La Lírica
El género lírico se caracteriza por la presencia de una voz, el yo lírico, que expresa sus sentimientos íntimos. La finalidad de la poesía es singularizar un sentimiento o experiencia ante los lectores, provocando en ellos una emoción estética.
Las formas más representativas del género lírico se valen del verso, ya que es un cauce apropiado para la expresión de sentimientos, aunque también pueden encontrarse poemas en prosa y textos en prosa poética. El verso tiene en cuenta las pausas acentuales y silábicas, así como el ritmo y la rima, por lo que se puede realizar un análisis métrico, que consiste en descubrir cuáles son los elementos que contribuyen a crear el ritmo de la composición. Estos elementos son el cómputo silábico —es decir, el número de sílabas de cada verso—, la distribución de los acentos en el verso, la rima y la estrofa —conjunto de versos agrupados por una serie de características—.
Las formas de la lírica son muy diversas y en muchos casos responden al espíritu de una época; las más destacadas tienen su origen en la literatura clásica: la oda, la canción, la elegía y la epístola. Otras formas de distinto origen, como el romance, de naturaleza popular, o el soneto, forma culta de procedencia italiana, han conocido también un amplio desarrollo en la literatura en lengua castellana.
La Lírica de Finales del Siglo XIX y Comienzos del XX
Contexto Histórico
El último tercio del siglo XIX estuvo marcado por la crisis del modelo liberal burgués, que se manifestó en las mentalidades y en las expresiones artísticas. Esta crisis coincidió en España con la derrota en Cuba y Filipinas, lo que hizo que el mundo de la cultura reflexionase sobre las causas de esta crisis y propusiera medidas regeneradoras.
La Pérdida de las Últimas Colonias
En 1898, cuando España perdió sus últimas posesiones ultramarinas, se desató un auténtico colapso en el que la derrota ante Estados Unidos fue interpretada como síntoma definitivo de los males que aquejaban al país.
Esa visión había surgido con anterioridad, y recurría a metáforas para definir España como una nación enferma, aunque el trauma de la derrota instauró en el país la necesidad de impulsar un movimiento modernizador.
Los Síntomas de la Infección General
La situación que padecía España en el cambio de siglo fue calificada de enfermedad crónica y presentaba los siguientes síntomas:
- Atraso económico: La industrialización había sido muy tardía y muy localizada, por lo que España seguía siendo un país eminentemente agrario.
- Atraso educativo: La tasa de analfabetismo era muy superior a la de otras naciones europeas.
- Agotamiento político: El sistema implantado por la Restauración, basado en la alternancia de partidos, era incapaz de resolver los problemas y se apoyaba en una oligarquía caciquil que manipulaba los resultados electorales.
El Espíritu Regeneracionista en el Cambio de Siglo
En 1902 alcanzaba la mayoría de edad Alfonso XIII. Su acceso al trono se efectuó en pleno auge del regeneracionismo, que pretendió modernizar el país mediante el desarrollo económico, la educación y la superación de los traumas nacionales.
- Resistencia conservadora: Iglesia, élites económicas y ejército se opusieron frontalmente a cualquier cambio que cuestionara su superioridad social y política.
- Conflictividad obrera: Las organizaciones obreras presionaron al Gobierno con huelgas y disturbios que acentuaron la sensación de debilidad de la clase política.
- Auge de los nacionalismos: Los nacionalismos periféricos se vieron favorecidos por la crisis para incrementar sus apoyos sociales.
La Búsqueda de Europa
La reflexión tras el desastre inspiró un sentimiento trágico ante una nación sin rumbo, que derivó en la exaltación de aspectos genuinamente españoles. La personificación en don Quijote del idealismo y de las contradicciones del pueblo español, o las evocaciones paisajísticas de Castilla, expresaban una angustia que generó el anhelo de acercar España a Europa.
Los Inicios de la Modernidad Poética
La modernidad poética se inició en Francia a mediados del siglo XIX, con la aportación de dos orientaciones literarias: el parnasianismo y el simbolismo.
- El parnasianismo: es una reacción en contra de los excesos de subjetividad y sentimentalismo de los románticos. Los nuevos poetas propugnaron un arte por el arte: una poesía objetiva cerrada a sentimientos e ideologías. Tal concepción propiciaba el empleo de imágenes precisas y claras y de un verso de escrupulosa construcción. Temáticamente, evocó culturas antiguas y ambientes exóticos.
- El simbolismo: hacia la década de 1870 empezó a cambiar la sensibilidad y se inició, de forma paulatina, la búsqueda de un nuevo lenguaje basado en la sugerencia. El simbolismo se define como el intento de sustituir en la poesía la realidad por la idea. Los poetas simbolistas aspiraron a reemplazar los procedimientos de la razón por las vías imprecisas de la intuición. Tratan de plasmar una visión subjetiva de la realidad, de ofrecerla a través de la sensibilidad del poeta. Frente a la mención directa de las cosas, prefieren la utilización del símbolo, entendiendo como tal aquello que se ofrece a los sentidos y lleva a comprender una idea.
