1.4. La cultura en el Renacimiento
En el Renacimiento tuvo lugar un cambio en la concepción del ser humano en sus relaciones con Dios y con la naturaleza. Dotado de libertad, dignidad y capacidad de decidir sobre sí mismo, el hombre se situó en el centro del mundo (antropocentrismo). La base de la transformación de la cultura renacentista fue la valoración de la educación y la recuperación de las letras clásicas realizadas por los humanistas.
Humanismo: fue una corriente de pensamiento basada en los studia humanitatis («estudios humanísticos»), que imponían el aprendizaje del clásico, lo que permitió el acceso directo a las obras de la Antigüedad. Consideraba que esta formación permitía el desarrollo de las capacidades del hombre y, además, le proveía de ideas filosóficas para afrontar la vida. La lectura de los autores antiguos llevó, en la creación poética, a su imitación, entendida como conocimiento de textos diversos y recreación personal. En las obras humanísticas, junto con la valoración de las posibilidades del hombre y de su capacidad de creación, se exaltan la naturaleza y el placer; en ellas predomina una visión optimista y confiada del mundo.
Los humanistas fueron muy apreciados, ya que participaban activamente en el desarrollo de la vida urbana: educaron a nobles y burgueses, desempeñaron importantes cargos, participaron en la vida política y económica de las ciudades y disfrutaron de la protección de los poderosos.
Humanismo y Renacimiento en España: En España, el humanismo cobró importancia a fines del siglo XV. A principios del XVI destaca la labor del cardenal Cisneros, impulsor de reformas rurales y espirituales, que promovió la edición de la Biblia políglota complutense (hebreo, arameo, griego y latín) y fundó la Universidad de Alcalá de Henares. Junto al humanismo, cabe mencionar la reivindicación y estudio de la lengua nacional (que se dio también en Italia). El español se impuso en la literatura y la ciencia, y se tradujeron obras latinas (por ejemplo, las versiones del poeta Horacio realizadas por fray Luis). Elio Antonio de Nebrija publicó Gramática de la lengua castellana, y Juan de Valdés, el Diálogo de la lengua. Asimismo, en algunos aspectos, durante el Renacimiento se produjo un resurgir del caballeresco, fusionado en este caso con la cultura. La política imperial de Carlos I, que llevó a sus servidores a tierras lejanas, favoreció la aparición del ideal de cortesano: el poeta que participa en campañas militares y misiones diplomáticas. El prototipo de caballero renacentista (hombre culto, noble, militar y poeta, encarnado principalmente en España en la figura de Garcilaso de la Vega) fue retratado por Baltasar de Castiglione en El Cortesano (1528), obra traducida al español por el poeta Juan Boscán.
2. La lírica renacentista
La renovación de la poesía cancioneril se produjo a causa de la difusión del humanismo, que permitió un mejor conocimiento de las literaturas clásica e italiana renacentista. Uno de sus máximos exponentes, Francesco Petrarca, influyó en poetas españoles del siglo XV como el marqués de Santillana, Juan de Mena y, posteriormente, en Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. Petrarca consiguió armonizar la herencia de la lírica culta provenzal con la literatura clásica y con la de los poetas italianos de su generación.
2.1. Aspectos formales
La poesía italiana aportó dos innovaciones rítmicas: el endecasílabo y el encabalgamiento, que otorgaban una sonoridad más suave. Aunque en el siglo anterior ya se había utilizado el endecasílabo, fue Juan Boscán quien lo introdujo definitivamente y quien recomendó su práctica a Garcilaso de la Vega. De la misma manera, la lírica renacentista incorporó estrofas y tipos de composiciones habituales en la lírica italiana:
- Tercetos encadenados: asimilados a la poesía castellana por Juan Boscán y empleados luego por Garcilaso en la Égloga II.
- Lira: cuyo nombre castellano proviene de la estrofa inicial de la Oda a la flor de Gnido, de Garcilaso de la Vega.
- Octava real: conocida también como octava rima. Fue introducida por Juan Boscán en el poema titulado Octava rima.
- Estancia: usada en la canción petrarquista o italiana. Fue el metro empleado por Garcilaso en la Égloga I.
- Soneto: de origen popular italiano y perfeccionado por Petrarca, había sido cultivado ya en el siglo anterior por el marqués de Santillana, pero fueron Boscán y Garcilaso quienes lo implantaron de modo definitivo.
- Estrofa sáfica: también de origen italiano, que consta de tres versos endecasílabos y un pentasílabo.
En cuanto al estilo, en la primera mitad del siglo XVI se cultivó una poesía que responde al ideal de sencillez y naturalidad expresiva. En la poesía renacentista se aprecia también un cambio estilístico: cobran importancia la adjetivación, sobre todo el empleo del epíteto para describir el mundo exterior (la hermosura del paisaje), y el uso de metáforas para caracterizar los rasgos físicos de la dama. Destaca la utilización del hipérbaton.
