Románico: Un Viaje por la Arquitectura, Escultura y Pintura Medieval

CONTEXTO HISTÓRICO

Para el historiador Gómez Moreno, el Románico abre un ciclo histórico nuevo, considerándolo el primer estilo internacional de la cultura de occidente. Toda Europa estará unida espiritualmente bajo un mismo sentimiento religioso común, al margen de las divisiones políticas de la época feudal. Su desarrollo cronológico abarca desde el siglo X a principios del XIII aproximadamente, y su etimología deriva de las lenguas romances, derivadas del latín, al igual que la base arquitectónica, la romana. La uniformidad artística del románico viene dada por dos características fundamentales.

En cuanto al papel de la Iglesia, esta es la autoridad medieval que monopoliza la cultura, mediante las órdenes monacales (Cluny y Císter) y la importancia de las peregrinaciones (Camino de Santiago y las reliquias, sobre todo en Oriente Medio, con las Cruzadas). La Iglesia también lleva a cabo un control y sometimiento de la ciencia a la fe, es decir, todo lo terrenal está sujeto a las verdades eternas de la religión cristiana.

En relación con la política feudal, tras la disgregación del Imperio Romano, la tierra se convierte en fuente de riqueza, creándose un poder local fuerte (proceso de in-castellamento, que llevaba aparejado el sometimiento personal, a cambio de defensa y manutención por parte del señor feudal = vasallaje), apareciendo así la figura del noble feudal. La importancia del feudalismo y la iglesia generan dos tipos de edificios que se identifican con la cultura del Románico y la Edad Media: el monasterio y el castillo. Hasta bien entrado el siglo XIII no surge una nueva clase social (la burguesía), resucitando el papel perdido de la ciudad y de la economía mercantil, decayendo el poder feudal. Por tanto, el románico surge de una ferviente creencia religiosa reforzada por una sociedad feudalizante y por unas bases artísticas anteriores.

ARQUITECTURA

La arquitectura románica es casi exclusivamente religiosa. Con criterios constructivos similares se levantaron castillos e incluso viviendas, pero estas obras distan mucho de alcanzar la belleza y complejidad técnica de los edificios religiosos. Desde el punto de vista formal, el románico apareció como el resultado de unir diversas influencias, desde el antiguo Arte Romano (del que se deriva el término románico) hasta el Islámico, Bizantino, sin olvidar las aportaciones del arte medieval temprano (paleocristiano y prerrománico: carolingio, otoniano, asturiano, etc.).

Todo ese complejo mundo de influencias justificó que el Románico apareciera en cada región de Europa con su propia personalidad, si bien, por encima de esa variedad regional, hay una serie de características comunes que le dan unidad al estilo. En el románico confluyen dos aspectos en apariencia contradictorios: su regionalismo y su carácter internacional. El regionalismo se traduce en el empleo de materiales locales, distintas soluciones al equilibrio de los edificios, diversidad de planos, etc., por lo que cada región aporta soluciones y rasgos propios. El carácter internacional, más difuso y menos perceptible de forma inmediata, radica en la unidad de sentimiento religioso, y a él contribuyen las grandes corrientes de peregrinación que permitieron difundir formas, concepciones y técnicas artísticas.

LA IGLESIA

La iglesia románica deriva de la basílica paleocristiana. Un tipo de templo especialmente importante es la iglesia de peregrinación. Se trata de las grandes iglesias o catedrales que se levantan en los principales centros urbanos que jalonan las rutas de peregrinación, sobre todo las que conducen al sepulcro del apóstol Santiago. Destacan las francesas de Santa Fe de Conques, San Sernín de Toulouse y San Martín de Tours, pero especialmente es en la Catedral de Santiago de Compostela donde este modelo de iglesia alcanza su mejor expresión.

