Racionalismo vs. Empirismo: El Debate Filosófico entre Descartes y Hume

Racionalismo vs. Empirismo: El Debate Filosófico entre Descartes y Hume

Descartes es el fundador del racionalismo, una corriente filosófica muy influyente en la Europa de los siglos XVII y XVIII. Paralelamente, en las islas británicas surge otra corriente de pensamiento llamada empirismo, iniciada por Locke, pero cuyo máximo representante es Hume. Entre estas dos formas de entender la filosofía hay tanto similitudes como diferencias muy marcadas, especialmente en lo que respecta a la manera en que concebían el conocimiento.

Similitudes entre Descartes y Hume

Ambos filósofos comparten la idea de que no conocemos la realidad directamente, sino a través de nuestras propias ideas. Es decir, no tenemos acceso al mundo tal como es, sino solo a la representación que nuestra mente construye de él. Por eso, se les considera idealistas o subjetivistas. Además, para ambos la verdad es sinónimo de certeza, algo que no puede ponerse en duda. También coinciden en que la teoría del conocimiento es el centro de la filosofía, ya que antes de investigar cualquier otra cosa es fundamental entender cómo adquirimos y justificamos lo que sabemos.

Diferencias Fundamentales

A pesar de estas coincidencias, las diferencias entre Descartes y Hume son profundas. Descartes cree que la razón es la fuente principal del conocimiento y que las ideas verdaderas deben surgir sin la intervención de los sentidos. Solo cuando la mente genera sus propias ideas sin depender de lo externo se puede alcanzar la certeza. Hume, en cambio, sostiene todo lo contrario: el conocimiento solo es válido cuando proviene de la experiencia, cuando la mente simplemente recibe las impresiones del mundo sin alterarlas.

Aquí también entra en juego el debate sobre las ideas innatas. Descartes defiende que existen ciertas verdades que la razón posee desde el principio, sin necesidad de aprenderlas del exterior. Estas ideas innatas son el punto de partida sobre el que se construye todo el conocimiento. Hume, en cambio, niega por completo que existan ideas innatas: cualquier idea que no provenga de una impresión sensorial carece de sentido.

En cuanto a la manera en que cada uno entiende la ciencia, Descartes considera que las matemáticas son el modelo perfecto de conocimiento, ya que dependen exclusivamente de la razón y no de la experiencia. Hume, sin embargo, argumenta que las matemáticas no describen el mundo real, sino que son solo definiciones abstractas creadas por nuestra mente. Para él, la ciencia por excelencia no es la matemática, sino la física, porque se basa en la observación y en la experiencia.

También se diferencian en el método que defienden para llegar al conocimiento. Descartes apuesta por un método deductivo, que parte de principios básicos y construye a partir de ellos conocimientos más complejos. Hume, en cambio, rechaza la idea de un método universal para conocer la verdad. Según él, lo que llamamos “saber” no es más que una creencia generada por la costumbre. No hay forma de justificar racionalmente el conocimiento, y por eso se le considera un escéptico.

Esta postura escéptica también lo lleva a criticar la metafísica. Descartes desarrolla una teoría en la que intenta fundamentar el conocimiento a partir de tres sustancias: el alma o sustancia pensante, Dios como sustancia infinita y el mundo material o sustancia extensa. Hume, en cambio, cuestiona la posibilidad de conocer cualquier sustancia, ya que ni siquiera podemos estar seguros de que las impresiones que tenemos correspondan con algo real. No podemos conocer las cosas en sí mismas, sino solo los fenómenos, es decir, cómo se nos presentan.

En definitiva, Descartes y Hume representan dos formas opuestas de entender el conocimiento. Mientras que Descartes confía en la razón y en la posibilidad de alcanzar certezas absolutas, Hume se apoya en la experiencia y cree que todo lo que sabemos es más bien una cuestión de hábito y costumbre que de verdades indiscutibles.

