Socialismo: Utópico, Marxismo y Anarquismo

El Socialismo: Una Herencia del Siglo XIX al XX

El socialismo es una de las grandes ideologías que el siglo XX heredó del XIX. El proceso de industrialización despertó la preocupación por las consecuencias sociales. Comenzó el debate sobre la llamada cuestión social en la que los primeros pensadores socialistas, llamados utópicos, proponían sociedades ideales igualitarias. Posteriormente, se desarrollaron dos teorías sociales: el marxismo y el anarquismo.

El Socialismo Utópico

Los primeros escritores socialistas, denominados utópicos por Engels, defendían la posibilidad de crear, a través de medios pacíficos, una sociedad ideal basada en la igualdad. Sus propuestas se publicaron en la primera mitad del siglo XIX.

Pensadores más importantes:

  • Étienne Cabet (1788-1856):
  • Robert Owen (1771-1858): Pensador inglés que mejoró las condiciones laborales de sus obreros. Algunas de sus iniciativas inspiraron la aparición de cooperativas y sociedades mutualistas obreras.
  • Conde de Saint-Simon (1760-1825): Noble francés, de ideología liberal, creía en las virtudes del proceso técnico y defendía la creación de una nueva sociedad basada en la producción. Al frente del Estado, debían figurar científicos y técnicos preocupados en conseguir el mayor bienestar social posible.
  • Charles Fourier (1772-1837): Pensador francés que denunció el sistema productivo capitalista como culpable de la explotación y miseria de los obreros. Proponía la creación de unas cooperativas agrícolas e industriales, llamadas falansterios, donde hombres y mujeres compartían el trabajo en pie de igualdad.
  • Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865):

El Marxismo

Los pensadores Marx y Engels definían sus propuestas como socialismo científico y defendían la participación activa en las organizaciones del movimiento obrero.

El marxismo es una teoría socialista elaborada por los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels. Ambos publicaron en 1848 el Manifiesto Comunista, un texto de carácter propagandístico encargado por la Liga de los Comunistas, una sociedad de exiliados alemanes. La obra presenta los principios básicos de su doctrina social y política.

En esta época había dos clases sociales enemigas condenadas a enfrentarse: la burguesía y el proletariado. Los trabajadores tenían que unir sus fuerzas para defender sus intereses y lanzarse a la conquista del poder.

Marx, en su obra El Capital, analizó el funcionamiento de la economía capitalista y llegó a la conclusión de que la causa fundamental de la pobreza y de la explotación de los obreros era la propiedad de los medios de producción, en manos de la burguesía. Los capitalistas acumulaban sus riquezas gracias a la plusvalía (diferencia entre el valor de la producción de un trabajador y lo que realmente consigue como salario).

Para terminar con ese sistema, los trabajadores debían suprimir la propiedad privada y derribar el capitalismo, un objetivo que se alcanzaría a través de la revolución social. Mientras, el proletariado tenía que fortalecer sus organizaciones y crear partidos políticos obreros independientes de los partidos burgueses.

El Anarquismo

Es la otra ideología que defendía la acción revolucionaria de los trabajadores. Las bases de la doctrina y la práctica de acción del anarquismo se encuentran en el pensamiento y en la obra de Mijaíl Bakunin (1814-1876).

Bakunin era un aristócrata ruso que viajó por Europa, participó de manera activa en el movimiento revolucionario de 1848 y sufrió varios años de cárcel y destierro en Siberia, de donde logró escapar para residir en Suiza el resto de su vida.

Bakunin defendía la acción revolucionaria de la clase obrera para lograr la destrucción del sistema económico capitalista y acabar con el orden social burgués. Pero, además de los trabajadores industriales, incluía a todos los oprimidos. Y creía que la revolución sería el resultado inmediato de revueltas y explosiones de violencia protagonizadas por las masas populares.

Después se alcanzaría la sociedad comunista a través de la libre asociación de los individuos.

Los anarquistas rechazaban la acción política, la creación de los partidos obreros y la participación en las instituciones oficiales. Creían que, una vez destruido el sistema capitalista, era necesario también derribar el Estado, ya que cualquier forma de autoridad oprimía la libertad de los individuos.

Algunos grupos anarquistas siguieron el camino de los atentados terroristas para intentar dinamitar la sociedad burguesa y desencadenar la revolución. Pero los anarquistas tuvieron también actuación en el mundo sindical, con acciones directas para conseguir mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Y también un rico entramado sociocultural, donde se difundían los principios de la libertad individual.