Realismo, Naturalismo, Modernismo y Generación del 98: Autores y Obras Clave

El Realismo: Características y Autores Principales

A mediados del siglo XIX se abre paso el Realismo, una nueva corriente cultural y literaria que sustituye la exaltación de la libertad individual por el propósito de explicar y analizar la realidad social. El Realismo nace en Francia con Balzac y Stendhal, quienes hacia 1830 ya publican sus primeras novelas realistas. No obstante, en España el inicio del movimiento se establece en 1868, alcanzando su plenitud en 1870, cuando Galdós publica su primera novela: La fontana de oro.

Características Principales del Realismo

  • El rasgo más relevante es el reflejo de la realidad y, para ello, la novela es el género literario por excelencia.
  • Los autores realistas buscan la verosimilitud, es decir, la presentación objetiva de la realidad. Ya no interesa el yo del autor (subjetivismo) de los poetas románticos, sino la realidad externa y cotidiana; por ello pondrán su interés en la sociedad, describiendo objetivamente los problemas sociales (vida política en la ciudad, bajos fondos urbanos, trabajo en el campo…).
  • Las acciones se enmarcan en lugares reales y conocidos por los lectores y se entremezclan con sucesos históricos.
  • Para reflejar fielmente la realidad, los autores pasan por una fase de observación y documentación antes de escribir sus obras (costumbres, psicología de los personajes, ambientes…).
  • Las descripciones, tanto de exteriores como de interiores, así como de los personajes, son muy detalladas y minuciosas.
  • Habitualmente el narrador es omnisciente y maneja por completo los hilos del relato. Asimismo, puede fingir una actitud de simple cronista de una realidad de la que es testigo. La búsqueda de objetividad conduce a atenuar las apariciones del narrador.
  • Es corriente que los autores pretendan con sus novelas dar al lector una lección moral o social.
  • El estilo es sobrio, cuidado y preciso. Los autores tratan de adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes, que hablan con arreglo a su condición social, a su origen geográfico o a sus particularidades personales.

Benito Pérez Galdós

Es la gran figura del Realismo. Sus obras son la más completa visión de conjunto de la sociedad española de la época. La mirada de Galdós atiende a todas las esferas sociales: aristócratas arruinados; burgueses enriquecidos; especuladores, prestamistas, caseros; los menesterosos. Su ideal estilístico es el lenguaje llano y sencillo, y sus personajes se expresan de acuerdo a su condición. En su vasta producción narrativa es útil distinguir entre los Episodios Nacionales y el resto de las novelas:

  • Por un lado, los Episodios Nacionales: son un conjunto de 46 novelas históricas. Son 5 series y cada una consta de 10 novelas salvo la quinta, que solo alcanzó 6. En los Episodios Nacionales pretende Galdós reconstruir de forma novelada la historia del siglo XIX español desde la batalla de Trafalgar hasta la Restauración.
  • Por otro lado, el resto de sus novelas pueden clasificarse en:
    • a) Novelas de tesis o novelas de la primera época (década de 1870): en ellas Galdós manifiesta sus ideas progresistas. Destacan Doña Perfecta, La familia de León Roch y Gloria.
    • b) Novelas contemporáneas (década de 1880): aquí se encuadran las grandes novelas de Galdós. En ellas refleja la realidad urbana y sus diferentes clases sociales. Incorpora nuevas técnicas como el monólogo interior o el estilo indirecto libre y dota a sus personajes de una mayor profundización psicológica. Pertenecen a este tipo novelas como La desheredada, Fortunata y Jacinta, Miau o El amigo Manso.
    • c) Novelas espirituales y simbólicas (década de 1890): se centra en el interior de los personajes, en los valores morales y los ideales. Introduce en ellas elementos renovadores como el monólogo interior o la presencia de elementos fantásticos en la trama. Destacan Misericordia y Nazarín.

Leopoldo Alas “Clarín” y el Naturalismo

Leopoldo Alas “Clarín”

Ejerció una importante labor como crítico literario. Entre sus obras destacan sus artículos, publicados bajo los seudónimos de Solos de Clarín y Palique; cuentos y relatos como Pipa, Doña Berta, Adiós, Cordera y, sobre todo, sus dos novelas La Regenta y Su único hijo.