LA IGLESIA 2

Generalmente, adopta la planta de cruz latina, pudiendo disponer en el brazo mayor de una o varias naves (tres normalmente); el brazo transversal o de crucero sobresale en planta y se articula en una o tres naves, aunque en algunas variantes se suprime el crucero o no sobresale en planta. Cuando dispone de varias naves, la central es más ancha y elevada que las laterales. En la cabecera de las naves se localizan en capillas semicirculares o absidiolos, cuyo número está en relación con el número de naves. Por lo general, las plantas se someten a unas dimensiones organizadas a partir de determinados módulos -por ejemplo, las naves laterales tienen la mitad de anchura que la central-, lo que confiere a los edificios una cierta unidad y los hace aparecer como un todo organizado. El rasgo común a todas ellas es la grandiosidad de sus dimensiones y la existencia de la girola o deambulatorio en torno a la capilla mayor. La necesidad de acoger a gran cantidad de peregrinos que asisten a los oficios litúrgicos o a venerar las reliquias, determina las grandes dimensiones del templo y su disposición espacial, con la girola que es una especie de nave semicircular que partiendo de las naves laterales rodea la capilla mayor, para facilitar el paso de los peregrinos y dejar libre el frente del altar mayor en el que se celebran los cultos. A la girola se abren capillas menores o absidiolos para los cultos particulares. El cuerpo de la iglesia, de tres o cinco naves, presenta la nave central más alta y sobre las laterales se sitúa la tribuna, una galería del mismo ancho que las naves laterales que se abre a la nave central mediante unos ventanales, generalmente con arcos geminados, que forman el llamado triforio. La tribuna sirve para la acogida de peregrinos, como refugio o albergue y, en algún caso, de hospital, ya que las iglesias de peregrinación se levantaban, en principio, en lugares sin instalaciones suficientes para el elevado número de peregrinos. Esta galería alta o tribuna realiza, además, un papel constructivo importantísimo, porque su cubierta, en cuarto de cañón, traspasa parte del empuje de la gran bóveda central al muro exterior y los contrafuertes. En el exterior, las fachadas de los templos románicos son sencillas. En ellas destacan las puertas abocinadas con sus arquivoltas, además de la decoración escultórica del tímpano.

LA IGLESIA 3

Como elemento decorativo fue frecuente el uso de arquerías ciegas y de los llamados arcos y bandas lombardas -por ser originarios de la región de Lombardía-. Como soporte decorativo de los aleros se utilizaron, en algunas zonas, modillones o canecillos. Las fachadas suelen rematarse en los extremos por torres. También sobresale exteriormente la torre de crucero o cimborrio. La iglesia románica es un edificio simbólico y funcional a la vez. Toma como modelo al hombre-Dios, Jesucristo, es decir, el hombre con los brazos en cruz, convertido en la imagen perfecta de Dios hecho hombre en la figura de Cristo Crucificado: el presbiterio (cabecera o ábside) corresponde a la cabeza, el transepto a los brazos en cruz, el crucero al corazón y las naves a los pies del Salvador. El plano divino viene configurado por las formas circulares de las bóvedas, las cúpulas, los arcos de medio punto y el ábside. El plano terrestre y humano, por las formas poligonales (cuadrados, rectángulos) de los tramos de las naves y del crucero, así como de los diferentes alzados de las fachadas. La iglesia se orienta con la cabecera al Este, a la aurora, el lugar por donde cada día nace el Sol, porque Cristo, como Dios y cabeza de la Iglesia, es la luz que ilumina al mundo. El crucero constituye el centro de la iglesia, el lugar donde confluye la dimensión terrestre (cuadrado) con la divina (el círculo de la cúpula). En el crucero, la luz purifica al hombre, preparándolo para el encuentro con la manifestación de la presencia divina en el ábside, desde donde el sacerdote oficia el ritual litúrgico que conmemora el sacrificio de Cristo. Éste último es el espacio divino por excelencia y este carácter divino viene reforzado, simbólicamente, por sus pinturas: el Pantocrátor o Cristo en Majestad, Todopoderoso, señor del Tiempo y Juez Supremo, rodeado por la imagen de los cuatro evangelistas o Tetramorfos, símbolo de los cuatro puntos cardinales. Su espacio interior se concibe para el ceremonial. El esplendor de la liturgia y el culto a las reliquias motivaron la aparición de soluciones constructivas hasta entonces inéditas: la cabecera con absidiolos, el deambulatorio circunvalando el presbiterio, la tribuna cabalgando sobre el transepto y el pórtico a los pies.

