El Personaje: Sigmund Freud
Nace en Freiberg en 1856. Estudia medicina en Viena y se especializa en neurología. En París, estudia la curación de la histeria por medio de la hipnosis. Sin embargo, llega a la conclusión de que este método no es suficiente y comienza a utilizar el de asociaciones libres de ideas, que llevan al paciente a expresar, antes o después, de un modo indirecto, sus auténticos y más íntimos problemas. Sus teorías se difunden rápidamente a partir de 1900. Abandona Austria en 1938 a causa de la invasión nazi. Se establece en Londres, donde muere en 1939 de un cáncer de boca. Expone sus ideas en torno a la religión en tres obras: Tótem y tabú, El porvenir de una ilusión y Moisés y el monoteísmo. Otras obras suyas conocidas son La interpretación de los sueños, El yo y el ello y Psicología de las masas y análisis del yo.
El Psiquismo Humano y sus Niveles según Freud
Sigmund Freud, médico vienés especializado en psiquiatría, elaboró una teoría psicoanalítica que significó una auténtica revolución en el conocimiento del hombre. Su enfoque partía de estudios empíricos de la persona, especialmente del análisis clínico de las perturbaciones emocionales de sujetos concretos.
Freud centró inicialmente su atención en el estudio de la histeria. En el tratamiento de esta enfermedad, utilizó el hipnotismo como técnica para evocar las vivencias afectivas, que él consideraba las verdaderas causas de los trastornos psíquicos. Su trabajo confirmó su sospecha: la conducta perturbada de la persona estaba condicionada por vivencias latentes y reprimidas.
En el curso de sus experiencias clínicas, descubrió el psicoanálisis como método para sacar a la conciencia esas vivencias perturbadoras del equilibrio psíquico. Su larga experiencia en el tratamiento de enfermedades mentales le llevó a la convicción de la importancia del mundo afectivo y del inconsciente en la estructura de la personalidad, y del influjo constante y definitivo que tienen esas dos realidades sobre el comportamiento humano.
Esta visión contrastaba con la de la Psicología clásica, que consideraba que el psiquismo humano se componía de tres elementos fundamentales:
- Memoria: Capacidad para retener lo conocido (recuerdos).
- Inteligencia: Capacidad para entender la realidad (ideas).
- Voluntad: Capacidad para obrar consecuentemente (decisiones).
La Psicología clásica relegaba el mundo afectivo a un plano secundario e ignoraba la realidad del inconsciente. Freud, a medida que profundizaba en sus descubrimientos, fue precisando su conocimiento del hombre, identificando tres niveles de la actividad psíquica:
- Nivel consciente
- Nivel preconsciente
- Nivel inconsciente
La investigación de la naturaleza del inconsciente le permitió formular su teoría sobre los tres componentes de la personalidad:
- El Ello
- El Yo
- El Super-Yo
Niveles del Psiquismo Humano
El nivel más importante, según Freud, es el inconsciente. A continuación, se describen brevemente los niveles consciente y preconsciente, y se profundiza en el inconsciente.
Nivel Consciente
Es el nivel admitido por la psicología tradicional y se refiere a todo lo que el hombre sabe y conoce.
Nivel Preconsciente
Se refiere a todo lo que está latente en la persona y puede pasar al nivel consciente en cualquier momento. Incluye memorias de experiencias y hechos particulares de los cuales no somos continuamente conscientes, pero que podemos evocar cuando sea necesario.
Su existencia se manifiesta a través de los actos fallidos (decir, escribir o hacer una cosa por otra, olvidos temporales…). El preconsciente influye en la conducta, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
Nivel Inconsciente
Freud constató que la mayoría de las enfermedades nerviosas, especialmente la histeria, son consecuencia de conflictos psíquicos inconscientes. En el fondo de estos conflictos hay casi siempre un deseo o recuerdo reprimido, que permanece activo en el inconsciente. El inconsciente es dinámico, es decir, ejerce activamente presiones e influencias sobre lo que la persona es y hace.
