Vida y Carácter de Catilina
Orígenes y Juventud (18)
Lucio Catilina, nacido de una familia noble, poseía una gran fuerza tanto de espíritu como de cuerpo, pero su mente era perversa y depravada. Desde la adolescencia, le atrajeron las guerras internas, las matanzas, los robos y la discordia civil; en esto pasó su juventud.
Ambiciones y Motivaciones (19)
Su espíritu siempre anhelaba cosas demasiado elevadas. Su feroz espíritu se agitaba cada vez más día tras día por la escasez de patrimonio y la conciencia de sus crímenes. Además, le incitaban las costumbres corruptas de la ciudad, a la cual atormentaban males pésimos y diferentes entre sí: la lujuria y la avaricia.
La Seducción de Catilina
Influencia sobre Otros (20)
Si alguien, todavía libre de culpa, caía en la amistad de Catilina, por el roce cotidiano y por los halagos, fácilmente llegaba a ser igual y similar a los demás. Deseaba, sobre todo, la familiaridad de los jóvenes: sus ánimos suaves eran tomados sin dificultad con engaños.
El Complot contra Cicerón
Plan de Asesinato (21)
Aterrados y dudando los restantes, Gayo Cornelio, caballero romano, y con este el senador L. Vargunteyo, establecieron que aquella noche, poco después, unos hombres armados, como para saludar, entrarían a casa de Cicerón y lo atravesarían a puñaladas de improviso, al desprevenido, en su propia casa.
Discurso de Cicerón (22)
Entonces el cónsul Marco Tulio, o bien temiendo la presencia de este o bien movido por la ira, pronunció un discurso brillante y útil para la República. Pero, cuando aquel se sentó, Catilina, como estaba preparado para disimular todas las cosas, comenzó a pedir a los senadores que no creyeran nada sin pruebas sobre él.
Acusaciones y Controversias
El Rol de Craso (23)
Otros decían que Tarquinio había sido involucrado por Cicerón para que Craso, según su costumbre, tomada la protección de los malos, no perjudicara a la República. Luego, yo oí al propio Craso diciendo que aquella desgracia tan grande le había sido impuesta por Cicerón.
El Legado de Sila
Ejecuciones Ordenadas (24)
El virtuoso Sila ordenó que Damasipo y otros de esta clase fuesen ejecutados. ¿Quién alababa la acción de este? Decían que unos hombres criminales y mafiosos, que habían agitado a la República con sublevaciones, habían sido asesinados con mérito. Este asunto fue el comienzo de una gran desgracia.
El Juicio del Senado
La Influencia de Catón (25)
Después de que Catón se sentó, todos los consulares y, además, gran parte del Senado, alaban la opinión de este. Ensalzan el valor de su ánimo. Los unos, increpando a los otros, se llaman cobardes; Catón es considerado brillante y grande. Se hace un decreto del Senado, así como aquel había juzgado.
Corrupción y Decadencia en Roma
Ascenso de Vicios (26)
Después de que la ciudad fue corrompida por el lujo y la desidia, la República sustentaba los vicios de los generales, jefes y magistrados, y durante mucho tiempo ninguno fue grande en Roma. Pero asistieron dos hombres de enorme valor: Marco Catón y Gayo César.
César y su Ambición
Virtudes y Objetivos de César (27)
César era considerado grande por sus beneficios y su generosidad. César se había esforzado en trabajar, vigilar, descuidar sus cosas, no negar nada que fuese digno de regalo. Deseaba para sí un gran poder, un ejército y una nueva guerra donde el valor pudiese brillar.
La Última Batalla de Catilina
Desesperación y Decisión (28)
Pero Catilina, después de que ve que él mismo fue rodeado por los montes y las tropas de los enemigos, que los asuntos son contrarios en la ciudad, que no había ninguna esperanza de huida ni de defensa, pensando…
Muerte Honorable (29)
Manlio y Fasulano caen luchando entre los primeros. Catilina, después de que ve que las tropas han sido dispersadas y que él ha sido abandonado con unos pocos, acordándose de su linaje y de su antigua dignidad, corre hacia los apretadísimos enemigos y allí, luchando, es atravesado.
Consecuencias de la Batalla
Victoria Agria (30)
Y el ejército del pueblo romano no había conseguido una victoria alegre o inocente. Pues cada cual, muy valiente, o había muerto en combate o, gravemente herido, había marchado. Muchos, revolviendo los cadáveres enemigos, encontraban a un amigo, un huésped o a un conocido.