Realismo y Naturalismo en la Literatura Española del Siglo XIX: Un Recorrido Completo

Realismo

Es una corriente literaria que se desarrolla en Europa y en España durante la segunda mitad del siglo XIX.

Características del Realismo:

  • Los escritores tratan temas relacionados con la realidad contemporánea y reflejan situaciones de la vida cotidiana.
  • El principio de verosimilitud rige el desarrollo del relato, los personajes y la técnica narrativa.

Importancia del protagonista:

La novela realista está protagonizada por personajes de clase media.

Narrador omnisciente, intención didáctica, estilo sobrio:

Se utiliza un estilo en el que priman la eficacia y la precisión.

Naturalismo

Es un movimiento literario surgido en Francia hacia la segunda mitad del siglo XIX que constituye la culminación del Realismo. Émile Zola lo define como una estética literaria y una concepción del mundo y del ser humano.

Características:

  • Determinismo: la conducta del individuo aparece determinada por su herencia biológica y por el medio social en el que desarrolla su existencia.
  • Concepción materialista del ser humano y pesimismo: respecto al destino del hombre.
  • Técnicas narrativas realistas.
  • Lucha por la vida.
  • Crítica social.

Principales autores y obras:

  • Juan Valera: Pepita Jiménez
  • Benito Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta
  • Clarín: La Regenta
  • Emilio Pardo Bazán: La Tribuna
  • Vicente Blasco Ibáñez: La Barraca

La Ilustración

En el siglo XVIII, comienza con la Guerra de Sucesión, tras la que se instauró la monarquía borbónica en España. La Ilustración fue un movimiento cultural e ideológico que se desarrolló en toda Europa a lo largo del siglo XVIII. En sus obras alimentaron las ideas liberales.

Los rasgos esenciales de su ideología son los siguientes:

  • Espíritu crítico y culto a la razón: se considera que cualquier verdad establecida puede ser sometida a la crítica de la inteligencia humana. Oponen la razón y la experiencia.
  • Fe en el progreso: cobra importancia el espíritu científico. Se confía en el poder de la ciencia y la técnica para mejorar las vidas de las personas.
  • Laicismo: los ilustrados defienden la libertad espiritual y la tolerancia religiosa y son partidarios de la separación entre Iglesia y Estado. Critican a la Iglesia, también estaban en contra de la Inquisición.
  • Religión natural: creían en la bondad natural del ser humano y se aboga por una religión natural. En Inglaterra se desarrolló el deísmo, doctrina filosófica que considera que Dios, una vez creado el universo, se desentiende y deja que evolucione según sus propias leyes.
  • Filantropía: los ilustrados creen en la solidaridad y la fraternidad y defienden el bien común.

Reformismo:

Estos nuevos humanistas ven la necesidad de realizar profundos cambios sociales y políticos. Defienden como forma de gobierno el despotismo ilustrado: todo para el pueblo pero sin el pueblo.

Afán didáctico:

Los defensores de la Ilustración están convencidos de que el saber hace al hombre más libre, por ello apuestan por la educación del pueblo.

Neoclasicismo:

La cultura ilustrada se expresa en diferentes formas estéticas. La más importante es el Neoclasicismo, que propone una vuelta a los clásicos. La literatura neoclásica defiende las normas estéticas de la preceptiva clásica.

La comedia neoclásica de Moratín

Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) fue el creador de una nueva fórmula teatral que lleva su nombre: la comedia neoclásica o moratiniana.

Sus características son las siguientes:

  • Realismo: plantea situaciones cotidianas que el público burgués identifica como parte de su mundo.
  • Verosimilitud: los sucesos no solo tienen que ser posibles, sino también probables.
  • Respeto a la norma de las tres unidades: acción, tiempo y lugar.
  • Sus personajes son de clase media con caracteres bien definidos que se expresan conforme a su condición social y a sus características individuales. Utiliza el lenguaje coloquial y un diálogo vivo y natural.
  • Finalidad didáctica: las obras defienden una tesis moral. Los temas principales son la mala educación de los jóvenes y los matrimonios desiguales.

El sí de las niñas (1806) es la obra maestra de Moratín y constituyó el mayor éxito teatral del Neoclasicismo. La nueva fórmula teatral creada por Moratín tuvo mucha importancia en la historia del teatro español moderno.

Cartas Marruecas de José Cadalso

José Cadalso (1741-1782), hijo de un acaudalado comerciante vizcaíno, es una de las figuras más representativas del siglo XVIII. Estudió en Cádiz y en París. Viajó por diversos países europeos (Francia, Holanda…) y en 1762 volvió a Cádiz, donde ingresó en el ejército. La mayoría de los escritos de Cadalso se difundieron manuscritos y solo después de su muerte aparecieron impresos. Amigo de Moratín y Valdés, fue prosista, poeta y dramaturgo. Los eruditos a la violeta fue la obra que lo encumbró, pero las más importantes son Cartas Marruecas y Noches lúgubres. En la primera, casi como un precursor de la Generación del 98, muestra su preocupación por los problemas de España. En la segunda, Cadalso introduce la literatura sepulcral e inaugura una nueva sensibilidad caracterizada por el sentimentalismo.

Cartas Marruecas es una obra escrita en forma epistolar. Componen el texto un total de 90 cartas que se intercambian tres personajes de distinta cultura y religión: Gazel y Ben Beley, marroquíes, y Nuño, español. Además, define las cualidades que debe tener el hombre de bien: virtuoso, imparcial, situado en el justo medio, alejado de extremismos, buscador de la verdad, útil y ciudadano del mundo.

Idealismo

Algunos escritores románticos identificaron ese YO puro y abstracto, filosófico, con el YO individual. La filosofía tradicional define al hombre (siguiendo a Aristóteles y Descartes) como un ser pensante. Kant lo considera como un sujeto de acción moral (el hombre) y Fichte seguirá la orientación de Kant: el principio de todo es el yo pensador, activo y libre, que se realiza por su fuerza moral y es anterior al yo que piensa. Para Kant, está en la relación que se establece entre el sujeto-objeto, en la que los dos elementos participan por igual, si bien el proceso es iniciado por el sujeto. El relativo equilibrio kantiano se rompe con Fichte, en cuyo sistema el sujeto, dotado de libertad, es superior al objeto, que es pasivo.