La impermeabilidad diferencia al nivel inconsciente de los otros niveles. Este nivel es como una cámara cerrada herméticamente, que impide el paso de sus contenidos al preconsciente y a la conciencia. Lo que impide este paso es lo que Freud llama “censura”.
Esta “censura” impide que salgan los contenidos del inconsciente prohibidos para la propia imagen o intolerables para la conciencia. Solo el psicoanálisis puede lograr que esos contenidos traspasen la barrera de la censura. Los sueños son expresión de esa actividad del inconsciente, manifestando problemáticas psicológicas de forma simbólica.
En resumen, el psiquismo humano es como un iceberg: solo una pequeña porción aparece visible por encima de la superficie, mientras que una gran parte permanece oculta y ejerce su influencia sobre el resto.
Componentes de la Personalidad según Freud
Freud introdujo la teoría de la estructura tripartita de la personalidad: Ello, Yo y Super-Yo. Esta estructura no se identifica con la división de consciente, preconsciente e inconsciente, pero toma el nivel inconsciente como punto de partida.
Estos tres componentes comparten las siguientes características:
- Son autónomos: Cada uno tiene su propio objetivo y funcionamiento.
- Son antagónicos: Tienen objetivos distintos y en conflicto.
- Son interdependientes: Necesitan relacionarse entre sí para no destruir la personalidad.
El Ello
Es la parte instintiva o pulsional de la personalidad. Los instintos son las fuerzas motivantes en el psiquismo; toda su “energía” proviene de ellos. El Ello busca el placer, es decir, la satisfacción inmediata y total de las pulsiones y tendencias, descargando los impulsos ciegamente.
“El Ello no conoce juicio de valor alguno, no conoce el bien y el mal, ni moral alguna. El factor económico o cuantitativo, íntimamente enlazado al principio del placer, rige todos los procesos… todo lo que el Ello contiene son cargas de instinto que demandan descarga” (S. Freud).
Freud distinguió dos instintos básicos:
- Sexualidad (Eros): Abarca las tendencias constructivas y unitivas del hombre, originadas por la energía sexual o instintos de vida. Son las fuentes de desarrollo humano. Pueden ser expansivos (un enamorado), narcisistas (un esquizofrénico) o de conservación.
- Agresividad (Thanatos): Abarca las tendencias destructivas y disgregadoras, también llamados instintos de muerte. Tienden a la destrucción del mundo exterior y del propio Yo.
La presencia de estos dos instintos genera una división interna conflictiva, que, si se encauza adecuadamente, ayuda a la realización personal. La pobreza instintiva crea menos conflictos, pero disminuye la posibilidad de realización personal.
“Uno de estos instintos, que trabaja silenciosamente en el fondo, perseguirá el fin de conducir a la muerte del ser vivo (como vuelta al estado inorgánico original); merecerían, por tanto, el nombre de instintos de muerte… Los otros serían los instintos sexuales o instintos de vida libidinosos (el Eros), mejor conocidos analíticamente, cuya intención sería formar con la sustancia viva unidades cada vez más amplias, conservar así la perduración de la vida y llevarla a unidades superiores” (S. Freud).
El Super-Yo
Se contrapone a lo instintivo (Ello) y se caracteriza por ser la instancia más propiamente humana: nos mueve hacia la superación y el deber, representando la exigencia ética y el derecho de los demás. Tiene dos funciones:
- Indica al Yo las metas a conseguir y señala su cumplimiento.
- Aprueba o reprueba al Yo según se acerque o aleje de la meta.
“El Super-Yo es para nosotros la representación de todas las restricciones morales, el abogado de toda aspiración a un perfeccionamiento; en suma: aquello que llamamos más elevado en la vida del hombre, se nos ha hecho psicológicamente aprehensible. Siendo en sí procedente de la influencia de los padres, educadores, etc…” (S. Freud).
