La ciudad y los perros
Es revelador, por cierto, que su buena acogida en España contrastase con el escándalo suscitado en el Perú. Llamó su atención su técnica narrativa y la atmósfera sórdida que retrataba La importancia que cobraba la trama laberíntica. Los temas: la violencia y fatalismo, la sexualidad degradada. Distintos narradores. La historia se inicia con el robo se unos exáMenes en el colegio militar Leoncio Prado de Lima. En represalia por la acción, se prohíbe a los alumnos salir de recinto colegial por tiempo indefinido. Tras varias semanas de encierro, uno de los alumnos-cadetes, apodado el Esclavo revela la identidad del ladrón. Aunque los profesores silencian el nombre del sopón, enseguida cunden los rumores. Uno de los líderes de los cadetes, el Jaguar, empieza a sospechar. El Esclavo muere asesinado a balazos durante unos ejercicios militares. Todo apunta a que el culpable sea el Jaguar, pero las autoridades temen al escándalo y la investigación va a concluir que se ha tratado de un trágico accidente. Alberto, otro alumno apodado El Poeta, denuncia a Jaguar, pero se le silencia por medio de un chantaje basado en las aficiones pornógrafas del muchacho. Asimismo, uno de los personajes más nobles de la novela, el oficial Gamboa, es destinado a las provincias con el fin de evitar su testimonio, que podría desacreditar a los mandos del colegio. El final nos muestra el destino de algunos muchachos tras salir del internado. Algunos sufren, o se intuye que van a sufrir, una intensa evolución. Alberto deja a su novia, Teresa, una chica de condición modesta, y empieza a salir con otra muchacha de su clase social. Sus calidades más nobles parecen diluirse en sus nuevos proyectos, acomodaticios y conformistas. En cambio, Jaguar acaba casándose con Teresa, olvida su turbio pasado en el colegio y lleva una vida moderadamente feliz.
Los cachorros …La casa verde
Bonifacia se enamora del brutal Sargento Lituma, el cual se casa con la muchacha y l hace feliz provisionalmente, ya que después, cuando vayan a Piura, lejos de la selva, el esposo se entrega a una vida disoluta en compañía de sus amigos, los Inconquistables. Lituma es enviado a la cárcel y, en su ausencia, uno de sus amigos seduce a Bonifacia y la obliga a trabajar de prostituta en La Casa Verde. Las monjas de misión, que se dedican a secuestrar nativas con la ayuda de los soldados para luego introducirlas en la civilización como sirvientas.
Crítica social y destino
La explotación de los otros es tal vez el tema dominante. En la ciudad se trata de la explotación sexual de la mujer en el burdel; en la selva, ella es utilizada del mismo modo. En realidad, el machismo violento está presente en uno y otro ámbito, ya que incluso en la misma selva, las relaciones entre Bonifacia y el Sargento comienzan con una violación.
Vargas Llosa nos define el proceso de creación de su obra literaria: “Escribir un libro es descubrir en sí mismo cosas que uno ignoraba que existían. Todo libro es producto de ciertas experiencias personales. En todos los cuentos y novelas que he escrito ocurren ciertas cosas porque me han ocurrido a mí en un momento dado. El porqué escribe un novelista está visceralmente mezclado con él sobre qué escribe: los demonios de su vida son los temas de su obra, y a los que tratará simultáneamente de exorcizar.”
·La niñez, embrión literario “Cochabamba; la casa era grande como una novela y escribir era jugar. Yo no recuerdo nada de eso, pero sí lo recordaba mi madre, quien me aseguró que así empecé a escribir: metíéndome de polizón en las historias que leía para alterarlas de manera que se adaptaran más cabalmente a mis apatitos de lector. Escribir y leer era el anverso y reverso de una misma magia, que consistía en vivir una vida distinta de la no elegida, de aquella impuesta por azares y fatalidades y por autoridades diversas. Leyendo o escribiendo sí era posible transgredir la realidad. Eso fue sólo un juego exaltante y feliz mientras yo era feliz y gozaba de los mimos e infinitos cariños de mi familia materna; luego, a partir de mis once años cuando mis padres se reconciliaron y nos fuimos a vivir a Lima, y a mi contra el miedo a mi padre, y un calmante contra la añoranza de la inocencia, los abuelos y los tíos perdidos. En la adolescencia, la literatura se convierte en una fórmula de disidencia frente a la autoridad paterna. Un episodio importante es su traumático internamiento en el Colegio Militar Leoncio Pardo. Anulado como me sentía por la abrumadora autoridad paterna. Hombre de acción hasta la médula, le parecía una pérdida de tiempo, una actividad algo bohemia y poco viril. Así, para mí, en esos años, leer y escribir no solo fue un goce, sino violentar un tabú, un desafío a la autoridad. Mi vocación despuntaba aureolada de riesgo y prestigiada con los encantos de lo prohibido. Mi padre dio un imprevisto impulso a mi vocación de escribidor, habiéndose propuesto más bien lo contrario. La soledad del internado, sobre todo esos sábados y domingos que la consigna me tenía encerrado, hubiera sido irresistible sin la lectura. Hora, gracias a ella, recuerdo esos encierros con entusiasmo y gratitud. Dumas fue el primer escritor que leí en serie. Víctor Hugo de Los Miserables, el mejor amigo que allí tuve. Las cartas de amor y las novelistas eróticas hicieron de mí, en un precoz escribidor profesional: canjeaba esos textos a mis compañeros por cigarrillos y a veces unos soles. Escribir podía ser, pues, una actividad aceptable, amiguera, y, además de servicial, cosa de machos. Maestros literarios: Dos Passos, Sartre, Hemingway, Faulkner, Camus. “