Revolución liberal en el reinado de Isabel II selectividad

TEMA 11 CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874) ORGANIZACIÓN POLÍTICA: MONARQUÍA, CONSTITUCIONALISMO y PARTIDOS POLÍTICOS

El período que comprende el reinado de Isabel Il es una etapa de transición de una sociedad agrícola con fuertes vestigios feudales, a otra de carácter liberal o capitalista presidida por una monarquía parlamentaria. Así se transformó la propiedad de tipo feudal en privada capitalista (desamortización) y se crearon las estructuras financieras, industriales y las infraestructuras necesarias para modernizar alpaís (el ferrocarril). Serán la burguésía y la alta nobleza terrateniente los que harán la transición y controlarán el sistema político mediante el sufragio censitario, que, al pedir una renta mínima para poder votar, generalmente alta, marginará a gran parte de la población. Liberalismo y constitucionalismo van íntimamente unidos. Los Estados liberales se dotan de una Constitución o “Carta Magna” que constituye la base de la estructura del Estado (régimen político, división de poderes y funciones de cada uno), declaración de derechos y deberes del ciudadano, forma de sufragio etc. Todas las leyes que se aprueben deben de adaptarse a este texto, es decir, ser “constitucionales”. Durante el reinado de Isabel Il se aprobaron dos Constituciones (las de 1837, progresista y la de 1845, moderada), otra se aprobó pero no se llevó a la práctica (la “non nata” de 1856) y una “carta otorgada”, el Estatuto Real de 1834. La debilidad de la burguésía liberal, dividida en dos partidos políticos: el Moderado y el Progresista, hace posible que se

impongan los sectores militares de ambos, los llamados _ “espadones” (Narváez, Serrano, O’Donnell), que incapaces de conseguir el poder por las urnas, utilizan el pronunciamiento como arma política (sobre todo los progresistas). La reina apoya la opción liberal moderada porque no le queda más remedio. Estos partidos eran de minorías o
elitistas, ya que la gran mayoría de la población no podía votar y, por lo tanto, no participaban en la vida política. Estaban formados por la élite burguesa y las diferencias entre los dos eran mínimas. A lo largo del reinado de Isabel Il se fueron formando nuevos partidos. El primero fue el Partido
Demócrata (1849) que es una escisión de los progresistas por la izquierda; eran partidarios del sufragio universal masculino, la soberanía popular, educación y sanidad pública y más libertades, corno la de culto. El siguiente fue la Uníón Liberal, fundado por O’ Donnell en 1854, que intentaba
cubrir el espacio “de centro” entre los moderados y los progresistas. Durante el Sexenio aparecen otro partido: el Republicano Federal (1868), surgido de una escisión del Partido Demócrata. Frente a los . liberales se presenta el bloque tradicionalista en tomo al carlismo, defensor de la religión católica, los fueros y la monarquía absoluta. El enfrentamiento entre ambos bloques marcará todo el siglo (en total hubo tres guerras carlistas), produciendo en el país un estado latente de guerra civil, salpicado por los enfrentamiento s entre los liberales, las revueltas populares y los continuos pronunciamientos. Sin duda, la primera guerra carlista aceleró de forma irreversible el proceso de revolución liberal en España. Una revolución, la de 1868, destronará a Isabel Il. Por lo que respecta a la economía, España pasará de tener un sistema económico anclado en el Antiguo Régimen a un sistema de corte capitalista, más de acorde con el entorno europeo. En el campo las reformas fueron profundas, eliminándose los vestigios del régimen señorial. Mediante las desvinculaciones y desamortizaciones, pasando los bienes de los señoríos a ser propiedad privada de los señores y los bienes de la iglesia a ser vendidos en subasta.

1.- LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL 11(1833-43): 1.- LA REGENCIA DE MARÍA Cristina (1833- 40):


A.- La Primera Guerra Carlista (1833- 39):

A la muerte de Fernando VII los sectores favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel como reina, sublevándose contra su viuda M” Cristina, que era la regente a causa de la minoría de edad de la reina (3 años). Los carlistas proclaman como rey a Carlos M Isidro, dando comienzo una guerra civil, que se libraría especialmente en el País Vasco y Navarra. Los carlistas reciben el apoyo de parte del clero, la nobleza, algunos mandos militares y de gran parte del pueblo receloso de los liberales y defensor de la tradición foral y el catolicismo. Del exterior reciben escasa ayuda de las potencias absolutistas (Rusia, Austria y Prusia). A la regente M Cristina la apoyaban el alto clero, el ejército, parte de la nobleza, los funcionarios y, en general, la población urbana. La ayuda exterior vino de Inglaterra y Francia. Parece claro que la regente se vio obligada a apoyarse en los liberales para mantener en el trono a su hija. La guerra se inició con el levantamiento de partidas carlistas en el País Vasco y Navarra. Ante la indiferencia liberal el general Zumalacárregui organiza un ejército, mientras que Cabrera hace lo mismo en Aragón y Cataluña. Los carlistas dominan el campo, pero las ciudades son fieles a la regente. El gran objetivo es la toma de Bilbao, asedio en el que muere el general Zumalacárregui verano de 1835). Dos hechos carlistas espectaculares marcan la siguiente fase de la guerra: la Expedición del general Gómez, que atravesó todo el país, y la Expedición Real, en la que el pretendiente Carlos marcha sobre Madrid para negociar con la regente, pero fracasa ante las tropas_ “cristinas” del general Espartero, y los carlistas se retiran (sept. De 1837). Tras el fracaso de la Expedición Real, parece claro que la guerra se decanta del lado realista. Además los carlistas se dividen en dos bandos: unos que quieren negociar con los liberales y terminar la guerra y otros que quieren seguir la lucha. Por fin el general Maroto (carlista) y Espartero firman la paz en el llamado Convenio de Vergara (1839). A cambio los realistas prometen mantener los fueros del País Vasco y Navarra e integrar los mandos carlistas en el ejército real. Cabréra continúa la guerra en el Maestrazgo, rindiéndose enjulio de 1840.

B.- El inicio de las reformas liberales: el Estatuto Real de 1834:

El primer gobierno de la regente fue confiado a Cea Bermúdez, que aspiraba a restablecer el viejo sistema del Despotismo Ilustrado. La guerra carlista y el descontento de los liberales hicieron ver a la regente que era preciso acercarse más a los liberales. El gobierno fue confiado a un viejo liberal “doceañista”: Martínez de la Rosa,que promulgó el ESTATUTO REAL,en 1834, especie de “Carta Otorgada” por la Corona, pero que no es una verdadera Constitución. Era muy conservador: así el rey detentaba el poder ejecutivo y el legislativo (junto con las Cortes), no se reconocía el principio de soberanía nacional y el tipo de sufragio censitario exigía una renta muy alta (12.000 reales), con lo que sólo votaba el 0’15 % de la población. Las Cortes eran bicamerales: el Estamento de Próceres (nombrados por el rey con carácter vitalicio: grandes de España, Obispos, altos cargos) y el Estamento de Procuradores (elegidos entre los ciudadanos de más de 30 años y 12.000 reales de renta).