El desacuerdo entre el ideal moral (Super-Yo) y la realidad (Yo) genera un sentimiento de culpabilidad, que aumenta con la rigidez del Super-Yo.
El Yo
Adapta el psiquismo humano a la realidad, teniendo en cuenta los instintos (Ello) y las exigencias morales (Super-Yo). Desarrolla dos funciones:
- Percibe la realidad a través de los sentidos.
- Responde, adaptándose a ella.
El Yo busca lo posible y lo conveniente, lo útil y lo necesario, lo realista y lo lógico, intentando conseguir el equilibrio y la racionalidad de la persona.
El Desarrollo de la Personalidad
El desarrollo y madurez de la personalidad dependen de la evolución de los tres componentes psíquicos.
Desarrollo del Ello
El Ello se basa en la herencia biológica y psíquica del niño, originándose en el seno materno. Al nacer, el niño es puro instinto. Su evolución depende de la expresión espontánea del instinto, de las posibilidades familiares y culturales para satisfacer los impulsos, y de los cauces para sublimarlo y transformarlo en fuerza creadora (artística, deportiva, etc.). Una cultura y educación muy represivas atrofian el Ello, formando una personalidad pobre. La falta de cauces para los impulsos puede generar una personalidad voluble.
Desarrollo del Yo
El Yo se forma en los dos primeros años, mediante un proceso de adaptación a la realidad. El niño se acerca a su entorno guiado por el Ello, de forma incontrolada. La madre, con sus avisos y reprimendas, y la propia realidad, con sus límites, frenan su impulsividad y le ayudan a adaptarse. El Yo no puede desarrollarse sin frustraciones. Es una tarea difícil que requiere:
- Que el Yo acepte sus limitaciones, comprendiendo que no puede realizar todo lo que le es posible.
- Que acepte y experimente lo gratificante de una buena relación con la realidad, a pesar de la limitación que le impone.
Desarrollo del Super-Yo
Comienza al final del segundo año y se configura en etapas relacionadas con la interiorización de las figuras paternas. Al final del proceso, el Super-Yo ha “internalizado” la moral, los ideales y las normas de los padres y de la sociedad, anhelando la perfección. Trata de obligar al Yo a lograr metas morales, y al Ello a reprimir sus impulsos.
Fases en el Desarrollo del Super-Yo
- Fase (2º año) Figura materna: El niño empieza a desplazarse y a recibir reprensiones, principalmente de la madre, que desatan su agresividad. El temor al castigo y el miedo a perder el afecto materno producen un conflicto interno. La salida es hacer suyas las prohibiciones: “No me lo prohíbe mamá, me lo prohíbo yo”, interiorizando la figura materna.
- Fase (4-5 años) Figura paterna: La unión madre-hijo es perturbada por la presencia del padre. El niño ve en el padre un rival (triángulo edípico), que le despierta celos y agresividad. También lo ve como alguien más fuerte, a quien desea parecerse, y de quien teme su castigo. Esta tensión se resuelve cuando el niño se prohíbe a sí mismo a la madre. La figura paterna sale fortalecida, interiorizada como ley y censura, reavivando el sentimiento de culpabilidad.
- Fase (13-17 años). Pubertad: El adolescente revive los conflictos de la infancia, con el matiz de la identificación sexual y sociocultural: se identifica con la figura paterna (o profesores) y la adolescente con la materna, asumiendo las funciones de su sexo y cultura. La falta de identificación con el propio sexo puede originar la homosexualidad. Un Super-Yo rígido da lugar a la culpabilidad neurótica; la falta de exigencia desmorona la personalidad. El Super-Yo es maduro cuando, a la vez que censura, aprueba las metas alcanzadas.
Etapas Psicosexuales
Freud afirmaba que los componentes de la personalidad se configuran con las primeras experiencias infantiles, a medida que la persona atraviesa etapas psicosexuales. La energía del Ello se fija en determinadas zonas corporales: boca, ano y genitales. Si en alguna etapa se mima en demasía a los niños, o se les priva de afecto, el desarrollo se detiene, y la personalidad adulta queda estancada.