EL MONASTERIO

El monasterio románico tiene su origen en la labor de Roberto, monje cluniacense de Molesmes, deseoso de restablecer la primitiva regla de San Benito; éste, con tal fin, se retiró en 1098 a Cîteaux, donde fundó una abadía que dio nombre a los benedictinos reformados: el Císter. La pobreza en el vestido, la austeridad en la comida y la severidad en la vivienda aparecen recogidas en la Carta de la Caridad, lo que tuvo su reflejo en dicha construcción. La desnudez arquitectónica cristalizó en un prototipo de abadía uniforme, que se propagó vertiginosamente por toda Europa. El gran desarrollo de la orden benedictina en los tiempos altomedievales determinó la proliferación de estos edificios conventuales con unas características comunes. Su distribución es siempre idéntica, con el propósito de que cualquier monje forastero se sienta como en su propia casa nada más entrar, al reconocer la localización en todos y cada uno de los edificios que integraban el complejo monástico. En consecuencia, el monasterio constituye una auténtica ciudad con fines materiales y espirituales a la vez. El núcleo germinal es la iglesia, cuya planta muestra ya las diferencias entre Cluny y Cîteaux. Mientras los cluniacenses proyectaron cabeceras semicirculares con protuberantes absidiolos y deambulatorios anulares que se comunicaban con las naves, a las que tenía acceso el pueblo, los cistercienses prohibieron la entrada a los seglares y optaron por el testero plano. Además, utilizaron rejas para separar el templo en dos mitades: la parte oriental para los monjes profesos y el área de los pies para los hermanos legos o religiosos que no cantaban misa, procedentes de estratos sociales inferiores y que se ocupaban del servicio y de otras tareas mecánicas, como atender la huerta y la granja. La concepción caballeresca de los cistercienses les obligó a mantener también esta barrera de separación a lo largo y ancho del monasterio, entre los hermanos que rezan y los que trabajan. Incluso, en su porte exterior, los legos se distinguían por vestir un sayal más corto sin capucha, y estaban obligados a dejarse barba.

EL MONASTERIO 2

Contiguo al templo se dispone el claustro, que simboliza el paraíso terrenal, donde el aire, el sol, los árboles, los pájaros y los cuatro canalitos que lo cruzan en ángulo recto simulan ser el Tigris, el Éufrates, el Fisón y el Guijón regando el bíblico Jardín del Edén. San Bernardo, en su Apología a Guillermo de Saint Thierry, atacó duramente la profusa riqueza decorativa de los capiteles historiados que labró Cluny en San Pedro de Moissac y en Santo Domingo de Silos; apasionado defensor de la santa simplicidad, aboga por el ahorro, reduciendo los capiteles a fórmulas lisas. Es, además, el órgano distribuidor de las dependencias monásticas. Las áreas de servicio que se abrían en sus cuatro galerías porticadas están representadas por la sala capitular, el refectorio, la cilla y el mandatum. En la sala capitular se congregaba la comunidad, presidida por el abad, para discutir los asuntos del monasterio y acusarse públicamente los monjes de sus faltas. Al lado se construía el armoriolum o biblioteca, el locutorium para conversar en privado con el superior, la gran sala de trabajos manuales, las letrinas y dos accesos: el pasillo abovedado que salía al huerto y la caja de escaleras que ascendía al dormitorio común, alojado en la planta alta, y amueblado con jergones tendidos en el suelo. Por otro lado, las piezas que se edifican en la crujía del refectorio o comedor fueron la cocina, con el horno de pan, y el calefactorio, provisto de una chimenea central para combatir los rigores del invierno. Aquí se rompe el silencio de la clausura mientras los monjes se afeitan y saca lustre a sus sandalias. Encima se eleva la alcoba del abad, que constituye el único aposento reservado del cenobio. A su vez, el corredor de la cilla o granero contenía las oficinas de la administración monástica y las dependencias para comer y descansar de los hermanos legos. Finalmente, en la panda del mandatum, se alineaba un banco corrido, donde los monjes se sentaban para recibir las órdenes del abad y se les distribuía un libro cada año para que lo leyeran. Dentro del recinto amurallado que acotaba la Ciudad de Dios, la Jerusalén Celeste en la Tierra, que era el monasterio, se habilitaron otros establecimientos.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA (FRANCIA E ITALIA)

