Los arraigados están de acuerdo con la dictadura. Su poesía de tono heroico e intimista y de forma clasicista hace que también se les llame Garcilacistas; su tono contrasta con la realidad diaria del país. Se sitúan en torno a revistas como “Escorial” se llaman a sí mismos juventud creadora; algunos autores son Luis Rosales con Retablo de Navidad, Leopoldo Panero con La estancia vacía, Luis Felipe Vivanco con Tiempo de dolor y José García Nieto con Víspera hacia ti.
La poesía desarraigada, opuesta a la dictadura, tiene su base en la G. 27, sobre todo en la obra
Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Refleja la peripecia individual del ser humano en tiempos de angustia, de dolor y de falta de fe en el futuro, se trata de una poesía existencialista en la que la tendencia y la afirmación de vida conviven con la muerte, la tristeza, la soledad y la desesperación. Utilizan una lengua desgarrado, cercano al grito y la disonancia. Hay una gran influencia de Miguel Hernández. Esta poesía desarraigada evolucionara en la década de 1950 a una poesía social con que comparte autores cuyas obras evolucionan dando el paso del yo al nosotros.
La poesía social presenta objetivamente a la colectividad española con un tono de denuncia, testimonio y protesta de su situación social. Estos poetas exigen justicia y paz para España, que se convierte en protagonista de los versos, empleando un lenguaje tan transparente que en ocasiones llega a un prosaísmo extremo.
Victoriano Crémes funda con Eugenio de Nora la revista “Espadaña”. Su obra de acento desgarrado y tremendista es primero existencialista en Tacto sonoro, Caminos de mi sangre o Nuevos cantos de vida y esperanza, y luego social en La espada y la pared, Furia y Paloma y con la Paz al hombro.
Gabriel Celaya publica antes de la Guerra Civil, pero su obra más conocida es la posterior. Destaca su compromiso social y su voluntario prosaísmo. De su etapa existencialista son las obras Tranquilamente hablando y Las cosas son como son;
Y de la social, Las cartas boca arriba, Cantos iberos y Canto en lo mío.
También escribe novela experimental como Función de uno, equis, ene.
Blas de Otero es el gran poeta de la posguerra y su obra resume la evolución de la poesía desde 1939 hasta su muerte. En su etapa existencialista se centra en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana, son de esta etapa Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, publicadas posteriormente con el titulo global Ancia.
Su poesía social se caracteriza por el compromiso y la solidaridad testimonial con los problemas colectivos de España. Su tercera etapa supone un cambio formal cercano al experimentalismo, es de esta etapa Hojas de Madrid
José Luis Hidalgo deja, pese a su prematura muerte, una estremecedora obra existencialista, metafísica y religiosa en Raíz, Los animales y Los muertos.
José Hierro se inicia en la poesía existencialista de intensa proyección lírica y personal con Tierra sin nosotros, Alegría y Con las piedras, con el viento.
Después se integra en la poesía social con Quinta del 42 y Cuanto sé de mi.
También escribíó posteriormente Libro de las alucinaciones y Agenda.
Eugenio de Nora ha publicado como investigador de ensayo La novela española contemporánea.
Centrado en los temas del dolor y el amor, es existencialista en Cantos del destino, Contemplación del tiempo y Siempre.
Es el primero en editar libros de poesía social, Pueblo cautivo y España pasión de vida.
La poesía social es también cultivada por autores que no vivieron la Guerra Civil y se agrupan en la G.50. Tiene también una visión crítica de la realidad, tienen una actitud humanista pero preservada en su reciento personal. Sus obras tienen una consciente voluntad de estilo, un cuidado del lenguaje y de las formas poéticas, y una revuelta a los eternos temas de la poesía (amor, dolor, muerte…) y a otros más personales que los aportan de la poesía social.
La obra de Ángel González tiene contenidos de la poesía social y otros mas íntimos y personales. Su poesía tiene el tono sincero de su mirada interior y una tendencia al estilo coloquial e irónico y, en ocasiones, al conceptismo ingenioso. Destacan sus libros Áspero mundo, Grado elemental, Tratado de urbanismo y Palabra sobre palabra.
José Ángel Valente, de tono intelectual y simbolista transciende hacia ámbitos del conocimiento mediante una depuración extrema del lenguaje que se intensifica con los años. Destacan sus obras A modo de esperanza, Poemas a Lázaro, La memoria y los signos, Interior con figuras, El fulgor, Al Dios del lugar y Breve son. Cultivo la poesía en su lengua natal, el gallego.
Jaime Gil de Biedma ejerce una gran influencia en la generación actual y en la tendencia >. Su poesía es irónica y de enunciación cercana a lo cotidiano; se caracteriza por su escepticismo y su visión negativa de la realidad. Escribíó libros como Compañeros de viaje, Moralidades, Poemas póstumos y Las personas del verbo.
Antonio Gamoneda alterna la actitud crítica con la experiencia personal y biográfica en desequilibrio con el mundo exterior. Sus obras más destacadas son Sublevación inmóvil, Descripción de la mentira, Blues castellano, Lapidas y Solo luz.
Claudio Rodríguez publica con 19 años Don de la ebriedad. Mezcla el Surrealismo de las imágenes, el clasicismo formal y la transparencia del paisaje. Este sentido humanista está presente en sus obras Conjuros, Alianza y condena, El vuelo de la celebración y Casi una leyenda.
En 1966 Pere Gimferrer publica Arde el mar que rompe con toda la poética anterior. Además en 1970 José María Castellet publica Nueve novísimos poetas españoles, surge así la Generación de los novísimos, movimiento de ruptura vanguardista que adapta una actitud formalista. Hay una despreocupación hacia las formulas tradicionales, las normas perceptivas y la libertad formal, se introducen elementos exóticos y son carácterísticas la escritura automática vanguardista y las técnicas elípticas, así como la artificiosidad. Vuelven su mirada a temas y asuntos de otras epcoas, de origen cultural e histórico, por lo que también se llaman >. Asimilan una mitología frívolá procedente del cine, la música popular o del cómic. Recogen aspectos de las vanguardias del s. XX, del Surrealismo de Aleixandre; y alternan un lenguaje de imágenes opacas y visionarias con otros aspectos novedosos como la métrica culta del Modernismo, sin abandonar el tono coloquial de algunos poetas del 50.
Algunos de sus representantes incluidos en la citada antología son:
De la tendencia culturista y surrealista: Pere Gimferrer con Arde el mar, La muerte en Beverly Hills.
Guillermo Carneso con Dibujo de la muerte, El sueño de Escipion.
Antonio Colinas con Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia.
Luis Alberto de Cuenca con Elsinore, Scholia.
De la tendencia coloquial, irónica y crítica: Manuel Vázquez Montalbán con Una educación sentimental, Copias a la muerte de mi tía Daniela, A la sombra de las muchachas sin flor.
Leopoldo María Panero con Así se fundó Carnaby Street, Teoría