- Etapa oral: Abarca los primeros 18 meses. El niño fija su conducta en la boca: comer, chupar y morder. Los niños supermimados o frustrados pueden presentar, de adultos, rasgos de personalidad oral: dependencia, pasividad y avidez.
- Etapa anal: Durante el segundo año, comienza el entrenamiento de esfínteres. Los niños deben aprender a controlar sus impulsos. Si este entrenamiento es severo o conflictivo, o si la eliminación es demasiado placentera, el individuo puede quedar fijado en la etapa anal, presentando una personalidad “anal”: desconfianza, desorden y sadismo, o excesiva docilidad, orden y limpieza.
- Etapa fálica: Del tercer al quinto año, los niños descubren sus genitales. Sus fantasías se orientan en torno a los complejos de Edipo y de Electra (amar al progenitor del sexo contrario y sentir rivalidad hacia el del mismo sexo). La resolución de estos complejos es fundamental para el desarrollo de la moralidad y la conducta apropiada al rol sexual. Si no se resuelven, la persona puede rechazar el papel sexual socialmente sancionado y tornarse homosexual, o presentar conducta antisocial o inmoral.
- Etapa genital: Al terminar la etapa fálica, Freud pensaba que la personalidad ya estaba formada. Los siguientes siete años son la etapa de las necesidades sexuales adormecidas. Al presentarse la pubertad, vuelven los intereses sexuales. Durante la adolescencia y los primeros años de la vida adulta (período genital), los individuos se orientan hacia las relaciones interpersonales y participan en las actividades de su cultura. Aprenden a establecer relaciones satisfactorias. Una relación heterosexual madura marca el comienzo de la madurez.
Según Freud, la personalidad del adulto queda configurada primordialmente durante estas cuatro etapas.
El Fenómeno Religioso según Freud
Para Freud, el fenómeno religioso es una proyección psíquica del hombre. El desarrollo de la fantasía religiosa empieza con la fantasía de omnipotencia y de absoluto presente en el niño, que se traduce en deseos de inmortalidad.
“La difusa percepción interna del propio aparato psíquico estimula ilusiones del pensamiento que, naturalmente, son proyectadas hacia fuera y -lo que es característico- al futuro a un más allá. La inmortalidad, la expiación, todo el más allá, son otras tantas representaciones de nuestra interioridad psíquica… psicomitológica” (S. Freud).
La realidad de la vida hace que el hombre tome conciencia de su finitud. La muerte frustra el deseo de inmortalidad. Este conflicto genera angustia, por lo que se crean mecanismos psíquicos de defensa. Nace así la religión, como proyección de los deseos de inmortalidad.
A nivel personal, la idea de Dios se desarrolla junto con la figura paterna, que aparece primero como rival, luego idealizado e interiorizado, y posteriormente engrandecido como todopoderoso. Freud considera a la religión como una neurosis colectiva de la Humanidad, una vuelta a la infancia y una búsqueda de seguridad ante lo duro de la vida.
Pistas para una Valoración Cristiana
El humanismo freudiano difiere de otros humanismos. Freud intentó desenmascarar el interior del hombre, poniendo al descubierto sus limitaciones, complejos y debilidades. De esta visión se desprende un cierto pesimismo:
- El hombre no es libre: La libertad es una apariencia, porque la conducta está determinada por los instintos. Nada de lo que una persona hace o dice es casual; todo puede atribuirse a causas internas. Hay un paralelismo con Marx: ambos dicen que la conciencia está determinada por causas de las que no somos conscientes; pero Marx dice que son de naturaleza social y económica, mientras que Freud sostiene que son individuales y mentales.
- Freud destruye la unidad y totalidad de la persona: La reconstruye con un esquema materialista que deja muchos temas sin explicar.
- El mundo de los valores queda reducido a necesidades impulsivas: Los valores son sublimaciones, formaciones reactivas o formas de racionalización.