Francia

Francia es un punto clave en el Camino de Santiago y cuenta con una gran diversidad regional en su arquitectura románica.

  • Borgoña: Destaca el monasterio de Cluny, cuyo complejo incluía una iglesia con doble crucero, la mayor de la cristiandad, de la que solo queda la Torre del Agua Bendita. También es relevante la iglesia de peregrinación de la Magdalena de Vézelay, con su característico dovelaje bicolor en los arcos fajones.
  • Perigord: Presenta una fuerte influencia bizantina con el uso de cúpulas sobre pechinas y cubiertas de piedra escamada. Predomina la fantasía decorativa, como se aprecia en San Pedro de Angulema y Saint Front de Perigueux.
  • Aquitania: Recibe la influencia del Camino de Santiago. Su máximo exponente es Saint Sernin de Toulouse, modelo para la catedral de Santiago de Compostela, aunque con cinco naves longitudinales y una cabecera más regular. Otras iglesias destacadas son Santa Fe de Conques y el monasterio de Moissac, cuya portada muestra una escultura de gran magnificencia.

Italia

Italia conserva su raíz clásica, lo que le da una gran originalidad a su arquitectura románica. Sus principales características incluyen arquillos ciegos, bandas lombardas, la importancia de la columna y la pilastra, la separación de la iglesia, el campanario y el baptisterio, así como el uso de mármoles de colores para dar cromatismo a las fachadas.

  • San Ambrosio de Milán: Un templo sobrio con un atrio paleocristiano, destacando su ladrillería y la decoración con arquillos lombardos.
  • San Zenón en Verona: Con un pórtico a dos aguas, típico de la región lombarda.
  • Complejo de Pisa: Reflejo del poder de la ciudad sobre el Mediterráneo, compuesto por la catedral (consagrada en 1122), el campanario inclinado y el baptisterio con elementos góticos. Su arquitectura destaca por el uso de mármoles de Carrara, creando efectos cromáticos característicos del románico pisano, al que Burckhardt llamó “protorrenacimiento”

DISTRIBUCION GEOGRAFICA 2 (ESPAÑA)

Italia

Italia conserva su raíz clásica, lo que le da una gran originalidad a su arquitectura románica. Sus principales características incluyen arquillos ciegos, bandas lombardas, la importancia de la columna y la pilastra, la separación de la iglesia, el campanario y el baptisterio, así como el uso de mármoles de colores para dar cromatismo a las fachadas.

  • San Ambrosio de Milán: Un templo sobrio con un atrio paleocristiano, destacando su ladrillería y la decoración con arquillos lombardos.
  • San Zenón en Verona: Con un pórtico a dos aguas, típico de la región lombarda.
  • Complejo de Pisa: Reflejo del poder de la ciudad sobre el Mediterráneo, compuesto por la catedral (consagrada en 1122), el campanario inclinado y el baptisterio con elementos góticos. Su arquitectura destaca por el uso de mármoles de Carrara, creando efectos cromáticos característicos del románico pisano, al que Burckhardt llamó “protorrenacimiento”

ESPAÑA

El románico español tiene sus raíces en la arquitectura visigoda y asturiana, como se observa en Santa María del Naranco en Oviedo, donde ya se usaban arcos fajones y contrafuertes. Exceptuando el románico catalán, que surgió temprano, el resto del país desarrolló este estilo en los siglos XI y XII. El arte románico en España recibe influencias árabes y europeas, en especial a través del Camino de Santiago.

