Teatro y Literatura en España y México: Un Análisis

Teatro anterior a 1939

En la primera mitad del siglo XX, a pesar de que en España se escribieron obras dramáticas muy interesantes, pocas veces fueron llevadas a escena con éxito. Escritores como Valle-Inclán o Unamuno quedaron eclipsados por otros dramaturgos populares que tuvieron el don de dar a su público lo que quería. En los años de cambio de siglo, los teatros españoles florecían gracias al desenfrenado afán de diversión que había en la sociedad. El espectador de Madrid podía elegir entre ocho teatros cada noche. Tan solo Villaespesa (con su teatro poético), los hermanos Machado con ‘La Lola se va a los puertos’, y Marquina con ‘Las hijas del Cid’, conseguirán algún éxito. Y es que el espectáculo teatral de la época giraba en torno al teatro de boulevard, término con el que se designaba la comedia de Benavente con ‘La malquerida’, por ejemplo, o al teatro de humor del que será cultivador de gran éxito Pedro Muñoz Seca con ‘La venganza de don Mendo’. Para el público que no tenía acceso a la producción dramática culta, triunfaban las zarzuelas y el teatro de Carlos Arniches o los hermanos Álvarez Quintero, máximos exponentes del costumbrismo castizo y andaluz. Existía al mismo tiempo un tercer cauce más innovador para el teatro, pero sin ninguna salida comercial: el teatro de vanguardia. Surge el teatro de minorías que vemos en Jacinto Grau (El conde Alarcos) o R. G. de la Serna (Los medios seres). En esta línea de vanguardia y humorismo, e influenciados por el surrealismo, destacan sobre todo la producción de Poncela (Ud. tiene ojos de mujer fatal) y M. Mihura (Tres sombreros de copa). Pero la aventura más apasionante del teatro español contemporáneo es la dramaturgia de Valle-Inclán. Fue tan novedosa para su tiempo que en España no encontró eco y permaneció oculta al gran público durante 40 años. Sus dramas mostraban un teatro en total libertad, con muchos personajes, variedad de escenarios y rápidos cambios de escena. La crítica social de su teatro se recrudece progresivamente desde ese primer desplome de la Galicia feudal que retrata en sus Comedias bárbaras hasta arribar en la técnica del esperpento, como en ‘Luces de Bohemia’, donde el dramaturgo deforma de manera feroz la realidad. Junto con el de Valle-Inclán, el teatro de Lorca es el más destacado del siglo XX. Su relevancia e influencia son paralelas a la de su obra poética. Es un teatro poético que gira en torno a símbolos, que se desarrolla en espacios míticos y que encara problemas sustanciales. Sobre Lorca influyen también el drama modernista (de aquí deriva el uso del verso con ‘El maleficio de la mariposa’), el teatro calderoniano, el lopesco y la tradición de los títeres. Destacan sus personajes femeninos, protagonistas marginadas por una sociedad machista y patriarcal (La casa de Bernarda Alba). El teatro de Lorca se clasifica en tres grupos: comedias imposibles, farsas y tragedias de ambiente rural, como ‘Yerma’ o ‘Bodas de sangre’. Con el estallido de la guerra, todo ese movimiento de renovación teatral que se estaba forjando se trunca para dar paso a un teatro al servicio de la ideología y de la propaganda, un teatro de combate que alterna con el convencional como forma de evasión, donde triunfan Benavente y las zarzuelas. Aunque entre la contienda destacan algunos autores. En la zona nacional son Pemán, Marquina o Alarcón; y en la zona republicana son Hernández, Aub o Altoaguirre.

Valoración crítica de Pedro Páramo

Es la única novela del escritor mexicano Juan Rulfo. Pertenece al género del realismo mágico y se la considera una de las obras cumbres de la literatura hispanoamericana. Tras la aparición de esta novela, su autor no volvió a publicar nada más. El argumento es sencillo: tras la muerte de su madre, Juan Preciado viaja hasta Comala con la intención de conocer a su padre, Pedro Páramo, un cacique que durante años ha impuesto su autoridad sobre el destino de los habitantes del pueblo. Mediante esta trama, Rulfo evoca temas que le obsesionan: la violencia, la familia y sus tensiones, la miseria del campesinado, la guerra civil, y sobre todo el caciquismo que domina la vida rural. La novela es sorprendente en muchos aspectos. En el desolado y polvoriento poblado, que es ahora Comala, solo viven fantasmas. Juan Preciado descubre que su padre está muerto y llega a creer que él también lo está. La búsqueda de las raíces de Juan se mezcla con la historia de su padre, Páramo, y de la hermosa Susana San Juan. Otro aspecto extraordinario del libro es el momento en que el lector descubre que Páramo, aunque asesinado hace años, todavía causa temor. Uno se pregunta qué clase de personaje sería este cacique capaz de hacer temblar a los muertos. Es asombroso que los muertos de Comala siguen con las mismas preocupaciones y obsesiones que cuando estaban vivos. Es muy interesante la forma en que la novela captura la esencia de la vida rural en México durante los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. En pocas páginas, el autor retrata los cambios económicos y sociales experimentados por los campesinos que tienen que emigrar de sus pueblos y ranchos para ir a vivir a un suburbio miserable de la ciudad. La novela aporta una serie de novedades técnicas: el narrador desaparece y deja hablar a sus personajes libremente, mediante una estructura a base de escenas cortadas, con vacíos que tiene que rellenar el lector. Otras innovaciones son la ruptura de la línea temporal, los distintos puntos de vista, la alternancia de diálogo y monólogo interior, y el empleo del lenguaje popular como elemento poético. Por todo ello, Páramo es un clásico literario no solo en Hispanoamérica, sino que su éxito ha sido universal, pues universales son sus temas.