- La clave de las explicaciones de Freud sobre el hecho religioso son las relaciones padre-hijo: Dios es una proyección de la figura del padre. El hombre, angustiado, regresa a la infancia y proyecta su necesidad del padre en un Dios que le ofrece protección.
El Personaje: Karl Marx
Nace en Tréveris (Alemania), en una familia judía. Su padre era abogado, descendiente de una familia de rabinos, pero de mentalidad ilustrada. Por razones profesionales y sociales, se convierte al protestantismo y bautiza a sus hijos en 1824. Marx estudia derecho en Bonn, pero pasa a la Universidad de Berlín, dominada por el pensamiento hegeliano. Se vincula al grupo de los Jóvenes Hegelianos, recibiendo la influencia de Feuerbach. Redactor y director de la Gaceta Renana hasta su prohibición en 1843, marcha a París, donde se dedica a la acción social y revolucionaria; conoce a Proudhon, Bakunin y, sobre todo, a Engels, con quien trabajará ininterrumpidamente. De esta época son sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844. En 1845, Marx abandona París. Pasa a Bruselas y, en 1847, a Londres. De este período son La Sagrada Familia, Miseria de la filosofía y El Manifiesto del partido comunista (1848). El primer tomo de El Capital aparece en 1867. Muere en Londres en 1883.
La Doctrina Marxista
Entre las aportaciones fundamentales del pensamiento marxista destacan estas intuiciones básicas:
- La verdad liberadora del hombre es la praxis.
- Los hechos -sobre todo los socioeconómicos- gobiernan la historia y determinan, en última instancia, la totalidad de la vida humana.
La Praxis
El predominio de la praxis en el pensamiento marxista es claro. El marxismo no se conforma con interpretar los hechos; su interés es cambiar el mundo.
“Hasta ahora los filósofos se han ocupado de pensar en la realidad; es hora ya de empezar a transformarla” (Marx).
La praxis no es la simple práctica que degenera en pragmatismo, sino la unión dialéctica entre teoría y acción que supera el puro conocimiento especulativo.
PRAXIS = Reflexión + Acción + Reflexión
El marxismo es una visión teórica del mundo, construida científicamente sobre datos de la realidad para transformar esta misma realidad.
Visión Materialista de la Historia
Desde sus primeras intervenciones en política, Marx descubre que el conjunto de la vida socioeconómica determina lo que los hombres son, hacen y piensan. Las ideas no deciden la vida de los hombres, sino la vida económica la que determina sus ideas.
Esta hipótesis constituye el fundamento de su concepción materialista de la historia, cuyos elementos básicos son:
- La única realidad existente es la material: Solo existe materia.
- El hombre es materia: Es producto de la naturaleza y está volcado hacia ella en virtud de sus necesidades.
- El trabajo es el medio por el cual el hombre se relaciona con la naturaleza y constituye la base de toda sociedad.
- La división y especialización del trabajo determina la aparición de las “fuerzas productivas”. Entre ellas, una fundamental es el hombre mismo como “fuerza-trabajo”.
- Las fuerzas productivas originan relaciones de producción entre los hombres. Sobresale la relación “asalariado-propietario”.
- El conjunto de “fuerzas y relaciones de producción” constituye la base material de la sociedad, llamada infraestructura. Toda la vida humana queda condicionada por ésta.
- Por encima de esta infraestructura se sitúan los elementos de la sociedad llamados “productos del espíritu”, como el arte, las creencias, el Estado, el derecho, las costumbres… A este conjunto se le denomina superestructura.
- La superestructura es un reflejo, en el campo de la conciencia, de los condicionamientos socioeconómicos. Toda la actividad de los valores espirituales está condicionada por la realidad económica.
- La historia humana es el proceso por el cual los hombres satisfacen sus necesidades, dominan la naturaleza y construyen la sociedad. La organización de la vida social, lo que los hombres piensan, depende de lo que producen y de cómo lo producen.