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Contexto Histórico: El Auge de la Razón y la Experiencia

En los siglos XVII y XVIII, se libró una gran batalla de ideas entre dos formas de pensar sobre el conocimiento: el racionalismo y el empirismo. Descartes lideró el racionalismo, defendiendo que el conocimiento proviene de la razón, mientras que los empiristas como Locke, Berkeley y Hume creían que todo conocimiento se origina en la experiencia. A finales del siglo XVIII, Kant intentó combinar ambas posturas en una nueva visión del conocimiento.

Los racionalistas pensaban que la verdad se descubre con la razón, mientras que los empiristas creían que solo la experiencia y los experimentos podían demostrar lo que es cierto. Sin embargo, ambos grupos coincidían en que el sujeto que conoce es clave y que el método es fundamental para llegar a la verdad.

Hume fue el último gran pensador empirista. Locke había rechazado la idea de que nacemos con conocimientos, pero aún creía en algunas cosas como las sustancias espirituales y la causalidad. Berkeley también aceptaba la existencia de lo espiritual y el principio de causa y efecto, pero negaba la existencia de la materia. Hume fue más radical: solo aceptaba lo que se podía experimentar directamente y rechazó la idea de Dios, el yo e incluso la relación de causa y efecto tal como se entendía hasta entonces.

Hume vivió en plena Ilustración, un periodo en el que la gente empezó a confiar más en la razón y en la ciencia para entender el mundo. En esta época, filósofos y pensadores querían alejarse de la influencia de la religión y las creencias tradicionales, promoviendo la educación, la investigación científica y el cuestionamiento del poder de la Iglesia y la monarquía. La Enciclopedia fue uno de los grandes símbolos de esta época, ya que reunía y difundía todo el conocimiento basado en la razón y la experiencia.

La Ilustración tenía una idea muy amplia de lo que era la filosofía, incluyendo a pensadores como Newton, Rousseau, Kant y el propio Hume. Sus debates iban más allá de la razón y la ciencia; también hablaban sobre la sociedad, la historia, la religión y la naturaleza humana. De estas discusiones nacieron nuevas ciencias como la economía y la antropología. Para los ilustrados, el conocimiento no era algo fijo ni innato, sino una herramienta para entender y cambiar el mundo. La metafísica, que antes se tomaba como una verdad absoluta, empezó a analizarse de manera crítica. Además, los valores morales ya no se basaban en la religión, sino en ideas como la virtud y la felicidad. Todo esto llevó a cambios sociales y políticos profundos: se empezó a pensar en una sociedad donde la felicidad y el bienestar material fueran la prioridad, promoviendo la tolerancia religiosa y los derechos naturales.


La Teoría del Conocimiento de Hume y la Crítica del Principio de Causalidad

Cuando percibimos algo, como una página de un libro, hay dos formas en las que nuestro cerebro lo procesa: viéndola directamente o imaginándola después. Hume dice que cuando la vemos con nuestros propios ojos, tenemos una impresión, es decir, una experiencia directa a través de los sentidos. En cambio, cuando la imaginamos, lo que tenemos es una idea, que es solo una copia de la impresión original, pero más débil y menos vívida. Básicamente, nuestras ideas siempre vienen de lo que hemos experimentado antes. A partir de esto, Hume lleva el empirismo al extremo, diciendo que para saber si una idea es verdadera, hay que comprobar si proviene de una impresión real. Si no podemos encontrar la impresión de la que viene, entonces es solo una invención de nuestra mente. Esto significa que nuestro conocimiento está limitado a lo que hemos percibido directamente con los sentidos. Por eso, Hume rechaza la idea de que nacemos con conocimientos innatos. Nuestra mente al nacer es como una hoja en blanco y se va llenando poco a poco con la experiencia.

Tipos de Conocimiento según Hume

Hume distingue dos tipos de conocimiento:

  • Relaciones de ideas: Son los conocimientos que encontramos en las Matemáticas y la Lógica. Se basan en la relación entre ideas y se expresan en proposiciones que son necesariamente verdaderas, sin importar la realidad. Un ejemplo es “El todo es mayor que sus partes”. No importa si hay “todos” y “partes” en el mundo real, la afirmación sigue siendo cierta porque se basa en la lógica.
  • Cuestiones de hecho: Es el conocimiento que encontramos en la Física y en todo lo que tiene que ver con el mundo real. Se basa en hechos que ocurren en la experiencia y que solo podemos confirmar con observación y experimentos. Por ejemplo, la afirmación “El agua hierve a 100°C” solo es válida porque lo hemos comprobado con la experiencia. Este tipo de conocimiento no es absoluto, ya que depende de lo que observemos en la realidad.

