Las Revoluciones del Siglo XIX
El Congreso de Viena se vio pronto resquebrajado ante los constantes ataques a que fue sometido. La ideología liberal lo inundaba todo, desde los discursos políticos hasta los escritos filosóficos y los periódicos. Esta doctrina se basaba en salvaguardar la libertad individual, lo que llevaba implícita la limitación del poder monárquico. Thiers expuso las leyes que protegían la propiedad, la integridad personal o familiar, la libertad de industria o de confesión religiosa, la libertad de prensa o de reunión. La soberanía nacional quedó restringida al negarse el sufragio universal. La burguesía, que se hizo con el poder con la experiencia revolucionaria de 1789, propuso una monarquía limitada por una Constitución escrita y gobernada por medio de partidos políticos elegidos por sufragio censitario. El descontento popular provocado por los problemas sociales derivados de la Revolución Industrial fue canalizado hacia intereses políticos. Europa se vio envuelta en oleadas revolucionarias que eliminaron definitivamente el Antiguo Régimen.
Las Revoluciones de 1820
Las revoluciones de 1820 se produjeron, principalmente, en la zona mediterránea europea a partir de pronunciamientos militares y lideradas por revolucionarios.
En España, Fernando VII tuvo que sofocar los levantamientos de las colonias americanas y luchar contra los liberales. Las tropas del coronel Rafael del Riego, preparadas para embarcar hacia América, se sublevaron en Cabezas de San Juan (Cádiz), en un pronunciamiento respaldado por la burguesía liberal. El rey se vio obligado a jurar la Constitución de 1812. La política del Congreso de Viena provocó la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, que aplastó los movimientos revolucionarios y restauró en el trono a Fernando VII.
Grecia se encontraba bajo el dominio del Imperio otomano. Con la concienciación de intelectuales surgieron las sociedades secretas, germen de la lucha por la independencia, apoyada por las potencias europeas, que presionaron a Turquía para que firmara el Tratado de Adrianópolis (1829). Este apoyo violó los principios del Congreso de Viena.
La Independencia de las Colonias Españolas Americanas
Cuando las tropas napoleónicas invadieron la península ibérica (1808), se formaron en varios lugares de América hispana Juntas que proclamaron su lealtad a Fernando VII. Diversos factores contribuyeron a la emancipación de las colonias americanas, entre los que cabe destacar: las ideas ilustradas procedentes de Francia; la confusa situación en la metrópoli después de la Guerra de Independencia, así como la debilidad política y militar de España y Portugal; la aspiración de los criollos, grupo social rico y culto; el monopolio comercial español y la doctrina Monroe, proclamada por Estados Unidos, que, junto con Gran Bretaña, apoyó los movimientos independentistas hispanoamericanos.
La independencia de las colonias españolas se produjo a lo largo de dos fases:
- Primera fase (1808-1816), caracterizada por el fracaso de los movimientos independentistas. Únicamente Argentina logró la independencia. Las tropas españolas, sin embargo, lograron controlar la situación en el resto de los virreinatos. En México, el cura Hidalgo inició el movimiento de independencia. Tras el fusilamiento de Hidalgo, el movimiento independentista fue continuado por Morelos, también fusilado.
- Segunda fase (1817-1824), caracterizada por el triunfo de los independentistas. La revolución de 1820 en España favoreció la situación de los sublevados, al suspenderse el envío de tropas militares que debían controlar las constantes insurrecciones que se producían en las colonias. San Martín, general argentino, derrotó a las tropas españolas en Chacabuco. Al año siguiente se proclamó la independencia de Chile. Simón Bolívar, en Colombia, venció a los realistas de Boyacá, lo que provocó la independencia de Colombia. Se trasladó a Venezuela, y dos años más tarde derrotó a las tropas españolas en Carabobo. Su lugarteniente, Sucre, logró la independencia de Ecuador. Una serie de acuerdos políticos, como el Plan Iguala, llevaron a la proclamación de la independencia de México. En el año 1824, la batalla de Ayacucho confirmó la independencia americana. Perú y Bolivia lograron su independencia.
Las Revoluciones Burguesas de 1830
Estas revueltas revolucionarias fueron más graves y de mayor alcance que las de 1820. Se produjeron en:
- Francia. Carlos X eliminó la Carta Otorgada, puso mayores restricciones al voto censitario, suspendió la libertad de prensa y disolvió la Cámara de los Diputados. Ante estas medidas, obreros, estudiantes e intelectuales se echaron a la calle, haciendo frente al ejército con barricadas y derrotándolo, lo que provocó la abdicación del rey. Lafayette propuso a Luis Felipe de Orleans para ocupar el trono. El nuevo monarca restauró la Carta Otorgada, restableció la libertad de prensa, amplió el voto censitario e introdujo la bandera tricolor.