Visión Dialéctica de la Historia
La concepción dialéctica de la historia se opone a la “visión metafísica”, que se caracteriza por:
- Considerar las cosas aisladas y valorar su esencia.
- Considerar esta esencia inmutable, dada de una vez para siempre.
- Ser incapaz de explicar el origen del movimiento e ignorar las contradicciones de la vida real.
En oposición, el marxismo subraya:
- La totalidad: considera todas las cosas interrelacionadas.
- El movimiento y el cambio, en lugar de una consideración estática de la realidad.
- La contradicción como motor de toda mutación en la naturaleza y en la historia, excluyendo explicaciones que recurran a fuerzas exteriores.
En la visión materialista, la naturaleza está en función del hombre. La visión dialéctica añade que esta naturaleza disfruta de un movimiento autónomo; la historia de los hombres es un momento de la dialéctica natural.
La visión dialéctica ayuda a comprender la realidad social de cada momento histórico; intenta explicar, mediante las contradicciones, el despliegue y el sentido de la historia, que no admite nada exterior a sí misma.
En resumen, el marxismo es:
- Una interpretación conflictiva de la vida humana: La vida humana, que es vida social e histórica, es lucha, conflicto, contradicción: dialéctica.
- Una interpretación materialista de la vida humana: La raíz del conflicto fundamental se sitúa en lo económico (la producción de bienes materiales), porque el ser humano es esencialmente un productor. Las contradicciones fundamentales surgen en las relaciones de producción y determinan el origen y la extinción de las demás contradicciones. No hay verdades ni valores absolutos, sino dependientes de un modo de producción.
- Una interpretación clasista de la vida humana: Las contradicciones económicas se viven y se expresan a través de las luchas de clases. Las clases sociales surgen por la posición antagónica que ocupan los seres humanos en el proceso de producción.
- Una interpretación científica de la vida humana: El marxismo se autodefine como una ciencia de la revolución y de la historia. Pretende ser una lectura de la realidad, basada en el conocimiento de las leyes objetivas de los cambios sociales y políticos. Este saber requiere un punto de vista privilegiado, como el de la clase social ascendente: el proletariado. (Cfr. Alberdi-Belda: Introducción crítica al estudio del marxismo).
El Método Marxista
Para el marxismo, el hombre se distingue de los demás seres porque es capaz de construir la sociedad y elaborar la cultura mediante el trabajo, ayudado por la ciencia y la técnica.
En la sociedad capitalista, esta relación “hombre-naturaleza-sociedad” está viciada. Marx buscó un método de trabajo para transformar esta situación, expuesto principalmente en “El Capital”.
Situación
- Existe una profunda desarmonía. En la sociedad capitalista existe la propiedad privada de los medios de producción en manos de la burguesía, que se beneficia del proletariado, que solo dispone de la fuerza de su trabajo. Los trabajadores son despojados del producto de su trabajo –plusvalía o trabajo no pagado-.
Esta situación produce una división de la sociedad en dos clases antagónicas: explotados y explotadores. No puede darse la solidaridad, sino la lucha permanente de clases.
- Los hombres están alienados. La alienación impide la toma de conciencia y la capacidad de decisión. Las alienaciones históricas son: económica, política, filosófica y religiosa. Todas dependen de la económica. Aquí reside la clave de la desarmonía y del progreso.
Pasos
Para salir de esta situación hay que realizar tres objetivos:
- Desmontar la superestructura ideológica que la mantiene: religiosa, filosófica, política…
- Suprimir la explotación del hombre por el hombre modificando las relaciones de los hombres entre sí y con la naturaleza. Hay que abolir la propiedad privada de los medios de producción. Se agudiza la lucha de clases hasta hacer desaparecer la estructura proletarios-burgueses para posibilitar el encuentro entre los hombres basado en la igualdad y la solidaridad.
- En este proceso, el proletariado tiene un protagonismo especial como agente del cambio. La emancipación de la clase trabajadora será la emancipación de toda la humanidad.
