1. Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica
Los pueblos prerromanos, conocidos también como los pueblos “indígenas”, se asentaron en la Península Ibérica, en general, antes de las colonizaciones de los pueblos del Mediterráneo Oriental, durante la Edad del Hierro. Su desarrollo cultural fue desigual, siendo mayor el de los pueblos del este y sur peninsular, debido a su contacto directo con los colonizadores mediterráneos. Las principales fuentes de información sobre estos pueblos provienen de la arqueología y de las fuentes escritas griegas y latinas.
1.1. Tartessos
Esta civilización se desarrolló en el Valle del Guadalquivir (entre las actuales provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, e incluso parte de Badajoz). Su existencia está documentada por historiadores griegos como Estrabón y Heródoto, leyendas sobre reyes míticos (Gárgoris y Habis) e históricos (Argantonio), e incluso posibles referencias bíblicas.
Su economía se basaba en la minería (plata, estaño, cobre, oro), la agricultura, la pesca y el comercio de metales con los fenicios y por la ruta de las Casitérides (sur de las islas Británicas). Su sociedad estaba fuertemente jerarquizada (terratenientes, comerciantes, campesinos, esclavos…).
Se conservan restos arqueológicos, como el Tesoro del Carambolo (posiblemente de realización fenicia), que indican el poder económico de su aristocracia, e incluso restos de algún edificio importante (como el descubierto en Badajoz en 2017). El auge de Tartessos se produjo entre los siglos IX-VII a.C., y su desaparición, por causas poco conocidas, a finales del siglo VI a.C.
1.2. Íberos
Los íberos eran un conjunto de tribus que toman su nombre del río Ebro (Iberia, de origen griego). Vivían a lo largo de la costa mediterránea (hasta el sur de Francia) y en el Valle del Ebro. Su cultura es una mezcla de elementos indígenas, tradición tartésica e influencias griegas y fenicias (proceso de aculturación).
Compartían rasgos comunes como la lengua y escritura (con caracteres de origen fenicio y griego), la incineración funeraria y un estilo artístico particular (cerámica pintada, escultura). Sin embargo, no formaban una unidad política, sino que se organizaban en tribus independientes (indigetes, bastetanos, turdetanos…).
Se asentaban en poblados o ciudades amuralladas en zonas elevadas, con calles irregulares. Sus necrópolis son ricas en ajuares y exvotos. Su economía se basaba en la agricultura mediterránea, la ganadería (ovejas, cabras, cerdos y caballos), la artesanía (cerámica decorada, tejidos) y el comercio (sobre todo con fenicios y griegos). Dominaban la metalurgia del hierro (herramientas, armas como la falcata) y poseían moneda acuñada en sus propias cecas, aunque de evidente influencia griega.
Su sociedad estaba jerarquizada, con reyezuelos (más poderosos en el sur que en la zona levantina), guerreros (practicaban la “devotio ibérica”: fidelidad hasta la muerte a sus jefes), campesinos, artesanos y esclavos. Entre sus manifestaciones artísticas destacan la cerámica pintada con motivos geométricos y figurativos, la escultura (damas oferentes como la del Cerro de los Santos; funerarias, como la de Elche y Baza; pequeños exvotos de bronce y plomo; animales fantásticos como la Bicha de Balazote) y la joyería.
1.3. Celtas y Celtíberos
Pueblos indoeuropeos procedentes del centro de Europa que, en varias oleadas (s. IX-VI a.C.), se asentaron en zonas de Cataluña, el Valle del Ebro, la Meseta y el noroeste, llegando algunos hasta Andalucía. Dominaban el hierro y practicaban la incineración, enterrando las cenizas en urnas (Campos de Urnas).
En el alto Duero y el Sistema Ibérico, recibieron fuertes influencias de la cultura íbera (celtíberos). En el noroeste y las zonas de montaña, su economía era ganadera (ovejas, vacas), mientras que en la Meseta era cerealista (agricultura comunal, como en el caso de los vacceos).
Los clanes familiares se organizaban en tribus (Berones, arévacos, pelendones, vacceos, vetones, carpetanos, lusitanos…) dirigidas por una asamblea de aristócratas guerreros. Habitaban poblados fortificados, a veces pequeñas ciudades como Numancia, que en Galicia y el norte de Portugal se denominan castros.
1.4. Pueblos Cantábricos
En la cornisa cantábrica y la zona oeste de los Pirineos habitaban pueblos como los astures, cántabros, autrigones, várdulos y vascones. Eran conocidos por ser belicosos, con fama de salvajes, y su economía se basaba principalmente en la ganadería, la pesca y el marisqueo. Recibieron en mayor o menor medida las influencias de sus vecinos celtas.