EL CINQUECENTO. EL CLASICISMO
El Siglo XVI en Italia es la fase donde la forma artística alcanza el
equilibrio y la perfección, por lo que se convierte en modelo ideal a imitar por
las generaciones venideras. Durante este siglo Roma, gracias al mecenazgo de
Julio II, y en menor medida Venecia, desplazaran a Florencia como centro de las
artes.
ARQUITECTURA
Bramante trabajó en Roma, es un maestro insuperable de lo que
podríamos llamar composición arquitectónica, entre sus obras destaca el
Templete de San Pietro en Montorio, un templo circular grecorromano
coronado por una cúpula con linterna, es el mejor exponente de lo que él
llamaba renovatio vetustatis. Miguel Ángel representa un cambio hacia el
manierismo, creador del orden gigante de enormes pilastras, trabajó en San
Pedro del Vaticano aportándole su gran cúpula inspirada en la de Florencia,
otra obra suya es la Biblioteca Laurenciana cuya escalera manifiesta profundas
dosis barrocas. Vignola fue autor de fascinantes villas de tipo clásico con
aportaciones manieristas, dotadas de grandes jardines con los que fusionaba
vegetación y arquitectura, así nos lo muestra en el Palacio Farnese en
Caprarola. Andrea Palladio fue el mejor arquitecto del Siglo XVI, trabajó
fundamentalmente en Vicenza, su obra Los cuatro libros de arquitectura tuvo
una influencia en Europa de tamaño capital, estableciendo tipologías para
todas las construcciones, es el autor de la Iglesia del Redentor en Venecia, La
Basílica de Vicenza, La Villa Rotonda, El Palazzo Chiericati en Vicenza, etc.
ESCULTURA
Miguel Ángel Buanorroti (1475-1564) fue un genio polifacético pero ante
todo escultor, por eso su arquitectura y pintura presentan un carácter
escultórico. Carácterísticas: monumentalismo y colosalismo de sus figuras
dotadas de fuerza expresiva y tensión dramática (terribilitá), y el equilibrio
entre masa y movimiento (contrapposto).
Primeras obras
Entre los años 1490 y 1492 hizo sus primeros dibujos,
estudios sobre los frescos góticos de Masaccio y Giotto; entre las primeras
esculturas se cree que hizo una copia de una Cabeza de fauno, en la actualidad
desaparecida. Se muestra como el claro heredero del arte florentino de los
siglos XIV y XV, a la vez que establece una vinculación más directa con el arte
clásico.
Primera estancia en Roma. (1496-1498)
La primera obra que realizó fue
un Bacus de medida natural, con gran parecido a una estatua clásica. Es ésta
claramente primera gran obra maestra de Miguel Ángel, donde se muestra la
carácterística constante de la sexualidad en su escultura.
En 1497 recibíó el encargo de una Piedad , la originalidad con la que trató
esta pieza Miguel Ángel se nota en la ruptura con el dramatismo con el que
hasta entonces se trataba esta iconografía, que siempre mostraba el gran dolor
de la madre con el hijo muerto en sus brazos. Miguel Ángel, sin embargo,
realizó una Virgen, serena, concentrada y extremadamente joven, y un Cristo
que parece que esté dormido y sin muestras en su cuerpo de haber padecido
ningún martirio: el artista desplazó toda clase de visión dolorosa con tal de
conseguir que el espectador reflexionase delante del gran momento de la
muerte.
Retorno a la Toscaza
Piero Soderini, un admirador de Miguel Ángel le
hace uno de los encargos más importantes de su vida: el David. Miguel Ángel
realizó un modelo en cera y se puso a esculpir en el mismo lugar donde estaba
ubicado el bloque sin dejar que nadie viera su trabajo durante más de dos años
y medio, que fue el tiempo que tardó en acabarlo. Hizo la representación de la
escultura en la fase anterior a la lucha con Goliat, con una mirada cargada de
incertidumbre y con la personificación simbólica de David defendiendo la
ciudad de Florencia contra sus enemigos. Los florentinos vieron el David como
símbolo victorioso de la democracia. Esta obra muestra todos los
conocimientos y estudios del cuerpo humano conseguidos por Miguel Ángel
hasta esa fecha.
La tragedia de la sepultura
El año 1505 fue llamado a Roma por el papa
Julio II para proponerle la construcción de la sepultura papal, que se habría de
poner bajo la cúpula de la basílica de San Pedro del Vaticano. Toda la sucesión
de hechos durante los cuarenta años que se tardó para la realización de la
tumba fue llamada por Ascanio Condivi «la tragedia de la sepultura», como
será conocido desde entonces todo el desfile de infortunios de esta obra. El
artista consideró el sepulcro de Julio II la gran obra de su vida. La gran
escultura del sepulcro es la figura del Moisés, la única de las ideadas en el
primer proyecto que llegó al final de la obra. La estatua colosal, con la terribilitá
de su mirada, demuestra un dinamismo extremo. Está colocada en el centro de
la parte inferior, de manera que se convierte en el centro de atención del
proyecto definitivo. El resto del monumento fue realizado por sus ayudantes.
