Comparación entre el Pensamiento de Platón y Nietzsche
Las filosofías de Platón y Nietzsche son tremendamente diferentes entre sí. Esta situación responde a la animadversión que Nietzsche sentía frente a la filosofía de Platón y de Sócrates, a los que responsabiliza de haber inaugurado una tradición metafísica en Occidente que, tras más de dos milenios de influencia, ha acabado por conducir al hombre occidental del siglo XIX a una situación de decadencia insoportable. Hagamos un recorrido por las diferencias entre estas dos filosofías para comprender mejor esto último:
Diferencias Gnoseológicas
Desde el punto de vista gnoseológico, Platón entiende que el filósofo debe buscar la verdad en un camino ascendente y progresivo que pasa por la eikasía (conjetura), pistis (creencia), dianonia (razón discursiva) y noésis (intuición de ideas). Nietzsche, en cambio, rechaza esa voluntad de verdad y la sustituye por una voluntad de poder basada en una vida que ha de centrarse en los instintos y lo sensorial. Para Nietzsche, la verdad es una ficción, un producto de la razón, que tiende inevitablemente a inmovilizar la realidad (recordemos que las ideas platónicas son simples, eternas, inmóviles…), que es constante flujo y devenir. Por tanto, si podemos rastrear hasta Platón el proyecto de una ciencia que ha de encontrar la verdad para comprender la realidad y vivir mejor, Nietzsche rechaza la ciencia como modelo de explicación de la realidad. Nietzsche aboga por un perspectivismo en el que cada individuo ha de crear artísticamente su verdad.
Diferencias Ontológicas
Desde un punto de vista ontológico, Platón cree que la realidad se divide en dos órdenes bien diferenciados que Filón de Alejandría llamó por primera vez “mundo sensible” y “mundo inteligible”. Uno poblado por imágenes o copias materiales y el otro compuesto por ideas, modelos o paradigmas inmateriales de las cosas y que constituyen la verdadera realidad, en cuya cúspide se encuentra la idea del Bien o Uno. Nietzsche, por su parte, considera que todo es flujo y cambio (Heráclito) dominado por la voluntad de poder (Schopenhauer), que es una afirmación ciega de la vida. El mundo de Nietzsche es uno en el que Dios “ha muerto” (en realidad nunca ha existido, pues se trataba de una gran mentira destinada a gobernar a los hombres y hacerlos entrar en decadencia), pura inmanencia sin trascendencia; y los principales responsables de esta gran mentira son, para Nietzsche, la metafísica de origen socrático-platónica en unión con la tradición judeocristiana.
Diferencias Antropológicas
Desde un punto de vista antropológico, Nietzsche defiende una inmanencia radical del hombre (es sólo cuerpo) y se opone al dualismo antropológico platónico según el cual el ser humano es cuerpo y alma (concupiscible, irascible y racional), un producto accidental de dos realidades contrapuestas destinadas a separarse tras la muerte, en la que el cuerpo perecerá y el alma vivirá eternamente. Nietzsche considera que el deseo de inmortalidad que hay en la filosofía de Platón oculta la negación de la vida.
Diferencias Éticas
En cuanto a la ética, Platón cree que la filosofía ha de servir para alcanzar la sabiduría, que fundamentalmente consiste en llegar al conocimiento del Bien y la Justicia, lo que permitirá una armonización de las partes del alma según la cual cada una desarrollará su virtud propia (la parte concupiscible, la templanza; la parte irascible, la valentía; y la parte racional, la sabiduría), lo que hará que la persona sea justa. Nietzsche rechaza los preceptos morales fijos y universales de origen platónico para plantear una transvaloración de los valores morales. El hombre, en la situación descrita por Nietzsche, debe ir más allá de sí mismo y convertirse en el superhombre, un hombre que sabe que la vida no tiene sentido pero que es tan valiente y creador que es capaz de asumir la vida y crear sus propios valores.
En conclusión, las diferencias entre ambos pensadores son profundas: Platón es iniciador de la tradición filosófica que Nietzsche pretende destruir, al considerarla nociva y responsable de la decadencia del hombre de su tiempo.
Contexto Filosófico de Platón (Siglo VII a.C. – Siglo V d.C.)
La filosofía surge con el paso del mito al logos en la tarea de explicar la realidad en toda su complejidad: el universo físico, la naturaleza humana, la convivencia social con sus implicaciones políticas y morales. Este acontecimiento se produjo en la cultura griega alrededor del año 600 a.C. (finales del siglo VII – principios del siglo VI a.C.).
Las Explicaciones Míticas
Las explicaciones míticas son un conjunto de narraciones de carácter religioso que pretenden explicar la configuración del mundo, la vida de los hombres y la sociedad. Eran elaboradas y transmitidas por poetas (Hesíodo y Homero). Estas historias ofrecen una explicación total de la realidad; personifican y divinizan las fuerzas naturales estableciendo que todo lo que sucede es por la voluntad arbitraria de dioses, quienes están sometidos al destino (idea que, secularizada, se convertirá en la necesidad de la que hablarán los primeros filósofos). La consecuencia que este tipo de explicaciones tiene es que es imposible la ciencia, pues ésta se basa en la regularidad, necesidad y leyes.
Las Explicaciones Racionales
Las explicaciones racionales, que surgen poco a poco en Grecia, a diferencia de las anteriores, son discursos en los que se muestra una explicación del mundo, del hombre, de la sociedad, partiendo de la regularidad, necesidad, leyes, que se descubren y se pueden demostrar con argumentos.
