Postulados de la Razón Práctica
Kant no señala que para los dos últimos postulados, uno no pudiera, físicamente, ser moral sin suponer la existencia de Dios y la inmortalidad del alma; indicando que los objetivos, fines o consecuencias de la moralidad no se realizarían.
Sin embargo, en la Crítica de la Razón Pura, Kant había mantenido la imposibilidad de un conocimiento sobre las ideas; es decir, de Dios, el alma o el mundo; y eso se sigue manteniendo.
Los postulados no pueden ser conocidos por el ser humano, no podemos saber que son ciertos, pero pueden ser creídos; y de hecho, es necesario que los creamos si queremos dar sentido al hecho de ser morales. Pero entendiendo que aceptar la verdad de los postulados no significa ampliar nuestro conocimiento; una cosa es conocer y otra tener fe.
Lo que la razón teórica decía sobre las ideas es que no podía haber conocimiento de ellas, pero ni para decir que existen ni para decir que no existen, simplemente estaban más allá de sus posibilidades. Ni la existencia de Dios, ni la del alma, ni la de la libertad son objetos de conocimiento posible para la razón teórica. Pero eso no impide que puedan constituirse en objetos de fe para la razón práctica, sin que eso indique que la razón práctica amplia el conocimiento de la teórica: los postulados no se conocen, se creen por una necesidad de la razón práctica para que ésta pueda realizar sus fines.
Como los postulados son necesarios para ser moral, y todos los seres racionales, por el hecho de serlo, son morales, entonces se sigue que la fe en los postulados es una fe racional; es decir, una fe que todo ser racional debe tener.
La Dialéctica Trascendental
Es la parte de la Crítica de la Razón Pura donde analiza que los juicios sintéticos a priori no existen en la metafísica.
Kant divide la metafísica tradicional en:
- Psicología: que estudiará al alma o yo.
- Cosmología: que estudiará la realidad en su totalidad.
- Teología natural: que estudiará la existencia y naturaleza de Dios.
Kant señala que no existen juicios sintéticos a priori en metafísica; y, por tanto, que la metafísica no existe como ciencia.
La razón de esto es que para que la metafísica fuera ciencia tendría que ser legítimo aplicar las categorías del entendimiento a los objetos de la metafísica: yo, mundo y Dios, pero esos tres objetos no son objetos de los que podamos tener una experiencia, luego aplicar las categorías es completamente ilegítimo.
Kant establecerá que la razón humana funciona bajo el llamado axioma lógico de la razón, que es su principio de funcionamiento, y que la lleva a intentar reducir al mínimo posible el número de principios últimos que subsumen el conocimiento humano. El resultado de esto es el cuerpo de conocimientos que denominamos ciencia.
Kant considerará que, como sólo existían tres tipos distintos de silogismos, y la razón, en su función organizativa utilizaba necesariamente uno u otro, tendría que haber tres tipos distintos de principios finales para el conocimiento humano, que serían principios del conocimiento.
Estos tres principios finales del conocimiento humano corresponderían con tres objetos, los que Kant denomina ideas, y que serían el mundo, el yo y Dios.
De ninguna de esas ideas existe experiencia, luego no es legítimo establecer su realidad, pero, la razón, debido al axioma lógico que la constituye, tiene la tendencia a afirmar la existencia de esas tres ideas.
Usos de la Razón Teórica
Kant diferenciará dos usos distintos de la razón teórica, uno legítimo y otro ilegítimo:
Forma Legítima
Se le denomina uso lógico, o regulativo, de la razón teórica. En este uso la razón se limita a tomar las ideas como nociones ideales, cimas, que regulan cómo organizar nuestros conocimientos. Aquí las ideas serían guías de organización, pero este uso no llegaría a afirmar que esas ideas existen en la realidad, ya que sobre ellas no hay experiencia, ni podrá haberla.
Forma Ilegítima
Se le denomina uso real, o constitutivo, de la razón teórica. En este uso la razón termina por afirmar la existencia real de las ideas. A esto se le llama hacer un uso transcendente (y no transcendental) de las categorías aplicándolas a las ideas; y su consecuencia es la metafísica dogmática.
Pero, cuando la razón se usa en el modo ilegítimo, e intenta demostrar la existencia de las ideas, cae en contradicciones. Debido a cómo está constituida la razón, a su axioma lógico de funcionamiento, tiene la tendencia natural a intentar terminar el edificio total del conocimiento humano, y a establecer afirmaciones metafísicas que demuestren la existencia de las ideas. A esta tendencia Kant la conceptualiza como enfermedad natural de la razón. Ante esta enfermedad incurable de la razón, ya que su cura conllevaría dejar de razonar, sólo cabe la prevención de la metafísica crítica kantiana, que muestra cómo ese ideal de conocimiento no es posible.