La Segunda República Española: Reformas, Oposición y Conflictos (1931-1936)
La Reforma Agraria y sus Limitaciones
Uno de los principales objetivos de la Segunda República fue la implementación de una reforma agraria. Esta reforma buscaba la indemnización a los propietarios de fincas de labranza no explotadas directamente y su correspondiente reparto entre los campesinos sin tierras, como jornaleros y arrendatarios. Sin embargo, la aplicación de la ley generó una considerable frustración entre los campesinos, quienes habían depositado en ella la esperanza de un futuro mejor. La lentitud de su puesta en marcha y el hecho de que muy pocos campesinos se beneficiaran de la ley (solo se asentaron 12.000 colonos) provocaron una decepción generalizada en un contexto económico de paro creciente.
Las razones de este fracaso fueron:
- El largo proceso de elaboración y aprobación de la ley, que duró casi año y medio.
- La creación del Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de confeccionar un inventario de tierras expropiables y de aplicar el proceso, que se ejecutó de manera lenta y burocratizada.
- Los escasos recursos del Banco Nacional Agrario, encargado de las indemnizaciones previas a los propietarios, lo que retrasaba el procedimiento.
- Una vez entregadas las tierras a las comunidades de campesinos, estos debían decidir si el régimen de su explotación sería colectivo o individual.
La Cuestión Autonómica
En Cataluña, en abril de 1931, se proclamó la república catalana en un marco federal, lo que obligó al Gobierno Provisional a negociar un gobierno autonómico. La Constitución de 1931 reconoció las autonomías. En 1932, las Cortes aprobaron un Estatuto de Autonomía muy recortado. Francesc Macià fue elegido Presidente de la Generalitat y Lluís Companys presidente del Parlamento catalán. Las competencias autonómicas se limitaban a cultura, obras públicas y orden público, lo que parecía insuficiente para los catalanistas.
En el País Vasco, el PNV y los carlistas elaboraron un proyecto de Estatuto basado en la recuperación de los privilegios forales y la defensa del catolicismo. El gobierno republicano lo rechazó por su conservadurismo. Diferentes circunstancias impidieron un nuevo proyecto, por lo que el País Vasco no tendría Estatuto de Autonomía hasta comienzos de la Guerra Civil. En Galicia, se presentó el Estatuto de Autonomía a las Cortes una vez iniciada la guerra civil, con lo que no pudo ser discutido. También se iniciaron en Valencia, Aragón, Baleares y Andalucía otras iniciativas autonómicas que fueron frenadas por la Guerra Civil.
Las Fuerzas Políticas y Sociales de la Oposición
Tanto la radicalización social (principalmente los anarquistas, a veces secundados por los comunistas) como la oposición conservadora (la Iglesia, un sector del Ejército y las derechas) contribuyeron desde diferentes ámbitos a obstaculizar de manera continuada y sistemática las tareas del gobierno reformista.
Los anarquistas, ante lo que consideraban excesiva lentitud de las reformas republicanas, impulsaron la movilización obrera y campesina. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT), con más de un millón de afiliados, siguió la línea extremista marcada por los militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El minoritario Partido Comunista de España (PCE) se hallaba también instalado en una línea radical, defendida en aquel momento por la Internacional Comunista y Stalin.
La crisis económica, la línea radical propiciada por la CNT y la negativa de la patronal a las reformas llevaron a un marco de fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y a menudo violentos. En Castilblanco (Badajoz), el 31 de diciembre de 1931, una manifestación de jornaleros efectuada durante una jornada de huelga general fue disuelta a tiros por la Guardia Civil, produciéndose la muerte de un hombre. Los campesinos se abalanzaron con hoces, palos y piedras y dieron muerte a cuatro guardias civiles.
El debate en Cortes del Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria alentó a la oposición de las fuerzas de derecha. De nuevo, las fuerzas conservadoras recurrieron al tradicional método de la insurrección militar. El general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, intentó un golpe de Estado militar en Sevilla en agosto de 1932. La “Sanjurjada”, mal preparada y con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al gobierno fue inmediata. Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. En este territorio, la Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Francesc Macià, triunfó en las primeras elecciones autonómicas.
Pese al fracaso de Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, aldea gaditana situada en una comarca latifundista de propietarios absentistas y con un paro agrario crónico que afectaba a más de 500 jornaleros hambrientos. Allí los campesinos se sublevaron y atacaron a la Guardia Civil, lo que justificó el envío de la Guardia de Asalto para restablecer el orden. Cuando todo parecía que había acabado, un viejo anarquista, llamado “Seisdedos”, se atrincheró en su casa con sus hijos, nietos y algunos vecinos. El capitán de la Guardia incendió la vivienda y ordenó ametrallar a sus ocupantes (murieron todos menos dos). Después, desencadenó una verdadera cacería humana por el pueblo y asesinó a catorce campesinos.
La matanza de Casas Viejas contribuyó a la crisis y caída del gobierno de Azaña, que dimitió. Se convocaron nuevas elecciones en noviembre de 1933. Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios:
- La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por José María Gil-Robles.
- Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, en la que se agruparon los monárquicos.
- Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador.
Las elecciones dieron la victoria de los grupos conservadores: el Partido Republicano Radical y la CEDA. Las razones del triunfo conservador se debieron a:
- El desgaste del gobierno, provocado por sus errores y por la conflictividad social.
- La izquierda se presentó dividida en múltiples grupos políticos.
- Las derechas se unieron en torno al Partido Republicano Radical y a la CEDA.
- Los anarquistas, desengañados respecto al gobierno de la izquierda, llamaron a la abstención.
- El voto femenino, proclive a la derecha.
El triunfo conservador fue contestado por una insurrección anarquista que tuvo como resultado más de cien muertos.
El Bienio Radical-Cedista y el Frente Popular (1933-1936)
El Bienio Radical-Cedista (1933-1936)
Tras las elecciones, Alcalá Zamora, que desconfiaba de Gil Robles, nombró a Lerroux presidente del gobierno. Constituyó un gabinete formado exclusivamente por miembros de su partido, el segundo más votado. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la suspensión o anulación de las reformas iniciadas:
- Contrarreforma agraria: medidas para limitar la aplicación de la reforma agraria y, en algunos casos, con la consiguiente expulsión de las tierras que habían ocupado miles de jornaleros.
- Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave a militares claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política fue completada con una ley de Amnistía para los implicados en el golpe de Sanjurjo en 1932.
- Conciliación con la Iglesia Católica: se les aseguraba su actividad docente.