- Reconstruir el hombre nuevo, propio de la sociedad comunista. Reconciliado el hombre con la naturaleza y los hombres entre sí, aparecerá el hombre socialista.
Este hombre se identifica con la humanidad socialista. Una humanidad rescatada del reino de la necesidad mediante el dominio de la naturaleza, armónica y solidaria. Los hombres comenzarán su verdadera historia. La meta final es el placer en el reino de la libertad, donde no será necesaria la religión, la ley, el Estado… El hombre será él mismo. Cada uno trabajará según sus posibilidades y recibirá según sus necesidades.
Perfiles del Hombre Marxista
Se presenta un “retrato-robot” del hombre que subyace en este sistema. El humanismo marxista subraya cuatro dimensiones fundamentales:
El Hombre es un Ser Práctico
El marxismo subraya el papel de la praxis, principalmente la económica, determinante de todas las demás. El hombre es un ser de y para la praxis: “sólo la praxis es liberadora”. La praxis humana se realiza en una doble relación:
- Con la naturaleza: a través del trabajo productivo.
- Con la sociedad: a través del trabajo revolucionario.
Según el marxismo, el hombre no se realiza por el pensamiento contemplativo, las sensaciones o la religión. Solo en la praxis laboral y social, el hombre se libera, se autocrea y construye la nueva sociedad.
Esta reducción del hombre a la praxis socioeconómica ignora la apertura a Dios, le despoja de su interioridad y del fundamento de su dignidad, convirtiéndole en una pieza del engranaje social.
El Hombre es un Ser Social
El marxismo subraya la dimensión social del hombre. Frente a una concepción individualista, pone el acento en la dimensión social y comunitaria. Lo “social” incluye la relación estructural y colectiva.
Marx no parece descubrir ninguna característica de autonomía personal en el hombre en relación con el mundo material y la sociedad. La personalidad humana es un producto social, determinado por las estructuras socioeconómicas.
El hombre en solitario no existe. La sociedad o el Estado están por encima de los individuos. El destino de cada hombre es el de toda la humanidad. El hombre marxista no es el hombre individual sino el hombre social. La praxis liberadora no es una lucha individual, es la lucha de clases que tiene como protagonista a la clase trabajadora.
La reducción del ser humano a las relaciones sociales impide que cada persona sea reconocida en su dignidad y derechos. La vida social debe estar al servicio de todos, pero para ello es preciso reconocerles la primacía real.
El Hombre es un Ser Histórico
La realización del hombre como ser de la praxis y social tiene lugar dentro de un proceso histórico. El hombre no es un ser acabado. Su vida no es el despliegue de algo dado de una vez para siempre. Forma parte de un proceso que recoge la herencia del pasado y actúa en el presente prefigurando el futuro. El carácter histórico del hombre contribuye a hacer de él un ser dinámico, militante, revolucionario.
El Hombre no Religioso
El hombre marxista vive en un horizonte donde ha desaparecido toda preocupación religiosa. Es un hombre plenamente realizado como hombre porque su mundo es plenamente humano, sin necesidad de ilusiones religiosas.
Existe un valor absoluto que es el hombre. No hay necesidad de Dios para construir el mundo. Todo se resuelve aquí a nivel de historia y de materia.
La religión crea valores ilusorios que distraen al hombre de su tarea liberadora en este mundo.
4.- LA ALIENACIÓN RELIGIOSA
En el pensamiento marxista el fenómeno religioso es analizado como fuente de alienación en diferentes niveles:
En el orden del saber,
La religión representa una situación humana de miseria, como reflejo ideológico de la infraestructura económica.
El hombre se inventa a un Dios Todopoderoso y Consolador para cubrir sus impotencias y sus dolores.
De esta manera, la religión contenta y engaña al hombre con una especie de «cadena cubierta de flores» que él mismo se fabrica.
En el orden del ser,
La religión priva al hombre de su libertad y de su auténtica dignidad humana.