Los Primeros Filósofos
Los primeros filósofos o científicos (aún no se distinguía entre ciencia y filosofía) buscan lo que denominaban arjé, es decir, el principio fundamental (la esencia, la causa y el origen) de todo lo que nos rodea, la naturaleza (physis). Cada uno de los primeros pensadores, llamados presocráticos, dieron una respuesta diferente de qué era ese arjé. Así, algunos pensaron que ese primer principio era un elemento material: Tales de Mileto argumentó que era el agua; Anaxímenes, el aire; Heráclito, el fuego; otros que era algo inmaterial: Anaximandro, el “apeiron”; Pitágoras y los pitagóricos, los números; caso aparte es el de Parménides, del que habría que decir que no consideró que existiese un arjé, puesto que el ser no tiene origen ni fin. Y otros, en cambio, pensaron que el arjé era una pluralidad de elementos: Empédocles, los cuatro elementos (agua, fuego, tierra, aire); Anaxágoras, las semillas u homeomerías; y Demócrito y Leucipo, los átomos. Pero lo que importa no es la respuesta que dieron a qué era ese principio fundamental, sino que fueron los primeros que se atrevieron a buscar respuestas no míticas, racionales.
El siglo V a.C. se inicia con una crisis en las investigaciones presocráticas sobre la naturaleza y el auge del pensamiento en torno a los asuntos humanos: la ética y la política.
El Giro Antropológico
Es la época de la introducción y asentamiento de la filosofía en Atenas y, con ella, la racionalización y crítica de todas las creencias establecidas. Es aquí, por tanto, donde surge una nueva preocupación que tiene que ver con un “giro antropológico”: el interés primordial ahora es por el ser humano: educación, moral, ser buen ciudadano, dejando a un lado la preocupación por la naturaleza. Dado que existe un gran interés por triunfar en la vida pública (es la época en la que se instaura por primera vez en la historia la democracia), aparecen unos personajes que son “maestros de virtud” (enseñan a triunfar en la polis), llamados sofistas y que, aunque existen diferencias entre ellos, se pueden señalar unos rasgos comunes: son grandes maestros de oratoria, de retórica, que cobran por sus servicios; son grandes viajeros por lo que conocen muy bien otras culturas, sus costumbres, sus leyes. Estos autores son escépticos y relativistas, tanto en el ámbito del conocimiento como en el de la ética, pues mantienen que el conocimiento y la moral carecen de validez universal, con lo que dependen de cada cultura, de cada persona. Por lo tanto, cada persona o cultura será la que establezca lo que sea verdadero o falso, así como bueno o malo. Algunos sofistas son: Protágoras, Gorgias e Hipias.
Sócrates y el Intelectualismo Moral
Sócrates, por el contrario, está convencido de la existencia de valores universales que el ser humano debe intentar descubrir y que deben servir como criterios del juicio y de la acción moral, que pueden ser descubiertos mediante el diálogo y cuyo conocimiento lleva necesariamente a la práctica de la virtud. Contra el relativismo ético sofista, Sócrates plantea el intelectualismo moral (identificación entre virtud y saber: mantiene que sólo el que “sabe” qué es el bien o la justicia, puede ser bueno o justo). El método socrático es el diálogo (ironía y mayéutica) y su objetivo es descubrir, sacar a la luz la verdad . No escribió nada y lo que sabemos de él es por lo que nos han contado otros que lo conocieron, sobre todo su amigo Platón.
La Influencia de Sócrates en Platón
Se puede decir, sin duda, que el autor que más influyó el pensamiento de Platón fue Sócrates, al que conoció en su juventud y que le inició en la filosofía. La muerte de Sócrates le afectó profundamente. Platón, decepcionado por la organización política de la Atenas de su época, piensa que la razón de la corrupción existente en la vida política se encuentra en el relativismo sofista; frente a la afirmación sofista de que no se puede alcanzar la verdad, se sitúa al lado de Sócrates, que había reivindicado esa posibilidad para el hombre y había afirmado que utilizando la razón se puede alcanzar la verdad, se puede hacer ciencia, y que ésta consiste en el conocimiento justificado de afirmaciones universales, necesarias e inmutables.
El Mundo de las Ideas
Platón supera a su maestro y amplía la concepción socrática restringida sólo al ámbito de la moral. Si el conocimiento verdadero está conformado por afirmaciones universales, necesarias e inmutables, sólo puede ser porque existen realidades universales, necesarias e inmutables. Y como estos objetos no existen en el mundo sensible, compuesto de imágenes cambiantes, tienen que existir en “otro mundo”, el mundo de las Ideas. Platón, influido por los pitagóricos, pensaba que “el cuerpo es una cárcel para el alma”, es aquello que no le deja obtener el verdadero conocimiento. El ser humano deberá vivir de tal modo que el alma racional controle el cuerpo material; de este modo, la virtud moral no será, como para Sócrates, sinónimo de sabiduría, sino condición de la misma. Esta concepción moral la traslada al ámbito de la política y del Estado; el Estado ideal que Platón diseñará en el libro VII de la República estará regido y estructurado en función de la virtud y el conocimiento; tan sólo los filósofos, conocedores de la Idea de Bien, podrán gobernar adecuadamente el Estado, ajenos a cualquier corrupción. Sólo en un Estado justo y bueno, podrá el hombre ser justo y alcanzar la felicidad. Para concluir con Platón podemos decir que el objetivo de su obra es claramente político: organizar el estado de acuerdo con el verdadero conocimiento del bien y la justicia, ya que tan solo quien alcance dicho conocimiento podrá gobernar con justicia.