La Poesía Española Posterior a 1936
Al estallar la Guerra Civil, todos los poetas participan activamente en defensa de sus ideales. Entre 1936 y 1939, tanto en el bando republicano como en el nacional, se desarrolló una literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha con el que se ensalzaba al amigo y se atacaba al enemigo. Esta producción no se caracterizó, en general, por su calidad. Sin embargo, debe destacarse la figura de Miguel Hernández, cuya obra alcanzó la madurez en estos años:
- Antes de la Guerra: escribe su primera obra, Perito en lunas, poesía de tono barroco, de influencia gongorina y vanguardista; sobresalen las metáforas y los símbolos. En 1936 publica El rayo que no cesa, libro fundamental en el que abandona el barroquismo de su obra anterior y presenta una poesía más desarraigada. El centro vital de la obra es la pasión amorosa, pero es una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana (el amor es un “rayo” que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte).
- Durante la guerra: incorpora la poesía al servicio de la causa republicana; así nace una poesía comprometida: Viento del pueblo y El hombre acecha.
- Después de la guerra: en la cárcel escribirá Cancionero y romancero de ausencias. El poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer. También recuerda una guerra que sólo ha provocado odio y destrucción, pero aun así no renuncia a la esperanza. La parte formal también es diferente de la de libros anteriores, canciones y romances; las metáforas se han reducido sensiblemente en busca de una expresión directa y esencial.
El triunfo, en 1939, del ejército franquista no sólo significa la derrota de la República y sus ideales; los escritores más brillantes han muerto (Machado, Lorca), o están en la cárcel (Miguel Hernández), o se han exiliado (Juan Ramón, León Felipe y la mayoría del grupo poético del 27), o son condenados al silencio. Durante los primeros años del exilio sus temas son: España, la ausencia dolorosa de la patria, la muerte y el inicio de una nueva vida en otros ámbitos y en otras culturas, expresado en un lenguaje poético que se va acercando cada vez más a la sencillez de la lengua cotidiana.
Los Primeros Años de Posguerra (Años Cuarenta)
Dámaso Alonso ha clasificado a los poetas que se quedan en España en dos grupos: los poetas arraigados y los poetas desarraigados:
Poesía Arraigada
Con este término se hace referencia a su enraizamiento en la vida y a su satisfacción por la existencia. Son poetas que se identifican con el régimen franquista, han salido victoriosos de la contienda y muestran su optimismo por ello (algunos posteriormente se distanciaron del régimen). Su vehículo de expresión fueron dos revistas de clara filiación franquista: “Escorial” y “Garcilaso”. Cuentan con discutibles denominaciones: Generación del 36, Grupo de El Escorial, Grupo de Garcilaso. Autores: Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, entre otros.
Frente a una sociedad marcada por el racionamiento, el hambre y el aislamiento internacional, la España que aparece en sus versos es un país idealizado y eso se refleja a través de un lenguaje clásico y esteticista, por lo que regresan a formas poéticas tradicionales como el soneto. Tratan temas tradicionales: el amor, el paisaje, la patria, Dios (presentan una religiosidad armónica, en la que Dios les aporta serenidad y confianza).
Poesía Desarraigada
Para los poetas desarraigados, por el contrario, el mundo es un lugar inhóspito, y la poesía el medio para buscar la salvación. Esta nueva poesía se publicará principalmente en la revista “Espadaña”.
Fecha clave es el año 1944 en que se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso (visión angustiosa, terrible, del mundo del hombre, en un lenguaje renovador, surrealista y profundamente humano) y Sombra del paraíso (la añoranza de la infancia y sus paraísos no son otra cosa que profunda insatisfacción ante el presente) de Vicente Aleixandre. Otro poeta que, en esta época, reclama una poesía con mayor contenido humano y existencial, reflejo de la desgarradora realidad española es Blas de Otero (primera etapa: Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia).
La poesía de estos autores recoge la corriente existencialista europea que refleja la soledad del hombre en un mundo caótico, sin sentido. Los temas serán el vacío personal, la soledad y el desarraigo. Lo religioso aparece también con frecuencia, pero será una religiosidad conflictiva, con dudas y hasta desesperación.
Frente al formalismo y esteticismo garcilasista, esta es una poesía de estilo bronco y apasionado, directo y desgarrado (por eso fue calificada también como poesía tremendista). La métrica tradicional se sustituye a veces por el verso libre y el versículo.
Otras Corrientes
Al margen de estas dos corrientes merecen destacarse autores que intentan enlazar con la Generación del 27 (grupo “Cántico” de Córdoba: poesía basada en el esteticismo y la belleza formal de algunos poetas del 27) y con el surrealismo (“Postismo” –abreviatura de postsurrealismo-, que reivindica la libertad expresiva, el juego, la imaginación, el sueño, el subconsciente).