La década de los 60: La renovación narrativa
En esta década se produce el agotamiento del realismo social. Aunque no se renuncia completamente a la intención crítica, los novelistas abandonan el decálogo estético de la novela social e inician un proceso de renovación basado en la experimentación formal, inspirada por los narradores hispanoamericanos del boom y por los grandes renovadores de la novela del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner). Sus principales características son:
- El argumento pierde importancia, al igual que el espacio, que se difumina.
- Los personajes pierden también sus contornos definidos. Su comportamiento y su conciencia a veces son irracionales o caóticos.
- Ruptura del tiempo lineal con retrospecciones o anticipaciones, reforzada con una estructura laberíntica, por lo que el lector debe colaborar activamente.
- Empleo de una gran variedad de técnicas y recursos narrativos: alternancia de puntos de vista y narradores, uso del monólogo interior, ausencia de divisiones externas (como partes o capítulos), ruptura de las convenciones ortográficas… A ello se suma una gran labor de experimentación lingüística.
Son numerosos los autores que participaron en esta tendencia desde comienzos de la década hasta la época de la Transición. Los más relevantes son:
Autores clave de la renovación narrativa
- Luis Martín-Santos, autor de Tiempo de silencio (1961). Esta novela marca el abandono del realismo de los 50 al emplear técnicas más complejas (parodias, monólogos interiores, barroquismo estilístico…).
- Juan Marsé. Sus novelas suponen la síntesis del realismo y las técnicas renovadoras con las que retrata, de forma crítica, el tejido social de su Barcelona natal, desde la alta burguesía a los proletarios y marginados. Así sucede en sus principales novelas, como Últimas tardes con Teresa o Si te dicen que caí.
- Juan Benet. En sus novelas (Volverás a Región, Una meditación), muy influidas por Faulkner, el argumento se difumina a favor del discurso lingüístico.
- Gonzalo Torrente Ballester. Aunque pertenece a una generación anterior, es en este periodo cuando ofrece sus obras más ambiciosas, como La saga/fuga de JB (1972), novela experimental con un fuerte componente mítico y metaliterario.
La lista se puede completar con otros autores como Juan Goytisolo (Señas de identidad), Luis Goytisolo (Antagonía) o Miguel Espinosa (Escuela de mandarines).
La transición hacia la novela posfranquista
Con el fin de la dictadura, la novela inicia un proceso de cambio que lleva al abandono del experimentalismo y a la recuperación de la trama argumental y el interés por los subgéneros (novela de intriga, histórica, costumbrista…). Gran importancia en este proceso tiene una novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta. Junto a este autor aparecen otros nombres nuevos que alcanzarán gran relevancia posteriormente, tales como Javier Marías, José María Merino o Luis Mateo Díez.