Crítica al Principio de Causalidad

Hume plantea un problema importante: ¿cómo podemos estar seguros de lo que pasará en el futuro si aún no lo hemos experimentado? No podemos tener impresiones de algo que no ha sucedido todavía, pero seguimos creyendo que ciertos eventos siempre llevarán a los mismos resultados. Por ejemplo, cuando vemos que está lloviendo, asumimos que el suelo se mojará, o si ponemos agua al fuego, pensamos que se calentará. Pero en realidad, solo tenemos la impresión de la lluvia cayendo y del agua fría sobre la llama, no del suelo mojado o del agua caliente todavía.

Hume dice que nuestra confianza en la causa y el efecto no tiene una base lógica, sino que es solo una costumbre. Estamos acostumbrados a ver que el fuego calienta el agua y que la lluvia moja el suelo, y por eso creemos que siempre pasará lo mismo. Sin embargo, no hay una prueba lógica de que tenga que ser así necesariamente. En realidad, podríamos vivir en un mundo en el que, de repente, el agua al fuego se enfriara en vez de calentarse. No tenemos ninguna certeza absoluta de que el futuro será igual al pasado, simplemente lo creemos porque siempre ha sido así.

En conclusión, Hume nos dice que todo nuestro conocimiento está basado en la experiencia, pero también nos muestra que muchas de nuestras creencias sobre el mundo no tienen una base lógica firme, sino que dependen de nuestra costumbre de ver siempre los mismos patrones.


La Crítica de Hume a la Metafísica Tradicional: Dios, el Yo y el Mundo Exterior

Hume lleva el empirismo al extremo y demuestra que muchas ideas de la metafísica tradicional no tienen una base real. Según él, solo podemos justificar la relación entre cosas que hemos experimentado repetidamente, como el fuego y el calor. Pero si intentamos ir más allá de lo que hemos experimentado, entramos en el terreno de la especulación sin fundamento. A partir de esta idea, Hume cuestiona tres conceptos clave de la metafísica: la existencia de Dios, la identidad del yo y la realidad exterior.

a. La Existencia de Dios

Para Hume, no hay una justificación válida para decir que Dios existe, porque la idea de Dios no proviene de ninguna impresión. Según el empirismo, solo podemos decir que algo es real si podemos rastrear su origen en una experiencia sensorial. Como nunca hemos tenido una impresión directa de Dios, su existencia no se puede demostrar racionalmente.

b. El Yo y la Identidad Personal

Muchos filósofos, como Descartes, Locke y Berkeley, creían que existía un “yo” permanente, algo que se mantiene estable a lo largo del tiempo. Hume rechaza esta idea y dice que el yo no es más que una serie de recuerdos y experiencias que se guardan en la memoria. No hay un “yo” fijo ni una sustancia que lo sostenga, sino solo una sucesión de percepciones cambiantes.

c. La Realidad Exterior

Cuando percibimos un objeto, como un limón, en realidad solo experimentamos una combinación de sensaciones: vemos su color amarillo, sentimos su textura rugosa, olemos su aroma cítrico y saboreamos su acidez. Pero, ¿hay algo detrás de todas esas impresiones? Para Hume, si existe una realidad más allá de lo que percibimos, nunca podremos conocerla con certeza. No hay forma de demostrar que los objetos existen fuera de nuestras impresiones.

Si no podemos justificar la existencia del mundo exterior, surge la pregunta: ¿de dónde vienen nuestras impresiones? Hume responde que simplemente no lo sabemos ni podemos saberlo. Su empirismo nos dice que el conocimiento humano está limitado a lo que percibimos. Más allá de eso, solo hay especulación.