  • Cataluña: Influenciada por el imperio carolingio, el románico catalán es sencillo y económico, con influencias lombardas y francesas. Destacan los monasterios de San Pedro de Roda y Santa María de Ripoll, además de las iglesias pirenaicas de San Clemente y Santa María de Tahull.

DISTRIBUCION GEOGRAFICA 3

  • Castilla y León: Representa el arte imperial de la monarquía castellano-leonesa, con ejemplos como San Isidoro de León, famosa por su cripta con frescos comparados con la Capilla Sixtina del románico. San Martín de Frómista destaca por la pureza de sus formas y el Monasterio de Silos por su doble arquería en el claustro. En Segovia resalta la iglesia de La Veracruz, en Ávila San Vicente, y en Soria el claustro de San Juan de Duero con arcos de influencia oriental. En Zamora y Salamanca se aprecian cúpulas gallonadas y cubiertas escamadas en edificios como el cimborrio de la Catedral de Zamora, la de Toro y la Torre del Gallo en Salamanca. Ávila es un referente del urbanismo medieval con su impresionante muralla.
  • Galicia: Santiago de Compostela es la culminación del románico español y un importante destino de peregrinación. La catedral, construida entre 1122 y 1128, sigue el modelo de Saint Sernin de Toulouse, pero con una madurez constructiva superior. Su planta es de cruz latina con tres naves y un crucero amplio. Destacan el Pórtico de la Gloria, la fachada de Platerías y la de Azabachería. El Codex Calixtino documenta su construcción y la importancia del Camino de Santiago en el arte románico.

CARACTERISTICAS GENERALES DE LA ESCULTURA Y LA PINTURA

El arte románico supuso un resurgimiento de las artes plásticas en Europa occidental, destacándose por su carácter arquitectónico y su finalidad didáctica y religiosa.

  • Subordinación a la arquitectura: La escultura y la pintura se integran en los templos, decorando portadas, capiteles y muros interiores con frescos, aunque también existen manifestaciones independientes como miniaturas y pintura sobre tabla.
  • Temática religiosa y función didáctica: Las obras ilustraban relatos bíblicos para una población analfabeta, predominando escenas apocalípticas, figuras de Cristo, la Virgen y los apóstoles, además de motivos geométricos y fantásticos de origen oriental.
  • Antinaturalismo y simbolismo: No se busca realismo ni belleza clásica, sino la expresión de mensajes espirituales. Las figuras son deformadas y alargadas, con ojos y manos agrandados para enfatizar su significado. Se emplean símbolos y alegorías para representar conceptos abstractos como el bien y el mal.
  • Perspectiva jerárquica: El tamaño de las figuras refleja su importancia, con Cristo siempre representado como la figura central y de mayor dimensión, seguido por ángeles, apóstoles y humanos en orden decreciente. Se utiliza la “perspectiva invertida”, donde las líneas convergen hacia el espectador.
  • Composición geométrica y simétrica: Se busca equilibrio y eternidad a través de la disposición rígida y frontal de las figuras, con tendencia al “horror vacui” (llenar todo el espacio disponible). No hay interacción entre personajes, y las figuras adoptan posturas artificiales para intensificar el movimiento y la expresividad.

ESCULTURA

La escultura románica se desarrolla principalmente en forma de relieves, aunque también existen ejemplos de escultura exenta. Se caracteriza por un estilo arcaico con figuras rígidas y hieráticas, sin flexibilidad en sus posturas, composiciones yuxtapuestas sin interacción entre los personajes, un modelado tosco con rostros inexpresivos y una tendencia a la frontalidad y falta de volumen. Existen dos posturas sobre esta estilización: algunos creen que es producto de limitaciones técnicas, mientras que otros sostienen que es una deformación intencionada para expresar el fervor religioso de la época.