La Regenta es una de las grandes novelas de nuestra literatura. En la obra, Clarín disecciona en Vetusta, nombre literario de Oviedo, donde suceden los hechos, las mezquindades y frustraciones de la sociedad española de la Restauración. Realiza una descripción minuciosa de la sociedad provinciana. Se diseña en la novela una auténtica topografía social: la Encimada o barrio nobiliario; la Colonia, habitada por los burgueses e indianos; el Campo del Sol, donde habitan los obreros y están las industrias; y, estratégicamente situada, la catedral, dominándolo todo. Se ponen de manifiesto temas como la falsa religiosidad, el poder de la Iglesia, la doble moral, la hipocresía, el amor, el adulterio, la ambición, el misticismo, los celos, la envidia o la seducción.

La novela está contada por un narrador omnisciente y en ella se utilizan las técnicas propias del Realismo: la documentación, la observación directa, las descripciones minuciosas y la pintura de ambientes y personajes. Incluye, asimismo, el estilo directo, el estilo indirecto, el estilo indirecto libre, con el que revela la reflexión íntima de los personajes, o el flashback. En La Regenta es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes y, por ello, se ha insistido en su carácter naturalista. Tanto el mundo exterior (la ciudad, el ambiente callejero, las relaciones sociales) como el más próximo a los personajes (su familia, su infancia, su formación) los condicionan.

Características del Naturalismo

El Naturalismo surge en Francia como derivación del Realismo cuando Émile Zola aplicó a la novela las concepciones filosóficas y los métodos científicos experimentales que triunfaban en la segunda mitad del siglo XIX. Según Zola, la literatura debe analizar científicamente el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación. Para ello, parte de la idea de que el hombre se encuentra determinado biológica y socialmente: no es realmente libre, puesto que los individuos están condicionados por su herencia genética (locura, malformaciones…) y por el ambiente social en que se mueve (pobreza, ignorancia, los duros trabajos de las fábricas…).

Los temas, ambientes y personajes del Naturalismo reflejarán estas ideas; por ello abundan los ambientes miserables, las bajas pasiones, la fuerza bruta, las enfermedades mentales, los alcohólicos y los psicópatas. Técnicamente se extreman los rasgos del Realismo (descripciones minuciosas, reproducción fiel del lenguaje hablado…) y se propugna el ideal del narrador impersonal y objetivo. En España se siguió con moderación la corriente naturalista. El Naturalismo español aprovecha del movimiento naturalista ciertos recursos narrativos y su interés por los ambientes míseros y degradados, pero no acepta por completo la idea de convertir la literatura en una ciencia.

Emilia Pardo Bazán

Es una de las máximas defensoras del Naturalismo de Zola, aunque desde una particular óptica cristiana (no aceptaba su determinismo). De este movimiento toma algunas técnicas narrativas, sobre todo la fidelidad descriptiva de caracteres y ambientes, así como el interés por reflejar realidades marginales. A la reflexión sobre el Naturalismo dedicó los artículos recogidos en el volumen La cuestión palpitante. Así, el Naturalismo, presente en novelas como La tribuna, es en todo momento puramente formal: situaciones escabrosas, ambientes desagradables, señores decadentes y criados brutales, desmesurada violencia, etc. Los pazos de Ulloa, por ejemplo, narra el enfrentamiento entre un cacique feudal y las nuevas clases sociales de Galicia.

El Modernismo: Características, Rubén Darío y Delmira Agustini

El Modernismo literario surge a finales del siglo XIX y se prolonga hasta la segunda década del siglo XX. En sus orígenes constituye una afirmación de las raíces americanas frente al colonialismo español. Sus influencias proceden del Parnasianismo (búsqueda de la perfección formal, “el arte por el arte”) y el Simbolismo (importancia del subjetivismo y uso de símbolos). Junto a la influencia francesa, hay que añadir la de autores como Bécquer, Rosalía de Castro o Whitman.