Los Principios de la Moral Humana: El Emotivismo Moral

Hume, además de su “Tratado”, escribió Investigaciones sobre los principios de la moral, donde desarrolló su filosofía moral. Siguiendo su rechazo al racionalismo en el conocimiento y la metafísica, también se opondrá a la idea de que la razón es la base para diferenciar entre el bien y el mal.

Según él, lo que llamamos “bueno” o “malo” no es una cualidad objetiva de las cosas, sino simplemente un sentimiento de aprobación o desaprobación que experimentamos frente a ciertos hechos. Es decir, las valoraciones morales no vienen de la razón, sino de nuestras emociones.

Pero si la moral se basa en sentimientos, ¿cómo aseguramos que todos coincidamos en lo que consideramos bueno o malo? Si no hay principios racionales universales, ¿no nos llevaría esto a un relativismo moral, donde cada persona tiene su propia moral sin ninguna base común?

Otro punto importante es que la moralidad no trata sobre lo que es, sino sobre lo que debe ser. No basta con observar los hechos para sacar conclusiones morales, porque de la simple observación de lo que ocurre en la realidad no se puede deducir lo que debería ocurrir. Intentar hacer este salto es cometer la llamada “falacia naturalista”, que es el error de pensar que podemos deducir normas morales a partir de hechos naturales.


Conceptos Clave en Descartes

  • Certeza: Estado de seguridad absoluta sobre la verdad de un conocimiento, que no puede ser puesto en duda. Para Descartes, solo lo evidente puede considerarse verdadero, estableciendo así una conexión entre la certeza y las ideas claras.
  • Cogito: Primera verdad cartesiana: “Pienso, luego existo” (cogito ergo sum). Es la intuición inmediata de la propia conciencia, inquebrantable ante la duda. Con ello, Descartes sitúa el yo como base del conocimiento, aunque esto genera problemas filosóficos.
  • Duda: Proceso de cuestionamiento del conocimiento. En Descartes, la duda es un método para alcanzar la verdad sometiendo todo lo heredado a revisión. No es escéptica, sino una herramienta para descartar lo incierto y reforzar el conocimiento.
  • Evidencia: Percepción directa de la verdad de una proposición, criterio fundamental de certeza. Se caracteriza por claridad y distinción y se da a través de la intuición, cuando la mente capta su propio concepto con total transparencia.
  • Idea: Contenido mental simple. Para Descartes, las ideas existen en la mente, alejándose del idealismo platónico. La verdad es una propiedad de las ideas, no de las cosas, lo que dificulta la conexión con la realidad objetiva.
  • Método: Conjunto de reglas claras y seguras que permiten distinguir lo verdadero de lo falso sin esfuerzo inútil. Descartes establece cuatro reglas: evidencia, análisis, síntesis y comprobación, con la verdad como meta final.
  • Razón: Para Descartes, es la principal facultad de conocimiento humano. Examina la verdad de las ideas de forma independiente de la experiencia empírica, que considera menos fiable. Su función es ser el fundamento sólido para encontrar una verdad indudable en un contexto de incertidumbre histórica.
  • Sustancia: “Lo que existe por sí mismo”. Para Descartes, solo Dios cumple esta definición en sentido absoluto. Las demás sustancias (finitas) dependen de Él y se dividen en sustancia extensa (mundo material) y sustancia pensante (mente). Se complementan con los conceptos de atributo (extensión y pensamiento) y modo (formas en que se manifiestan).


