Teatro portugués y gallego: De las hermandades al modernismo

Teatro portugués en el momento de las hermandades

El teatro antes de las hermandades

El teatro, antes de las hermandades, enseña un entorno rural. Su desarrollo está dominado por las costumbres y el carácter de su pueblo. Las obras presentan versos tópicos y, por lo general, están escritas en una especie de gallego dialectizado. El lenguaje no siempre resulta preciso, afirmando el deseo de los autores por lo gallego. Esto puede deberse a la simple necesidad de dar veracidad a la acción o a la necesidad de efectuar una causa justa. El drama presenta cuatro esferas básicas: la humorista, la social, la histórica y el teatro de la ópera (zarzuelas).

El teatro después de las hermandades

Será a partir de 1916, a través de la creación de las hermandades, cuando el teatro gallego experimente un importante auge. Este afectará tanto al número de obras y autores, como a la calidad de los textos. Estas manifestaciones se reflejan en la proliferación de imágenes de aficionados declamatorios, la diversificación gradual de las piezas genéricas, la acogida e integración de las entradas de varios dramaturgos europeos y la expansión incuestionable de los círculos de lectores/espectadores. Sin embargo, existieron varios obstáculos para el desarrollo del teatro:

  • La falta de autores y actores, y la falta de compañías de teatro dedicadas a la representación de obras en lengua gallega.
  • La dificultad para representar obras en portugués.
  • La desvalorización que sufrió la lengua gallega entre las clases medias urbanas y la sociedad.
  • La gran competencia con el cine.

El teatro de la Hermandad Gallega

El teatro de la Hermandad Gallega se consideró el arma más eficaz para la propaganda del idioma y la educación de las masas. Las principales tendencias son conservadoras y renovadoras:

  • Conservación: Se aferra a los aspectos finiseculares del teatro y disfruta de una preferencia entre el público: lo social, lo histórico y lo costumbrista.
  • Renovación: Los autores que destacan en esta tendencia son Antón Villar Ponte, Fernando Osorio, Armando Cotarelo Valledor, Xaime Quintanilla y Gonzalo López Abente. Buscan un reparto sólido y diverso en la literatura dramática europea, inspirándose en el ballet, el teatro soviético, el teatro catalán y el teatro escandinavo. Buscan dignificar la lengua gallega, creando un teatro de tema universal con personajes complejos.

Obras como Con nosa xente de Armando Cotarelo Valledor (1919) marcó el comienzo de una nueva etapa y logró elevar la categoría del gallego como lengua rica, bella y flexible. O Mariscal de Antón Villar Ponte (1926) consolidó esta tendencia.

Antonio Noriega Varela

Antonio Noriega Varela, conocido como “el poeta de la montaña”, es autor de una obra que se expandió a lo largo de su vida. La primera edición se tituló Montañeses, pero luego pasó a llamarse Do ermo. Este cambio refleja la nueva orientación estética del poeta tras entrar en contacto con el grupo “Nós” y con el saudosismo portugués. Podemos hablar de dos etapas en la poesía de Noriega:

  • La primera, anterior a 1913, se enmarca en una línea costumbrista de ruralidad decimonónica. Destaca por su lenguaje y métrica popular, que otorgan a sus poemas una gran musicalidad. Su temática se centra en la descripción del paisaje y las costumbres de los campesinos de la montaña lucense.
  • La segunda etapa, posterior a 1913, muestra la influencia modernista y saudosista, revelando la lectura de Rubén Darío y los clásicos. Abandona el costumbrismo para producir una poesía culta y refinada, que aún se inspira en los paisajes montañeses, pero con una visión impresionista que anticipa la vanguardia. Se convierte en un poeta menor, con una actitud de atracción por lo desamparado y lo franciscano. Su religiosidad se manifiesta en su poesía, que ve como una oración al Creador.

Frente a las Hermandades y en oposición ideológica al régimen republicano, Noriega forma parte de los escritores que se opusieron al franquismo.