Las relaciones religiosas son las de dependencia entre esclavo y amo. Se impone elegir entre Dios y el hombre. Elegir a Dios equivale a la renuncia de ser hombre, es decir, a ser artífice del propio destino. Marx se queda con el hombre.
En el orden del hacer
La religión es el opio del pueblo.
La religión despoja al hombre de su iniciativa y de su capacidad de reacción para hacer frente con sus propias fuerzas a todo tipo de explotación y opresión, entreteniéndole con la esperanza de un cielo futuro.
La religión engaña y adormece a los hombres y los inutiliza para la acción revolucionaria. Por eso hay que combatirla.
Por lo que se refiere al cristianismo, éste es considerado como soporte ideológico de la burguesía y fundamento de su sistema moral, cuyo poder legitimó como antes lo hizo con la aristocracia.
Finalmente, la Iglesia, como institución histórica, es criticada porque a través de los siglos no ha sido en modo alguno liberadora, excepto en el cristianismo inicial.
5.- LA LIBERACIÓN MARXISTA
Todos los humanismos se proponen, en última instancia, la liberación humana. Un humanismo, si es auténtico, busca la liberación del hombre en todos sus sentidos. Veamos cómo entiende esta liberación el humanismo marxista.
Liberación económica
El marxista trata fundamentalmente de liberar al hombre de la alienación económica, la más importante de todas y la que determina el conjunto de la vida humana.
La lucha marxista por la liberación del hombre es una lucha contra la explotación económica para devolverle el dominio sobre su trabajo, frente del verdadero placer. El proletariado será el agente principal de este proceso liberador.
Liberación colectiva
El objetivo último de la liberación marxista es la humanidad entera. Su lucha por el hombre total, que otras veces llama hombre genérico, y que identifica con la humanidad socialista.
La colectividad está por encima del individuo. Este es una simple pieza del conjunto de la sociedad de la humanidad, que será liberada al final por obra de la clase trabajadora.
Liberación personal
Algunos marxistas modernos (Bloch, Garaudy) destacan el protagonismo de la persona humana en el proceso liberador, para no caer en un puro determinismo de las leyes económicas.
El hombre no queda disuelto en el colectividad, sino que conserva su papel creador en el proceso histórico de liberación.
Sugerencias críticas
Es un valor indiscutible de Marx su preocupación por el hombre. Esta le lleva a descubrir las múltiples esclavitudes (alienaciones) a las que el hombre está sometido. Y suministra el impulso para hacer un mundo más justo donde el hombre esté reconciliado con la naturaleza y los demás hombres.
También hay en Marx aportaciones inestimables como el análisis social, político y económico (que explican muchas cosas sobre la sociedad y el hombre hasta entonces impensadas) o como el desvelamiento de la función social alienante de determinadas formas de religión.
Pero en Marx también encontramos aspectos no tan positivos:
-Su idea de hombre es quizá demasiado estrecha al considerarlo un puro producto de las relaciones sociales, políticas y económicas, sin espacio para la libertad, la interioridad, la relación con Dios y ni siquiera para la acción responsable del hombre sobre el mundo.
-La sociedad comunista, futura salvación de la humanidad, deja sin salvación a todos los que no la alcancen; y, por otra parte, esa esperanza tienen más de profecía que de conclusión científica como Marx pretendió.
-La idea de Dios que presenta Marx está deformada (probablemente debido a su escasa formación teológica y a la influencia del cristianismo real muy deformado que él conoció); su crítica alcanza a ese Dios y a esa religión deformada, pero no al Dios y a la religión auténticas.
-Su teoría de la religión es una explicación, pero no es más que una explicación, de la falsedad de la religión: ni mucho menos es una demostración irrefutable; él era ateo antes de comenzar a publicar sus escritos y, a lo largo de ellos, fue explicando y confirmando su ateísmo; pero no entró jamás a plantearse el problema de raíz.marx
marx