Reformas y Conflictos en la Segunda República Española: 1932-1934

El Bienio Progresista (1932-1933): Reformas y Tensiones

El bienio de 1932-1933 se caracterizó por el intento del Gobierno de izquierdas de profundizar en las reformas ya iniciadas durante el periodo provisional. Este proceso se vivió en un clima permanente de tensión política, propiciada desde la izquierda a través de huelgas y levantamientos obreros y campesinos, y desde la derecha mediante el boicot, la resistencia ante las reformas y la provocación al Gobierno.

El 15 de diciembre se formó el primer gabinete constitucional, con Manuel Azaña como jefe y con el mismo grupo de ministros, a excepción de los radicales de Lerroux, que rechazaron el programa, claramente izquierdista, del Gobierno. Largo Caballero continuó al frente de la legislación laboral y social emprendida en 1931. Se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo, que organizaba la negociación colectiva.

Reforma Educativa

La Reforma Educativa continuó su desarrollo a partir del principio, recogido en la Constitución, de que la educación era un derecho de toda la población que debía ser garantizado por el Estado. El Gobierno adoptó un modelo basado en la escuela única, pública, obligatoria y gratuita, estableció la enseñanza mixta, y continuó el ambicioso programa de construcción de escuelas y de creación de plazas de maestro. No hubo tiempo, sin embargo, para sacar adelante una Ley de Instrucción Pública que hubiera modificado los planes de estudio.

Reforma Militar

Azaña continuó su Reforma Militar. Además de ratificar las medidas provisionales de 1931, se suprimieron los tribunales de honor y se derogó la Ley de Jurisdicciones. También se recortó drásticamente el presupuesto de Defensa y se redujeron las plantillas.

Reforma Agraria: Clave para la Modernización

La pieza clave de la modernización era sin duda la Reforma Agraria. Tanto la izquierda republicana como los socialistas sabían que sólo una profunda reforma que modificara la situación del campo podía acabar definitivamente con el atraso histórico del país.

La Ley de Bases para la Reforma Agraria de 9 de septiembre de 1932 declaraba la expropiación de tierras de origen jurisdiccional, las incultas o deficientemente cultivadas, las arrendadas a menos de dos kilómetros de los pueblos y las arrendadas durante los doce últimos años.

La Revolución de Octubre de 1934: Un Momento Crítico

En este contexto se produjo la Revolución de Octubre de 1934, sin duda el momento más crítico de la historia de la Segunda República, salvo, lógicamente, el estallido de la Guerra Civil. El clima de enfrentamiento en las Cortes, los conflictos continuos en el campo, los incidentes en la Universidad entre la FUE y los falangistas y la tensión política existente entre el Gobierno y los nacionalistas, contribuyeron a este estallido.

La posible entrada de la CEDA en el Gobierno se identificaba desde la izquierda como el triunfo del fascismo; hacía un año y medio del ascenso al poder de Hitler en Alemania, y la CEDA no ocultaba su admiración por el nazismo alemán; utilizaba una simbología similar en sus manifestaciones públicas y se declaraba abiertamente antidemócrata.

Fracaso en Madrid y Consecuencias

El movimiento fracasó en Madrid. El Gobierno reaccionó rápidamente y en la noche del mismo día 4 las tropas fueron acuarteladas, por lo que los insurrectos no pudieron apenas hacerse con ninguno de los centros de poder previstos. Los principales dirigentes socialistas y comunistas fueron detenidos el día 8, mientras se sucedían los combates callejeros.

En el resto del país, el paro fue total en los primeros días, y en muchos lugares se produjeron conatos de insurrección, sobre todo donde los obreros de filiación socialista eran la mayoría.

El balance de octubre de 1934 fue durísimo: 1.051 muertos y el doble de heridos entre los insurrectos, 284 muertos y 900 heridos entre las fuerzas del orden y el Ejército.

Las Complejas Relaciones entre la Segunda República y la Iglesia

Durante siglos la Iglesia había obtenido de su estrecha relación con el Estado una serie de privilegios y una pujanza material considerable. Las ideas de “alianza del trono y el altar” y la vinculación de la mayoría del clero (una vez en ejercicio, ya que no por sus orígenes) con las clases oligárquicas fueron acumulando una carga de hostilidad durante numerosos decenios por los republicanos e incluso por los monárquicos liberales (por ejemplo Canalejas) que creían que la Iglesia debía desarrollarse al margen de la vida política y centrarse en su misión apostólica y espiritual.

Primeros Incidentes y la Junta Provisional

La Junta provisional estaba compuesta por Luca de Tena y otros monárquicos, quienes convocaron en el ABC una asamblea para el domingo 10 en el local social del círculo, calle de Alcalá nº67. En ella se eligió a una Junta ejecutiva compuesta por monárquicos pertenecientes a la oligarquía.

Las consecuencias se tradujeron en, aparte de la dimisión de Maura (que más tarde revocó a cambio de obtener plenos poderes para el mantenimiento del orden público), en la declaración del estado de guerra y en la detención de un centenar de personas que habían acudido a una manifestación promovida por el PCE.

El Cardenal Segura y la Tensión con la Santa Sede

Al día siguiente la tormenta parecía haber pasado. Pero se cometió un error, ya que el momento era propicio para que aquella parte de la jerarquía eclesiástica hostil a la República pasase a la acción. El mismo 13 cruzaba la frontera de Irún el cardenal Pedro Segura provisto de su correspondiente pasaporte diplomático.

Una vez más, el Gobierno se encontró ante los hechos consumados. En cuanto a la Santa Sede, ésta envió un legado a Tarbes, donde se había instalado Segura, a fin de obtener su renuncia a la silla primada de Toledo. Aceptó a regañadientes el cardenal, y llamado poco después a Roma ratificó su renuncia, pero se negó a añadir como quería Pío XI que había sido por propia voluntad.