darles una significación más transcendente: P.Ej. La ropa tendida al sol es en realidad su alma; las vigas de un mesón simbolizan la solidaridad entre los seres humanos.
TEMAS Y ESTILO C. Rodríguez aborda en su poesía todo aquello que hace humano al ser humano: la pureza, la solidaridad, la hospitalidad, la limitación de nuestro conocimiento, el paso del tiempo y la muerte. La constante presencia del paisaje en su obra permite situarlo en la tradición literaria de la poesía de la naturaleza, pues el paisaje, o bien constituye el eje del poema, o sirve para establecer una comparación imaginativa, o se convierte en símbolo. (El mediodía es el momento en que el hombre se enfrenta a la verdad; la noche, como en Fray Luis puede ser negativa– oscuridad, falta de fe o de verdad– o positiva cuando es noche abierta o noche alta. (El agua, la lluvia, el río o el cauce son símbolos de fertilidad y amor, pero otras veces se relacionan con las ideas de muerte y eternidad) (amanecer, alba y aurora suelen estar relacionada con la inocencia y la pureza; la tarde , con el arrepentimiento).
Etapas
PRIMERA ETAPA: INICIOS JUVENILES Don de la ebriedad. Es su primera obra (empezada cuando tenía dieciséis años) y la que le valíó el prestigioso premio Adonais de poesía. Esta obra, según el propio autor, es en realidad un único poema dividido arbitrariamente en fragmentos. Predominan los endecasílabos asonantados (salvo alguna excepción con rima) sin la utilización de estrofa alguna. Su rasgo fundamental es el descubrimiento de la posibilidad de emoción que tiene la contemplación del mundo. Nos sitúa en una Castilla, diferente a la pintada por los noventayochistas, que sirve al autor para profundizar en su yo. Es la mirada del poeta la que interpreta el mundo y por eso la poesía es un don. Subyace la idea socrática (recogida por Platón en uno de sus diálogos) de que el poeta solo crea cuando está poseído por Dionisio (Dios del vino) – de ahí el título de la obra, Don de la ebriedad. La idea que tiene Claudio Rodríguez de la poesía es totalmente etimológica “lo que se ve”; es decir, la poesía es contemplación, no un proceso intelectual. El hombre participa de la naturaleza y toda la realidad que aparece en sus versos nos lleva a otra más trascendente, aunque en los versos haya referencias a una geografía concreta. Por ello puede decirse que es una poesía del conocimiento, pues lleva al poeta a una profundización en su propio yo. Además también es una poesía del arrobamiento, pues el poeta se funde con las cosas mediante la contemplación extasiada de la belleza del mundo . SEGUNDA ETAPA: MADURACIÓN En Conjuros los símbolos constituyen la base la creación poética, lo que unido al empleo de estrofas semejantes a la silva confieren a la obra un carácter clásico, muy virgiliano. El título tiene que ver con la intención del poeta de conjurar a las fuerzas telúricas (la respiración, la ciudad, el vino, la cosecha, la ropa tendida, la viga …). Los elementos rurales, cercanos a la vida de los pueblos y del campo castellano, constituyen una metáfora continuada, lejos del del Realismo de la poesía de la posguerra; en realidad se trata una poesía de subjetividad total. En los poemas de esta obra podemos apreciar la influencia de Horacio y de Fray Luis de León, como también de la poesía alegórica del Medievo, aunque con tratamiento innovador. Formalmente, podemos destacar el empleo de interrogaciones retóricas, frases exclamativas y el uso de vocativos. Para Claudio Rodríguez, el mundo exterior no tiene sentido y solo mediante la palabra el poeta consigue dárselo. Alianza y condena (1965) recoge una concepción básica de la vida y de la poesía; las dos actitudes del ser humano: lo que acepta y lo que rechaza. Para Claudio R. No son dos realidades diferentes, sino que la vida consiste en esas dos aceptaciones. El vuelo de la celebración presenta otra actitud vital. Presenta no al hombre en relación con los demás. Al hombre integrado en la comunidad, sobre todo en la fiesta. El objeto de la celebración es la vida en su totalidad (tanto las facetas positivas como las negativas). Casi una leyenda, aparecido en 1991, culmina su trayectoria de poesía del conocimiento y aborda el calderoniano tema de la fragilidad de los límites entre lo real y lo irreal. En este poemario Claudio R. Titula cada sección con versos del romancero o de la lírica tradicional, que sitúan el tema de las composiciones. Se trata de un poemario que aborda temas tradicionales como el paso del tiempo, la muerte o los ciclos de la naturaleza y su eterno retorno.
CONCEPCIÓN DE LA POESÍA Para Claudio Rodríguez la poesía es “una participación entre la realidad y la experiencia poética de ella a través del lenguaje”. Por ello podemos hablar de poesía del conocimiento, ya que en eso se basa la creación del poema. Solo se puede acceder al conocimiento de la experiencia y de la realidad a través del lenguaje poético que, en el caso de Claudio Rodríguez, está lleno de palabras cotidianas y sencillas para llegar a la esencia de las cosas. La forma de sus poemas tiene raíces clásicas, pues utiliza sobre todo el endecasílabo y el heptasílabo, en formas cercanas a la silva. Más importante en sus poemas es el tratamiento del ritmo. El propio autor habla de la importancia de la palabra en cuanto a su condición sonora. Para él la palabra “significa” en la medida en que “suena”. Hay en sus poemas un ritmo personal, más allá de la musicalidad formal o externa, un ritmo interior y de pensamiento que lo acerca a la concepción de grandes poetas como César Vallejo o Paúl Valéry.