EL SOCIALISMO El Partido Socialista Obrero Español fue fundado el 2 de mayo de 1879 en la clandestinidad por un reducido número de personas (16 tipógrafos, 4 médicos, 2 plateros, 1 marmolista, 1 zapatero y un doctor en Ciencias) en una fonda madrileña de la calle de Tetuán. Desde un principio quedó patente su carácter internacionalista, su propósito de democracia interna y su filiación marxista. Este partido nacía como consecuencia de una recomendación de la ya extinta Primera Internacional de Trabajadores: la necesidad de la participación de los trabajadores en la vida política como instrumento para alcanzar el poder y hacer posible la emancipación de la clase obrera. En julio de 1879 se constituyó una comisión para elaborar un principio de programa. La Comisión fue presidida por Pablo Iglesias, a cuyo lado trabajaron Francisco Mora, que representaba a los escasos socialistas de Barcelona, y Victoriano Calderón, compañero de Iglesias en la Asociación del Arte de Imprimir. En el primer programa del PSOE se observa una clara influencia marxista en tres ideas básicas: El carácter injusto de la sociedad. El propósito de transformar profundamente este modelo de sociedad. La utilización de la acción política para lograr esa transformación de la sociedad. La primera idea del programa socialista sintoniza con la lucha de clases, así se empieza hablando de una sociedad injusta donde hay dos grupos desiguales y enfrentados: la burguesía y el proletariado. Después de que se fundará en la misma ciudad la Unión General de Trabajadores (1888), central sindical socialista ligada al PSOE. En 1910 se formó la conjunción republicano-socialista, que produjo un importante crecimiento numérico en sus filas y permitió a Pablo Iglesias salir elegido como primer diputado socialista en el Parlamento. A partir de este momento, el PSOE conoció un notable incremento de su fuerza electoral y de su influencia en la vida política española, ya que se produjo un traspaso de votos del republicanismo al socialismo, sobre todo en los núcleos urbanos. Tras la muerte de Pablo Iglesias en 1925, la dirección del movimiento socialista quedó en manos de nuevos líderes más moderados, reformistas y afectos a las formas democráticas como Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Julián Besteiro.EL ANARQUISMO Aunque tardó en cristalizar, fue precisamente España, donde la población rural era mayoritaria, el país europeo donde más iba a arraigar el anarquismo. La nueva organización, que tenía su mayor implantación en Andalucía y Cataluña, aumentó rápidamente el número de sus afiliados. Por todo ello, los anarquistas andaluces se agruparon en sociedades secretas y decidieron actuar como grupos revolucionarios, atentando contra los pilares básicos del capitalismo: el Estado, la burguesía y la Iglesia. Así surgió la “Mano Negra”, una especie de organización secreta que al parecer no estaba vinculada de forma efectiva con la Federación. En 1883 tuvieron lugar una serie de asesinatos y delitos de los que las autoridades culparon a la “Mano Negra”, lo que llevó a la detención de cientos de personas en Jerez, Cádiz y Sevilla. La brutal represión se extendió no sólo a los componentes de dicha organización, sino a todo el movimiento anarquista de Andalucía. El sector anarcosindicalista propugnaba una actuación obrera colectiva, propagandística y reivindicativa, dentro de la legalidad y centrada en la lucha por la obtención de mejoras laborales parciales. Esta estrategia además ofrecía la posibilidad de entablar continuos enfrentamientos contra los patronos, que podían ser aprovechados para que los obreros se fueran adiestrando poco a poco en el combate revolucionario.Por el contrario, los anarcocomunistas rechazaban estas prudentes y dilatorias tácticas, mostrando su preferencia por el terrorismo individual, la lucha clandestina y el uso de la violencia con el objetivo de impulsar una revolución inmediata. Esta tesis fue defendida por el ruso Kropotkin (que recomendó el estudio de técnicas químicas para la fabricación de explosivos porque la revolución debía hacerse «con las palabras, los escritos, el puñal, el fusil y la dinamita»), por el italiano Enrico Malatesta (quien realizó varios viajes a España en 1875, 1891 y 1892) y por el mismo Mijail Bakunin, que consideraba la revolución como una “sangrienta batalla de aniquilamiento indispensable para eliminar las desigualdades En el proceso militar seguido contra los acusados, cinco personas fueron condenadas a muerte y ejecutadas, y otras 20 condenadas a largas penas de prisión. El oscuro proceso tuvo una consecuencia directa: el asesinato de Cánovas en 1897 a manos de un anarquista, que dijo vengar así a sus compañeros torturados en Montjuich. En Barcelona, sociedades obreras y sindicatos de inspiración anarquista crearon en 1907 la Solidaridad Obrera, una federación de asociaciones obreras de carácter apolítico, reivindicativo y favorable a la lucha revolucionaria. La creación en 1910 de la Confederación Nacional de Trabaja dores (CNT) y su fuerte crecimiento durante los años inmediatamente posteriores, significó la confirmación del éxito de esta táctica. En 1915, el número de afiliados a esta poderosa organización sindical anarquista no superaba los 15.000, pero sólo cuatro años más tarde la cifra de militantes cenetistas alcanzó los 700.000.