El Modernismo
El modernismo supuso una actitud vital tanto en España como en Hispanoamérica, y constituyó una reacción en contra de los patrones del sistema burgués.
El modernismo es un movimiento sincrético: su rasgo común es el deseo de nutrirse de todo. Sobre una base que reaccionaba contra el positivismo de la segunda mitad del XIX, combina los aportes del parnasianismo, simbolismo, impresionismo, decadentismo, esteticismo y misticismo. Intenta conciliar el afrancesamiento y el exotismo preciosista con el tradicionalismo hispánico y con la sencillez expresiva.
Como rasgo general del movimiento modernista destaca su insistencia en la experimentación con el lenguaje y las formas literarias. Los modernistas pretendieron renovar el lenguaje poético, de modo que este fuera una creación única y sorprendente. Enriquecieron el idioma con vocablos extranjeros y con americanismos, abusaron de arcaísmos y de neologismos y usaron el estilo conversacional. Persiguieron también la búsqueda de efectos impresionistas, por medio de sensaciones, que lograron con la sinestesia, un cromatismo de infinitos matices y la musicalidad.
Por otra parte, formularon nuevas propuestas métricas, siguiendo tres direcciones: recuperación de viejas formas, agilización de metros conocidos y creación de nuevos metros e intento de libertad métrica.
El modernismo conllevó una fuga del espacio y tiempo hispanoamericano en que vivía el artista, una evasión hacia el pasado y las tierras lejanas y exóticas. Crearon un mundo propio ideal que permitiera afrontar la vida rutinaria y defendieron el cosmopolitismo como una faceta más de evasión. Sin embargo, ante la amenaza estadounidense, reafirmaron sus raíces hispánicas.
Se considera precursor del modernismo al cubano José Martí, aunque llegó a su plenitud con el nicaragüense Rubén Darío.
La Generación del 98
El escritor Azorín fue el primero en aludir a la generación del 98 cuando publicó en 1913 su estudio titulado Clásicos y modernos. En este se designa a un grupo de escritores, denominado el Grupo de los Tres, que compartían inquietudes y actitudes de protesta, además de una profunda preocupación por la situación de España.
Esos tres escritores, Azorín, Pío Baroja y Ramiro de Maetzu, firmaron un manifiesto en 1901 denunciando esta situación. Además, se incluyeron intelectuales como Miguel de Unamuno, Antonio Machado o Ramón María del Valle-Inclán.
La denominación de generación del 98 ha sido muy cuestionada por la crítica desde el momento de su aparición, ya que incluso sus integrantes declinaban su pertenencia. Sin embargo, no deja de ser cierto que se pueden encontrar puntos en común en algunas de sus obras, por lo que la crítica literaria les ha englobado en un mismo grupo.
Los rasgos que han llevado a considerar a este elenco de escritores dentro del mismo grupo son los siguientes:
- Fechas de nacimiento no muy distantes: Separaban tan solo once años al autor más viejo del más joven (1864-1875).
- Relación entre los componentes: Compartían ideas políticas liberales, promoviendo reformas ideológicas e, incluso, participando en actos colectivos: estrenos de obras, viajes reivindicativos, protestas por el Nobel a Echegaray, pues se le consideraba un símbolo de una España anticuada.
- Suceso generacional del desastre del 98: Sentían desolación por la situación de España, pues al ser derrotada por Estados Unidos, abandona todas las posesiones que aún mantenía de su antiguo imperio: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.
- Preocupación por el problema de España: Abordaban este sentimiento desde un punto de vista íntimo, basándolo en una cuestión de valores, ideas y creencias, y en una devoción incondicional a Castilla.
- Temas recurrentes: Preferían los conflictos existenciales y filosóficos, el sentido de la vida y el destino del ser humano. Muchos de los autores experimentaron una evolución ideológica que les hizo madurar en el terreno personal y como escritores.
- Inquietudes literarias comunes: Contribuyeron decisivamente a la renovación de principios de siglo. Valoraron la obra de autores como Bécquer, Rosalía de Castro o Larra y también a los clásicos como Berceo, Manrique, Fray Luis o Cervantes.
- Estilo basado en un lenguaje natural y sobrio: Defendían una marcada voluntad antirretórica, no reñida con la elegancia en la expresión. Aunque esta característica no se cumple en todos los casos, como sucede con Valle-Inclán.
- Ensayo moderno: Aportaban innovaciones a los géneros literarios, especialmente narrativos, como el ensayo, en el que cabían tanto reflexiones literarias, filosóficas, históricas como, incluso, personales. Este género se convirtió en la vía principal de expresión de ideas.