- Para Bélgica, el estallido revolucionario significó la separación del dominio holandés y la proclamación de su independencia. Los Países Bajos se crearon en el año 1815, pero se trataba de una unión totalmente artificial, ya que la economía, la religión, el idioma y las costumbres eran diferentes. Su primer Congreso eligió como rey a Leopoldo de Sajonia-Coburgo.
- Polonia no existía como nación, estaba repartida entre Prusia, Austria y Rusia, que controlaba la mayor parte del territorio. Los levantamientos de liberales y nacionalistas fueron duramente reprimidos por las tropas rusas.
- En los Estados Pontificios, Módena, Parma y Bolonia, la represión austriaca ahogó las esperanzas liberales. Lo mismo ocurrió en los Estados alemanes, que sufrieron una dura represión.
Las Revoluciones Democráticas de 1848
Los movimientos revolucionarios que azotaron Europa a mitad del siglo XIX fueron los primeros que basaron sus reivindicaciones en ideas socialistas y democráticas. No solamente reclamaron derechos políticos, sino también mejoras laborales. La escasez de cereales y la crisis industrial fueron algunos de los factores que hicieron surgir la idea de que la sociedad estaba mal administrada y organizada.
- Francia. Luis Felipe de Orleans, decantado poco a poco hacia el autoritarismo, era cada vez más impopular. Un banquete, en un restaurante de los Campos Elíseos, al que seguiría una manifestación, dio lugar a una dura represión, que ocasionó una veintena de muertos. Este hecho fue el detonante de una revuelta popular que provocó la caída del Gobierno y la proclamación de la II República francesa. Las dos fuerzas que llevaron a cabo la revolución fueron la burguesía y el proletariado. Luis Napoleón ganó por mayoría las elecciones a la presidencia de la II República, las primeras con sufragio universal masculino. El 2 de diciembre de 1851, Luis Napoleón dio un golpe de Estado. En enero de 1852 promulgó una nueva Constitución que le permitía estar en el poder durante 10 años, pudiendo ser reelegido. Divide al legislativo en tres cámaras: Asamblea, Senado y Consejo de Estado. El 2 de diciembre de 1852 instauró el Segundo Imperio.
- Alemania. Ante los levantamientos, el rey prometió en Berlín una Constitución. En Prusia y otros Estados alemanes se produjeron también revueltas. El primer intento unificador de los Estados alemanes resultó, en consecuencia, fallido.
- Italia. La mayoría de los Estados italianos que se sublevaron reclamaron una Constitución y la extensión del voto. En un principio triunfó la revolución, y los austriacos fueron expulsados. Con la derrota piamontesa se abandonó, de momento, la idea de la unificación italiana.
- El Imperio austriaco. La monarquía era autoritaria y se apoyaba en el ejército, la Iglesia católica, la policía y la burocracia. Francisco José fue nombrado emperador en 1848 y rigió los destinos del Imperio hasta 1916. Tras la revolución de 1848, los deseos de liberalismo y las reivindicaciones nacionalistas hicieron necesarios cambios con el Ausgleich o Compromiso por el que el Imperio se transformaba en la monarquía dual austro-húngara. La estabilidad política generó un gran impulso económico en la parte occidental del Imperio, mientras la parte oriental seguía dependiendo de unas tradicionales estructuras agrarias. La rivalidad con Rusia en los Balcanes llevó a los austriacos a aproximarse al Imperio alemán.
Hungría pretendía independizarse de Austria, pero quería mantener bajo su dominio a croatas, rumanos y eslovenos. A pesar de que la mayoría de los levantamientos fracasaron, se consiguieron algunas conquistas significativas, como la desaparición del feudalismo o la consecución de regímenes parlamentarios y la participación proletaria en algunas de las revoluciones.
El Segundo Imperio Francés
La revolución de 1848 instauró en Francia la II República y Luis Napoleón fue elegido, por sufragio universal, presidente de la República. Según la Constitución solo podía volver a ser presidente después de cuatro años. La solución era reformar la Constitución. Ante una votación no favorable se decantó por el golpe de Estado. Su primera medida fue disolver la Asamblea, medida que legitimó con la convocatoria de un referéndum, con el que los ciudadanos apoyaron el golpe de Estado de 1851. Promulgó una nueva Constitución en 1852 que instauró el Segundo Imperio.
Política Interior de Napoleón III
La acción de Napoleón III se basó en una política interior autoritaria y una política exterior intervencionista, para conseguir que Francia se convirtiera en una gran potencia económica e imperial. La política interior se sustentó en tres grandes sectores:
- El ejército, que no era tan poderoso y moderno como la propaganda divulgaba, apoyó la idea imperialista por el protagonismo que le concedía.
- La burguesía vio con buenos ojos al hombre que impuso orden e impulsó la industrialización. Más tarde, ante la firma de un tratado librecambista con Gran Bretaña, su opinión no fue tan favorable.
- La Iglesia católica receló al principio de Napoleón, pero cambió de opinión cuando las leyes favorecieron la enseñanza religiosa, se construyeron edificios destinados a la Iglesia y se reconocieron sus privilegios.