Temas del Modernismo

  • El desasosiego interior.
  • La exaltación de lo irracional y lo decadente.
  • La evasión hacia lo lejano, tanto temporal (hacia la América precolombina, la Edad Media…) como espacial (hacia países orientales o imaginarios).
  • La mitología.
  • El cosmopolitismo.
  • El amor idealizado y el erotismo.
  • Los temas indígenas e hispánicos.

Lenguaje Poético y Métrica

  • Abundancia de elementos sensoriales: adjetivos cromáticos, referencias al sonido (mención de instrumentos musicales), referencias a aromas (flores, plantas…).
  • Musicalidad del verso (repeticiones, aliteraciones, palabras esdrújulas…) y efectos rítmicos (distribución de los acentos de intensidad, rima aguda, rima interna).
  • Enriquecimiento léxico (cultismos, neologismos, palabras exóticas, arcaísmos, extranjerismos).
  • Abundancia de figuras retóricas (sinestesias, símbolos, metáforas).
  • Innovaciones métricas: se rescata el verso alejandrino y el dodecasílabo, sin olvidar metros tradicionales como el octosílabo y el endecasílabo; sonetos de versos alejandrinos y dodecasílabos, y con serventesios en lugar de cuartetos; se emplea el sexteto de dodecasílabos (o alejandrinos) y rima aguda, como en Sonatina de Rubén Darío, además de romances, cuartetas o redondillas, propios de la lírica popular.

Rubén Darío

En su trayectoria poética existen las siguientes etapas:

  • Etapa inicial: en 1888 publica Azul, obra en la que se mezclan poemas (“Caupolicán”…) y cuentos breves (“El rey burgués”…). Aparecen ya las bases de la estética modernista: preferencia por lo exótico, exquisitez aristocrática, musicalidad, renovación métrica…
  • Segunda etapa: con la publicación en 1896 de Prosas profanas el Modernismo de Rubén Darío llega a su cenit. La ornamentación brillante y los rasgos modernistas más característicos se llevan ahora a su extremo. Destacan en el libro poemas como “Blasón” o “Sonatina”.
  • Última etapa: en 1905 publica Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas, libro en el que se atenúa la exuberancia modernista. Se sitúa en la línea de un Modernismo intimista y más reflexivo. Destacan poemas como “Yo soy aquel que ayer no más decía” o “Lo fatal”. Aparecen también poemas de tema hispánico como “Letanía de Nuestro Señor Don Quijote”.

Delmira Agustini

Su poesía se inscribe en la última fase del Modernismo y, aunque recoge todos los elementos propios de esta etapa, su escritura refleja una realidad diferente, la femenina, y se relaciona con los placeres del cuerpo y el sentimiento: emociones fuertes, pasión, amor, deseo, sexo. Aporta una perspectiva nueva en la literatura hispánica: la perspectiva del deseo femenino.

Rasgos Presentes en su Obra Poética

  • Evasión: en la línea del Modernismo evade la realidad del mundo y acude a los sueños.
  • El amor y el erotismo constituyen el eje de su poesía. Invierte los roles tradicionales, adelantando el tópico de la mujer como sujeto y el hombre como objeto de deseo.
  • Pesimismo: su poesía nos acerca a un mundo tormentoso y oscuro, de decepción, de angustia y amargura.
  • Empleo de símbolos: si bien en sus primeras obras, imita y repite los símbolos modernistas, los dotará de un nuevo significado y trasfondo. Imágenes recurrentes en sus poemas son, por ejemplo, la flor, el cisne, la estatua, la musa… Es importante el empleo de dicotomías para configurar un universo en el que se diferencia entre el placer y el dolor, el bien y el mal, el amor o la vida y la muerte…

Trayectoria Poética

La huella del Modernismo, cercano al de Rubén Darío, se aprecia en sus primeros poemas publicados en revistas y periódicos, y en El libro blanco, su primer libro de poesía. En su segundo libro, Cantos de la mañana, la impronta modernista se va volviendo más tenue. En su último libro publicado en vida, Los cálices vacíos, el aspecto físico del amor se acentúa y el lenguaje es más carnal, oscuro y sacrílego.