Las tumbas de los Médici
El papa Clemente VII, hacia el año 1520, le
encargó el proyecto para las tumbas de sus familiares Lorenzo el Magnífico, y
su hermano Juliano. Una vez aprobado el proyecto, no se empezó a realizar
hasta 1524, cuando llegaron los bloques de mármol de Carrara. Miguel Ángel
aplicó las esculturas al lado de la arquitectura de las paredes; todas las
molduras y cornisas cumplen la función de sombra y luz y, se componen de un
sarcófago curvilíneo sobre las que hay dos estatuas con la simbología del
tiempo. En la de Lorenzo, el Crepúsculo, con los trazos de un hombre que
envejece pero que aún tiene plena posesión de su fuerza, el cual tiene una
actitud simétrica a la Aurora, que se encuentra a la derecha y por encima de
ambas, dentro de una hornacina, la estatua de Lorenzo, que tiene la cabeza
cubierta con el casco de los generales romanos; su actitud de meditación hizo
que enseguida se le conociera con el nombre de «el pensador».
Encima de la tumba de Juliano están las alegorías de la Noche, que a
pesar de simbolizar la muerte anuncia la paz suprema y el Día que muestra la
cabeza inacabada de un hombre, siendo muy singular esta representación de
una persona mayor. Simboliza la imagen del cansancio de empezar un día sin
desearlo. Sobre ellas la estatua de Juliano con un gran parecido a la escultura
del Moisés de la tumba de Julio II; a pesar de la coraza con la que lo vistió, se
aprecia el cuerpo de un joven atleta. En definitiva, los retratos de estos
personajes de la casa Médicis son más espirituales que físicos, se muestra más
el carácter que no la apariencia material. Cuando se le dijo al escultor que se
parecían poco a las personas reales, contestó: «¿Y quién se dará cuenta de aquí
a diez siglos?».[62]
Otras obras. Del resto de su catálogo podemos destacar la Piedad
Rondanini, que sería la última escultura en la cual trabajaría hasta la vigilia de
su muerte. La religiosidad que muestran estas últimas esculturas es el resultado
de una crisis interna del autor. Las imágenes de la Piedad Rondanini son
alargadas y tanto el Cristo como la Virgen se encuentran completamente
unidos como si se tratase de un solo cuerpo, se aprecia una frontalidad
dramática de origen medieval. La dejó, inacabada
PINTURA
Leonardo da Vinci constituye el paradigma de genio polifacético que
domina todos los campos del saber, usó el método científico en la observación
de la naturaleza y lo plasmó en sus obras teóricas como muestra en el tratado
De Pintura. Aporta la perspectiva aérea, que degrada a los objetos en tamaño y
nitidez (sfumatto), en un intento por captar la “atmósfera”, además concibe la
luz como una fusión del negro y del blanco (claroscuro), lo que se traduce en la
pérdida de importancia del dibujo en beneficio del color. Entre sus obras
destacan La Gioconda, La Virgen de las Rocas de fondos paisajísticos
misteriosos y La última cena. Miguel Ángel, como pintor, fue un claro
predecesor de los manieristas, su obra magna es la decoración de La Capilla
Sixtina donde combina su faceta de escultor, pintor y arquitecto, encuadra las
escenas de Sibilas, Profetas, Ignudi (jóvenes desnudos) y el Génesis entre falsas
arquitecturas, esta obra culmina con El Juicio Final. Rafael Sanzio sintetizó lo
mejor de los dos artistas anteriores y aportó su sello personal, su pintura es
amable y colorista, en la que hace uso de composiciones geométricas bien
estudiadas. Es autor de retratos de profunda psicología como en El cardenal, y
de cándidas madonnas como La bella Jardinera, su obra más conocida es la
decoración de las estancias vaticanas donde destaca La Escuela de Atenas.
La
escuela veneciana se caracteriza por un predominio absoluto del color sobre la
línea, además por la gran importancia que adquiere el paisaje dotándolo de
una racionalidad casi matemática, exalta la riqueza de la República de Venecia
haciendo hueco en la pintura a sus telas, joyas y ambientes palaciegos, y
proporciona más importancia al tema secundario que al principal. Entre sus
pintores destacan: Giorgione, fundador de la escuela, con su Venus dormida;
Tiziano, gran dominador del color y cultivador de todos los temas, resultan
admirables el Martirio de San Lorenzo, La bacanal y el retrato de Carlos V en
Muhlberg; Veronés, fue el pintor del lujo en medio de extraordinarios fondos
como es el caso de Moisés salvado de las aguas del Nilo; Tintoretto, cuya
tensión dramática semejante a la de Miguel Ángel le sitúa en la frontera con el
manierismo, destaca El Lavatorio.