Conceptos Clave en Hume

  • Causalidad: Concepto ficticio sin base en la experiencia. Hume lo considera una ilusión creada por el hábito, ya que no podemos demostrar que el futuro repetirá el pasado. No es una verdad empírica, sino una costumbre humana.
  • Creencia: Sentimiento involuntario que nos hace percibir objetos de cierta manera y anticipar el futuro sin prueba real. Aunque subjetiva e indemostrable, guía nuestra vida según Hume, reflejando la irracionalidad humana.
  • Escepticismo: Corriente filosófica que cuestiona la validez del conocimiento y rechaza cualquier pretensión de verdad. Puede ser una teoría o una actitud de desconfianza general. Desde Pirrón y Sexto Empírico hasta Hume, el escepticismo ha criticado conceptos como causa, yo, verdad o sustancia.
  • Experiencia: Para Hume, equivale a percepción y es la base del conocimiento. Solo aquello que se refiere a una experiencia empírica es válido, convirtiéndola en un concepto clave de su empirismo.
  • Ideas: Copias debilitadas de las impresiones. Solo las ideas derivadas de una impresión son válidas, mientras que las abstractas o sin origen en la experiencia son cuestionadas por Hume.
  • Impresiones: Percepciones intensas y vívidas que surgen de los sentidos o de emociones internas. Son el fundamento del conocimiento en Hume y el criterio para aceptar o rechazar ideas. Se dividen en impresiones de sensación (externas) y de reflexión (internas).
  • Hábito: Motor del conocimiento según Hume. La repetición de experiencias nos lleva a suponer leyes universales, aunque sin justificación racional. Es la base de la creencia y la causa de errores en el razonamiento inductivo.
  • Percepción: Hume la define como todo lo que la mente puede captar, ya sea a través de los sentidos, emociones o pensamiento. Se divide en impresiones e ideas.
  • Sentimiento: Para Hume, es una impresión intensa y directa. En su dimensión moral, nos lleva a aprobar o censurar acciones ajenas según el placer o el dolor que nos generan, formando la base de la moralidad.


El Impacto de las Bolas de Billar: Un Ejemplo de Causalidad

Hume nos presenta un ejemplo clásico de causa y efecto: el impacto de dos bolas de billar. Al examinarlo, identifica tres condiciones esenciales en toda relación causal. Primero, la contigüidad, pues la transmisión del movimiento exige contacto inmediato entre las bolas, sin intervalo alguno. Segundo, la prioridad temporal, ya que el movimiento de la primera bola siempre antecede al de la segunda. Tercero, la conjunción constante, pues al repetir el experimento, el mismo efecto ocurre invariablemente bajo las mismas condiciones.

Sin embargo, Hume señala que más allá de estos tres principios no podemos percibir ninguna fuerza oculta que vincule causa y efecto. Solo observamos una sucesión regular de acontecimientos, pero no una necesidad intrínseca que los una. Así, la causalidad no es algo que podamos demostrar racionalmente, sino una inferencia basada en la costumbre y la experiencia.

La Uniformidad de la Naturaleza: Una Cuestión de Fe

Hume plantea la imposibilidad de demostrar racionalmente que el curso de la naturaleza será siempre uniforme y que el futuro se ajustará al pasado. Ni siquiera un ser con el conocimiento de Adán podría probar este principio, pues lo que es posible nunca puede ser demostrado como falso, y podemos concebir un cambio en el orden natural.

Más aún, los argumentos probables dependen de la suposición de que existe una continuidad entre pasado y futuro, pero no pueden probar dicha suposición sin caer en un razonamiento circular. La idea de uniformidad en la naturaleza es una cuestión de hecho, y como tal, solo podría ser probada por la experiencia. Sin embargo, nuestra experiencia pasada solo tendría validez predictiva si ya asumiéramos, sin prueba alguna, que el futuro se parecerá al pasado. Así, esta creencia fundamental no es demostrable, sino una expectativa que aceptamos por costumbre, sin fundamento racional definitivo.

El Alma: Un Haz de Percepciones

Hume desafía la noción tradicional del alma al afirmar que no es una entidad única e indivisible, sino un conjunto dinámico de percepciones —frío y calor, amor y odio, pensamientos y sensaciones— unidas sin una identidad perfecta. Critica a Descartes por postular que el pensamiento en general es la esencia de la mente, pues para Hume, todo lo que existe es particular, y son precisamente nuestras percepciones individuales las que constituyen la mente.

Rechaza además la idea de que la mente sea una sustancia en la que inheren las percepciones, argumentando que la noción de sustancia, ya sea material o espiritual, es ininteligible, pues no tenemos una impresión directa de ella. Solo conocemos percepciones y cualidades particulares, igual que cuando concebimos un objeto físico —como un melocotón— a través de sus propiedades sensibles. Así, la mente no es más que un flujo de experiencias sin una base ontológica que las sustente.