Tras la Guerra Civil, la situación del teatro se puede calificar de catastrófica. Había sido un arma de propaganda y también de evasión durante la contienda y así había de permanecer en los primeros años 40. El gobierno franquista sabía que era un modo de expresión peligroso, por lo que ejerció una severa censura, contradictoria y miope muchas veces, pero que influyó de manera muy negativa no solo en los montajes, sino en la propia creación dramática, en eso que denominamos autocensura. Sigue leyendo