En 1923 se estaba conspirando desde dos movimientos distintos y diferenciables. El primero vinculado a las Juntas de Defensa de Barcelona, de las que se valdría Primo de Rivera y buscaba mediante la fuerza disolver las cortes; y el segundo, vinculado a Madrid, tenia como objetivo recoger las aspiraciones del ejercito de África sobre el futuro marroquí. Miguel Primo de Rivera entro en relación con este segundo grupo. En el encuentro pidió plenos poderes para luchar contra el terrorismo en Barcelona Sigue leyendo