Los principales soportes escultóricos en la arquitectura románica son las portadas y los capiteles. En las portadas, el tímpano suele ser el espacio más decorado, con representaciones del Juicio Final, la Pasión de Cristo, escenas de la vida de santos o, con mayor frecuencia, el Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos, símbolo de los cuatro evangelistas. En estas escenas, Cristo se presenta como un juez severo y majestuoso, generando un impacto visual que buscaba infundir temor y reforzar la devoción. También aparecen elementos decorativos en las arquivoltas, con motivos geométricos, vegetales o pequeñas figuras, mientras que en el parteluz y las jambas se ubican imágenes de Cristo, la Virgen o santos.

Los capiteles de las columnas presentan una gran variedad temática, desde representaciones alegóricas del pecado y la lucha entre el bien y el mal hasta escenas bíblicas y elementos decorativos vegetales, geométricos y animalísticos con carga simbólica. Además, la escultura románica incluye representaciones de la vida cotidiana, con escenas de actividades agrícolas, torneos y espectáculos de circo. En algunos espacios aparecen imágenes burlescas o grotescas, con figuras obscenas que pueden interpretarse como críticas a la Iglesia o al pecado y la corrupción.

La escultura exenta, aunque menos frecuente, se centra en dos temas principales: el Cristo crucificado y la Virgen con el Niño. Los crucifijos románicos, inspirados en el arte bizantino, muestran a Cristo con cuatro clavos y en posición frontal, con túnica o faldellín, sin expresión de sufrimiento, resaltando su divinidad.

ESCULTURA 2

La Virgen, por su parte, se representa de manera hierática y frontal, con el Niño sentado sobre sus rodillas en actitud de bendecir, siguiendo el modelo de la Theotokos bizantina. También existen esculturas exentas en forma de escenas narrativas, como el Descendimiento.

En Francia, la escultura románica se caracteriza por su plasticidad y volumen. En Borgoña, San Lázaro de Autun destaca por su representación del Juicio Final y figuras alargadas, como la de Eva en el dintel. En Aquitania, el Monasterio de Moissac presenta una rica decoración escultórica, mientras que en Santa Fe de Conques se repite el tema del Juicio Final. En la región de Île de France, el Pórtico Real de la Catedral de Chartres combina iconografía románica con arcos apuntados góticos, destacando sus estatuas-columnas con figuras alargadas, precursoras del gótico.

En España, el arte románico se desarrolla a través del Camino de Santiago, recibiendo influencias francesas, visigodas, mozárabes e islámicas. Su evolución se divide en tres etapas: el siglo XI, donde predominan las influencias prerrománicas y visigodas; el siglo XII, donde se fusionan tradiciones locales y extranjeras; y el siglo XIII, donde se observa una transición hacia el protogótico y un mayor naturalismo.

En el siglo XI, destaca el claustro del Monasterio de Silos (Burgos), cuyos primeros capiteles presentan motivos vegetales y bestiarios medievales, como arpías. En el siglo XII, los relieves de las esquinas del claustro alcanzan mayor perfección técnica, con escenas bíblicas como la Incredulidad de Santo Tomás y la Crucifixión. En Galicia, la Catedral de Santiago de Compostela presenta la portada de Las Platerías, obra del maestro Esteban, con escenas de la Pasión de Cristo y su genealogía, aunque su disposición actual resulta desordenada debido a la recolocación de esculturas desprendidas. Entre las esculturas exentas del siglo XI, destaca el Crucifijo de marfil de Don Fernando y Doña Sancha, que sigue los cánones del románico.

En el siglo XII, Aragón alberga el claustro de San Juan de la Peña, donde se distingue el tratamiento escultórico de los ojos con órbitas redondeadas.