3. Evolución de la poesía renacentista
3.1. Primera etapa
En los primeros años del siglo XVI predominó la lírica cancioneril. En 1511 se publicó el Cancionero general, con textos que siguen modelos de la centuria anterior. Además, fueron populares los romances y poemas tradicionales. En la primera mitad del siglo XVI destaca la renovación poética producida por la irrupción del petrarquismo y la influencia clásica. La poesía lírica se impuso sobre cualquier otro género y en ella sobresale la obra de Garcilaso de la Vega. Esta nueva concepción fue heredada por poetas como Gutierre de Cetina o Diego Hurtado de Mendoza, entre otros.
3.2. Segunda etapa
En la segunda mitad del siglo XVI, la aplicación de los principios de la Contrarreforma produjo importantes cambios religiosos y culturales. Los cambios de esta etapa se corresponden con el auge de la literatura espiritual. Estas creaciones, inspiradas en fuentes bíblicas y con influencias clásicas e italianas, incorporaron formas expresivas y motivos de la primera etapa para desarrollar temas morales o ascético-místicos. En la poesía religiosa sobresalen fray Luis de León y san Juan de la Cruz. Esta lírica aborda dos caminos espirituales: la ascética y la mística.
a) Ascética
Busca la perfección mediante la purificación y expresa el proceso que lleva a la unión del alma con Dios a través de tres vías: la purgativa, en la que el alma se purifica y libera de las pasiones; la iluminativa, en la que la luz de Dios guía al alma; y la unitiva, en la que se produce la unión plena.
b) Mística
La experiencia mística se corresponde con la vía unitiva.
4. Garcilaso de la Vega
En 1543 se publicó Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega (edición póstuma de Boscán), el primer poemario petrarquista de la lírica española. La breve obra de Garcilaso (cuarenta sonetos, tres églogas, cinco canciones, dos elegías y una epístola, además de ocho poemas octosilábicos de tipo cancioneril) produjo la más importante revolución de la lírica española y se convirtió en el modelo de los poetas posteriores.
4.1. Temas y evolución poética
El tema por excelencia de la lírica garcilasista es el amor, expresado desde la melancolía y la tristeza por la frustración o la ausencia de la amada. Con él se relaciona la naturaleza, presentada en su perfección con el tópico del locus amoenus como reflejo del mundo interior del yo poético, refugio de su dolor, ante el que ella se compadece o se siente incapaz de calmarlo. En otros poemas, se abordan los temas
de la amistad (como en la Elegía I y la Epístola a Boscán), el destino, la fortuna, o el de la necesidad de dominar las pasiones, según las ideas de la ética estoica. En sus primeros poemas de estilo petrarquista, se percibe la influencia de la poesía de cancionero y del poeta valenciano Ausias March. Están escritos en un tono más desgarrado y predominan los recursos propios de la lírica cancioneril (antítesis, poliptoton, derivación). 4.2. Las églogas: En estas composiciones líricas, unos pastores exponen sus quejas amorosas en un entorno idealizado. Las tres églogas comparten temas corno el amor y el sufrimiento por haberlo perdido o nQ ser correspondido. Égloga l. Aparte de una introducción y la dedicatoria (al virrey de Nápoles), contiene los monólogos de dos pastores, Salicio y Nemoroso, que tratan sobre el dolor que producen el rechazo y la muerte de la amada, respectivamente. Está escrita en estancias de canción petrarquista. Égloga Il. Sobresale por su heterogeneidad y variedad métrica. La primera parte se centra en el dolor y la locura de un amor no correspondido: el de Albanio hacia Camila. Albanio intenta suicidarse y relata sus desventuras. La segunda parte contiene el elogio de las hazañas de la casa de Alba. Se emplean tercetos encadenados, endecasílabos con rima interior y estancias. Égloga IIl. Narra las historias que tejen cuatro ninfas a orillas del Tajo: tres son relatos mitológicos (Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne y Adonis y Venus) y la cuarta refiere la muerte de Elisa, amada de Nemoroso. Induye los cantos amorosos de los pastores Tirreno y Alcino. Se emplea la octava real . 4.3. Estilo: Su lengua poética se caracteriza por aspirar a una naturalidad expresiva, en la que destaca especialmente el uso de epítetos (a partir de 1532); también cabe mencionar las metáforas, personificaciones e hipérbatos. 5 Fray Luis de León: escribió su poesía coincidiendo con el auge de la literatura espiritual. 5.1. Obra poética original : La obra poética de fray Luis, que incluye veintitrés poesías originales, la mayoría en liras, fue publicada en 1631 por Quevedo. Se trata de poesías morales, excepto unos pocos poemas religiosos. Sus fuentes son la poesía clásica de Horacio (creador del tópico del beatus ille) y de Virgilio, así como los textos bíblicos. En ellas se observa también la influencia del neoplatonismo y la filosofía estoica, que proponía la necesidad de vencer las pasiones (amor, odio, esperanza y miedo) para lograr la paz y la serenidad. El hombre fuerte es capaz de superar las dificultades y los peligros. La tranquilidad y el bien se pueden alcanzar a través del conocimiento de uno mismo, el tópico del vivere secum (