La Generación del 98: Unamuno, Baroja y Azorín

La llamada Generación del 98 está constituida por un grupo de escritores muy afectados por la crisis que padece España a finales del siglo XIX. Tras el desastre del 98 (hecho que les da nombre y que supuso la pérdida de las últimas colonias españolas), adoptan una actitud crítica ante la realidad y proclaman la necesidad de una regeneración social, moral y cultural. Forman parte de esta Generación Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz “Azorín”, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu.

Características Comunes

  • Influencia de los filósofos irracionalistas: de Schopenhauer y Kierkegaard toman el tema de la angustia vital, las preocupaciones existenciales y el pesimismo; de Nietzsche proviene el tema del eterno retorno, la idea del hombre de acción y de la voluntad frente a la abulia.
  • En sus obras aparecen temas comunes:
    • El tema de España: denuncian la crisis, la decadencia y retraso cultural del país. Se centran primordialmente en Castilla por su paisaje austero. Consideran además que la verdadera historia ha de buscarse en la vida cotidiana de los pueblos (la intrahistoria en palabras de Unamuno).
    • Temas existenciales basados en la búsqueda de la verdad y del sentido de la vida. Muchas de sus obras tendrán carácter filosófico y religioso.

La publicación en 1902 de La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, y Camino de perfección de Baroja marca un camino innovador en la novela de la época al alejarse del Realismo: irrupción del subjetivismo, interés por el mundo interior del protagonista, introducción de reflexiones que aproximan la novela al ensayo, estilo sobrio, descripciones impresionistas, uso de palabras tradicionales, arcaísmos y neologismos.

Pío Baroja y Nessi

Concibió la novela como un género que lo abarca todo: filosofía, aventura, crítica social… Estilísticamente su prosa es antirretórica: párrafos cortos, frases breves, léxico común. Sus protagonistas oscilan entre el hombre de acción (Zalacaín o Santi Andía) y los personajes abúlicos, incapaces de actuar, angustiados por encontrar un sentido a su existencia (por ejemplo, Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia). Entre sus títulos, agrupados casi siempre en trilogías, cabe destacar: Camino de perfección (1902), de la trilogía La vida fantástica; La busca (1904), de La lucha por la vida y, sobre todo, El árbol de la ciencia de la trilogía La raza. Escribió también algunas novelas de acción y aventuras: Zalacaín el aventurero y Las inquietudes de Shanti Andía.

Miguel de Unamuno

Sus novelas son reflejo de sus conflictos existenciales: el sentido de la vida, la existencia de Dios… A ello debemos añadir la preocupación por el tema de España. Su interés fundamental está en el interior del personaje. En su narración son relevantes el diálogo y el monólogo para plasmar las ideas e inquietudes del protagonista. Con la publicación en 1902 de Amor y pedagogía rompe con las formas tradicionales de narración y se acerca al ensayo. Acuña para sus novelas el término “nivola”. Este subtítulo lo llevará Niebla, novela en la que el propio autor se convierte en personaje de ficción con quien se encara el protagonista exigiéndole ser dueño de su futuro. Se desdibujan así las fronteras entre realidad y ficción. Otras novelas suyas son La tía Tula (tema de la maternidad frustrada), San Manuel Bueno, mártir (tema de la fe, la salvación y la inmortalidad) y Abel Sánchez (se centra en el tema de la envidia).

José Martínez Ruiz, “Azorín”

Su obsesión por el paso del tiempo y la fugacidad de la vida le llevan a tratar de apresar lo que permanece. De ahí que la acción sea mínima y se centre en la descripción del paisaje, sobre todo, el castellano. Rasgos de su estilo son las frases cortas y la técnica descriptiva, así como la disolución de las fronteras entre novela y ensayo. Sus temas típicos son la atención a los sucesos cotidianos que se reiteran desde siempre (la microhistoria) y la idea del eterno retorno. Destacan entre sus obras La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), novelas que incluyen reflexiones diversas y evocaciones del paisaje.