3 Los conflictos internacionales
En la Conferencia de Berlín ya se planteó el problema de los “imperios coloniales continuos”, con la formación de ejes coloniales en sentido horizontal (dirección Oeste-Este) o vertical (dirección Norte-Sur). Francia aspiraba a crear un eje O-E desde Senegal y Gabón por el Sáhara y Sudán hasta Somalia. Portugal deseaba igualmente conseguir su eje O-E entre Angola y Mozambique. Ambos ejes horizontales chocaban con el pretendido por Gran Bretaña en sentido N-S, entre El Cairo y El Cabo.
- La primera rivalidad colonial se produjo entre Inglaterra y Portugal en el África austral al querer Portugal unir Angola con Mozambique incorporándose el territorio entre ambas, lo que desembocó en la crisis del ultimátum o del “mapa rosa” (1890), por la que Portugal, una vez recibido el ultimátum británico, decidió desistir de su proyecto. Se enfrentaron también los intereses portugueses en esta zona; los de los colonos holandeses y alemanes (bóers o afrikáners), asentados en la región de El Cabo, contra los intereses británicos que habían ocupado el Cabo en 1806; se sumaría a esta rivalidad la presencia de Alemania en África del Sudoeste.
- La segunda rivalidad tuvo lugar entre Francia y Gran Bretaña en 1898 al chocar ambos imperialismos en Sudán (en Fashoda, a orillas del río Nilo) y que puso a ambas potencias al borde de la guerra. Francia terminó cediendo a las presiones inglesas renunciando a su imperio colonial en sentido Oeste-Este.
- Las tensiones entre los británicos y los colonos holandeses (asentados en la región de El Cabo) se agravaron desde el descubrimiento de yacimientos de oro y diamantes en las repúblicas Bóers independientes de Orange y Trasvaal, desencadenando la guerra anglo-bóer de 1899-1902. Tras la derrota de los bóers, estas repúblicas fueron anexionadas por Reino Unido, con cierta autonomía dentro de la Unión Sudafricana, que desde 1910, pasaría a ser un dominio.
- Cuando parecía que se habían resuelto las tensiones coloniales, otra vez volvía la rivalidad, ahora entre Francia y Alemania, como consecuencia del intento de Francia de establecer un protectorado en Marruecos, en el que participaría España asignándosele la parte norte de Marruecos (el Rif). Alemania se opuso, ahora pretendía una mayor presencia colonial en África. Consiguió que estallaran dos crisis por Marruecos con la consiguiente tensión, contribuyendo a caldear el ambiente que desembocó en el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La expansión imperialista en Asia
La expansión imperialista en el siglo XIX se completó con la acción colonial europea en Asia.
El imperio ruso
Desde el siglo XVII Rusia había ocupado Asia septentrional. Hacia mediados del siglo XIX se dirigió hacia las tierras fértiles del Turquestán. A partir de 1880-1890, con la construcción del ferrocarril Transiberiano hasta Vladivostok y el ramal transmanchuriano, se extendió a Manchuria la presencia rusa en Extremo Oriente. Esta presencia rusa ocasionó tensiones con Japón, desencadenando la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, en la que Rusia fue derrotada. Por otro lado, hubo tensión con el Reino Unido, con disputas sobre Persia y las tierras fronterizas de la India (Afganistán y Tíbet).
El imperio británico
El objetivo preferente del colonialismo británico en Asia era la India. Desde el siglo XVIII la Compañía Inglesa de las Indias Orientales fue ocupando gran parte del territorio. El Gobierno británico disponía de un ejército de soldados indios encuadrados en el ejército británico: los cipayos. En 1857-1858, se sublevaron por el desprecio de los oficiales británicos. Este conflicto obligó al Gobierno británico a reorganizar la administración colonial. La Compañía fue suprimida, la India dependió directamente de la Corona y fue gobernada por un virrey. En Indochina, Francia estaba llevando a cabo su expansión, con el consiguiente recelo británico. De esta forma, el Reino Unido ocupó Birmania, convertida en protectorado desde 1886, y los sultanatos del centro y sur de Malasia entre 1870 y 1885. El Reino Unido también había establecido colonias de poblamiento en Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), que se constituyeron en dominios en 1901 y 1907.
El imperio francés
La conquista francesa de Indochina se inició en 1858-1860 con la ocupación del delta del río Mekong y la firma del tratado con el rey de Annam, que cedió a Francia las tres provincias orientales de Cochinchina. En 1887 se constituyó la Unión General de Indochina (Annam, Tonkín, Cochinchina y Camboya) a la que se incorporó Laos en 1893. También se acordó la neutralidad de Siam (actual Tailandia), como Estado Independiente.
Otros imperios
Los holandeses afirmaron su administración sobre las Indias Orientales Holandesas (actual Indonesia, Islas Célebes y mitad occidental de Nueva Guinea), y los alemanes ocuparon la mitad nororiental de Nueva Guinea, las Islas Marshall, Salomón, Carolinas y Marianas.
El caso de China
China fue el gran objetivo comercial de las potencias europeas, Estados Unidos y Japón. Las guerras del opio (1839-1842 y 1856-1860) se originaron por la prohibición del Gobierno chino a la entrada del opio indio (contrabando inglés) que se intercambiaba por té y seda. Tras estas guerras, el Reino Unido y Francia forzaron con los chinos una serie de tratados:
- China cedió Hong Kong al Reino Unido.
- Se otorgaron algunos derechos a los comerciantes extranjeros, estableciendo colonias propias en algunas ciudades y controlando aduanas (Shanghái, Cantón).
De esta forma, China se abrió a los comerciantes europeos y causó ruina en los comerciantes autónomos. Nuevos tratados firmados por China, durante la segunda mitad del siglo XIX, le obligaron a seguir abriendo su mercado y aceptar el establecimiento en sus ciudades de colonias propias, ajenas a toda ley china, por parte de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia, Japón y EE.UU. Ante tales abusos, se comprende que se desarrollaran levantamientos populares contra los extranjeros. En 1900 tuvo lugar la revuelta de los bóxers, ultranacionalistas chinos, que llegaron a dar muerte a unos 300 extranjeros. Las potencias europeas, junto con Japón y EE.UU., respondieron con el envío de una fuerza internacional que acabó con la revuelta. La situación siguió siendo inestable y en 1911 una revolución desembocó en la proclamación de la república en China, que puso fin a la dinastía Manchú. Tampoco significaría la estabilidad política deseada por las potencias beneficiarias del sistema de concesiones.