Una de las estrategias políticas de Napoleón III consistió en atraerse a la oposición, sobre todo a los partidos de izquierda y a los republicanos, pero era muy difícil olvidar su etapa represiva. La oposición creció y Napoleón III se vio obligado a conceder más importancia a las Cámaras para frenar la oposición. Durante la guerra franco-prusiana (abril de 1870), los poderes del emperador y la emperatriz de Montijo se recortaron, y ante la derrota final, se produjo su derrocamiento. En política económica, Luis Napoleón promovió el fortalecimiento de la industria del tejido de algodón y de la seda, y la construcción de redes ferroviarias. La idea de desecar la zona pantanosa de las Landas para plantar árboles consolidó el gran proyecto industrializador, que culminó con la construcción de canales interoceánicos, como el canal de Suez, que engrandeció y transformó la economía francesa. Preocupado por embellecer París, que era una ciudad medieval sucia y sin prestigio para ser capital de un Imperio, promovió, junto al Prefecto de la ciudad, Georges Haussmann, la construcción de un nuevo París. La pretensión del emperador era facilitar las iniciativas empresariales, disminuir el paro, evitar revoluciones callejeras y mejorar la salubridad de la capital con redes de alcantarillado. Todos estos proyectos quedaron interrumpidos con el triunfo de la Comuna en 1870, en un París sitiado por los prusianos.
Política Exterior de Napoleón III
La desarrolló en tres direcciones:
- Fomento del colonialismo, no solo estableciendo nuevos mercados y asegurarse materias primas para la industria, sino con fines imperialistas. Consiguió abrir algunos puertos chinos al comercio francés. Al mismo tiempo se anexionó la Conchinchina y el territorio camboyano.
- Apoyo al nacionalismo italiano. Con la intervención francesa, el ejército piamontés consiguió importantes victorias, pero Napoleón III, temiendo que la conflagración se generalizara, traicionó a Italia firmando la paz por separado con Austria.
- Política intervencionista. Gran Bretaña y Francia, movidas por sus intereses comerciales, decidieron apoyar a los turcos en la guerra de Crimea (1854-1856) frente a los rusos, que soñaban con dominar los estrechos que comunicaban el mar Negro y el mar Mediterráneo. La intervención de Gran Bretaña y Francia obligó al zar Alejandro II a pedir la paz.
La presencia francesa en América se produjo desde que México obtuvo su independencia en 1821. El país se debatía en una guerra civil entre los conservadores y los liberales reformistas de Juárez. El triunfo de los reformistas llevó a los conservadores a pedir ayuda occidental. Gran Bretaña, España y Francia decidieron eliminar a los reformistas y saldar la deuda de México con estos países. Pero solo Francia persistió, instaurando a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México. La aventura mexicana de Francia acabó tras el apoyo de EE. UU. a Juárez, con el fusilamiento de Maximiliano y la total retirada del ejército francés. Ante este fracaso, Napoleón III buscó recuperar su prestigio enfrentándose a Prusia. La derrota de Sedán marcó el fin del Segundo Imperio francés, para dar paso a la III República.
La III República Francesa
Proclamada en 1870. Gobernado en los años 70 por la derecha monárquica y dirigida en los 80 por fuerzas de centro-derecha, finalizará en los 90 bajo el mandato de una izquierda radical. Las elecciones de febrero de 1871 dan como ganadores a los monárquicos frente a los republicanos. La Asamblea ofrece el poder ejecutivo a Thiers, que fue el vencedor de la Comuna. Su preocupación inmediata es la reorganización del país; para ello pone en marcha una reforma financiera, aumentando los impuestos, y una reforma del ejército, disolviendo la Guardia Nacional y decretando el servicio militar obligatorio en 1872. Los monárquicos se sienten traicionados al optar Thiers por la república como régimen político definitivo, y provocan su sustitución por Mac-Mahon, militar monárquico legitimista. Con la dimisión de Mac-Mahon en 1879, Francia deja de ser una república sin republicanos. Con la crisis económica de 1879 la república se ve golpeada por el socialismo de izquierdas y el boulangismo de derechas. El general Boulanger se presenta a las elecciones parciales con un programa autoritario que aglutinó a todos los descontentos. El gobierno invalidó las elecciones y acusó a Boulanger de complot contra el Estado; Boulanger huyó a Bélgica.
Las elecciones de 1893 supusieron un giro hacia la izquierda. En 1894 sale a la luz el escándalo político llamado affaire Dreyfus. Este caso enfrentará a la derecha antisemita y nacionalista con la izquierda radical defensora de Dreyfus. El bloque de izquierdas nacido del caso Dreyfus llega al poder en 1899. El nuevo gobierno inicia una reforma militar para controlar al ejército y toma medidas para limitar el poder de la Iglesia.
Rousseau reforma el ejército e impulsa una reducción del número de congregaciones religiosas. Clemenceau promueve una política social. La participación de los socialistas en el gobierno provoca divisiones internas.