ESCULTURA 3

A finales del siglo XII y comienzos del XIII, la escultura románica hispánica muestra mayor naturalismo y expresividad, con posturas más flexibles y un mejor tratamiento de los ropajes. Ejemplo de ello son las estatuas-columnas de la Cámara Santa de Oviedo, donde se aprecia la “sacra conversatio” en los rostros.

El punto culminante de la escultura románica en España es el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, realizado por el maestro Mateo. Se compone de tres arcos con restos de policromía, destacando el arco central con la escena del Juicio Final. En el tímpano, el Pantocrátor aparece rodeado del Tetramorfos y una corte celestial, mientras que en la arquivolta se representan los 24 ancianos del Apocalipsis con instrumentos musicales. En el parteluz, una escultura de Santiago Apóstol sostiene un árbol genealógico de Cristo. Las figuras muestran mayor naturalismo y expresividad, como el profeta Daniel, cuya sonrisa es considerada un indicio de la transición al gótico.

Entre las esculturas exentas de este periodo destacan el Cristo de Batlló, en madera policromada, y diversas tallas marianas en Cataluña, como la Virgen de Solsona y la de Covet, que mantienen la frontalidad característica del románico, pero con mayor suavidad en los rasgos y tratamiento de los paños.

LA PINTURA

Desde el punto de vista formal la pintura románica se caracteriza por varios rasgos:

  1. Dibujo grueso, que contornea enérgicamente la silueta y separa con un trazo negro cada superficie cromática.
  2. Color puro, sin mezclas, o a lo sumo con dos tonalidades. Se prefiere el plano cromático amplio, en el que se obtienen efectos violentos y con el que se expresa muchas veces algún simbolismo medieval.
  3. Carencia de profundidad y luz. Las figuras se disponen en posturas paralelas a manera de relleno de un plano (perspectiva caballera), y con frecuencia resaltan sobre un fondo monocromo o listado en franjas horizontales de diversos tonos.
  4. Composición yuxtapuesta. Preferencia por las figuras frontales en los grupos las figuras no se relacionan.
  5. El muro se prepara al fresco, los toques finales se dieran con temple, lo que ha contribuido a mantener la viveza de los tonos.

El género por excelencia es la pintura mural; pero en tabla, en los frontales del altar, se pintaron también obras notables. Los lugares más idóneos para las pinturas son los ábsides, las bóvedas y los muros laterales: en el ábside se vuelve a representar el Pantocrátor rodeado de los evangelistas o la Virgen en majestad con el niño en brazos. La miniatura, utilizada en decoración de libros, es igualmente importante.

En Cataluña, las muestras más sobresalientes son las pinturas pertenecientes a Santa María (1123) y San Clemente de Tahúll, en el leridano Valle de Bohí, donde encontramos todas las características que definen la pintura románica. Tenemos constancia de que las hizo un mismo maestro en el s. XII con una importante influencia bizantina, percibiéndose en el color y sobre todo en el preciosismo de la indumentaria. Son una de las mejores muestras de esta pintura: lineal, plana, sin paisaje, individualista y sin narrativa.

LA PINTURA 2

Además, se cultivó también la pintura sobre tabla para los frontales de altar, un género más delicado y de proporciones más pequeñas que el de la pintura mural; En Castilla y León, San Isidoro de León cuenta con el conjunto de pinturas más importante de esta zona; Esta cripta es la culminación de la pintura del s. XII. Son seis bóvedas que decoran el panteón de la iglesia (donde se encuentran los restos de los reyes D. Fernando II y Dña. Urraca) en todas ellas aparece un fondo blanco para dar plasticidad y efectos de luz a las pinturas, ya que la estancia carece de luz natural. Los temas que se relatan en esta bóveda van desde los bíblicos a los áulicos: el Pantocrátor, la Matanza de los Inocentes, la Anunciación de los pastores, la Crucifixión e incluso los retratos de Fernando II y doña Urraca. En estas pinturas se aprecia un dinamismo inusual en el románico mostrando un gran interés por los elementos paisajísticos.