Platón: Dualismo Ontológico y Teoría Política

Platón (circa 428 a. C. – 347 a. C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia noble y de la más alta aristocracia. Platón, junto a Aristóteles, determinó gran parte del corpus de creencias centrales tanto del pensamiento occidental como del hombre corriente (aquello que hoy denominamos “sentido común” del hombre occidental). Pruebas de ello son la noción de “Verdad” y la división entre “doxa” (opinión) y “episteme” (ciencia). Demostró o creó y popularizó, según la perspectiva desde donde se le analice, una serie de ideas comunes para muchas personas, pero enfrentadas a la línea de gran parte de los filósofos presocráticos y a la de los sofistas (muy populares en la antigua Grecia) y que, debido a los caminos que tomó la historia de la Metafísica, en diversas versiones y reelaboraciones, se han consolidado.

Mundo Sensible y Mundo Inteligible

Según Platón, podemos distinguir dos mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible.

Mundo Sensible

El mundo sensible es el mundo al que tenemos acceso a través de los sentidos. En él hay dos tipos de entidades: las sombras e imágenes de los objetos, y los objetos físicos. Los objetos físicos son cambiantes, por lo que cualquier conocimiento sobre ellos es relativo y temporal. Este mundo no es verdaderamente real, sino que es el mundo de la multiplicidad, del cambio y el devenir. El mundo sensible es una copia defectuosa del mundo inteligible. De acuerdo al pasaje de la línea, este mundo se corresponde con el no-ser y la ignorancia. Las imágenes de los objetos materiales dan lugar a una representación confusa (imaginación), mientras que los objetos materiales dan lugar a una representación más precisa (creencia). Ambas formas pertenecen a la opinión (doxa) y no constituyen conocimiento verdadero.

Mundo Inteligible

El mundo de las ideas o mundo inteligible es una de las partes distinguibles en la teoría del conocimiento de Platón. Hace dicha división para clarificarnos la existencia de un mundo físico, material, y otro que compone las ideas (impresiones) de esos objetos. El autor contempla las ideas de dicho mundo como la perfección (las cercanas a la virtud máxima, el bien), la idea desde la cual se construyen las físicas, que no son más que copias imperfectas de dichas impresiones. Es el mundo perfecto donde no existe la dualidad y el cambio; es el mundo que realmente es. En oposición a éste nos encontramos el mundo sensible, o realidad aparente, la cual es reflejo del mundo inteligible y en la cual nos hallamos, que no es; sin embargo, tiene algo de ser por su participación en lo inteligible.

Las ideas son conceptos, son inteligibles, inmutables, individuales, además son causa del mundo sensible. Los entes no son sino formas (sombras) de las ideas. Con “sombras” en verdad nos referimos a imágenes proyectadas sobre la retina ocular (distinción muy importante en los escritos del mismo). Si entendemos “formas” en el sentido amplio de la palabra, podemos caer en la vulgar comprensión de la misma, es decir, una experiencia vivencial.

Con la alegoría de la caverna, Platón establece la distinción entre dichos mundos:

  • En el mundo sensible nos encontramos, en primer lugar, las imágenes de los objetos, a las cuales llegamos a través de nuestra imaginación.
  • En segundo lugar, los objetos mismos que no son sino formas de las ideas. Tanto las imágenes como los objetos no producen un conocimiento cierto y seguro (ciencia o Episteme) sino opinión o Doxa (opinión sobre las cosas que no sabemos si son ciertas).
  • Superando el mundo sensible nos encontramos con el mundo inteligible, el mundo de las ideas; en este mundo se encuentran las ideas y además las entidades matemáticas. Las ideas son objeto de conocimiento de la ciencia suprema: la Dialéctica, mientras que las matemáticas son objeto de conocimiento de la razón discursiva.

El Estado Ideal

Las ideas filosóficas de Platón tuvieron muchas implicaciones sociales, particularmente en cuanto al estado o gobierno ideal. Algunas de sus más famosas doctrinas están expuestas en la República.

Platón decía que las sociedades debieran tener una estructura tripartita de clases, la cual respondía a una estructura según el apetito, espíritu y razón del alma de cada individuo:

  • Artesanos o labradores: Los trabajadores correspondían a la parte de “apetito” del alma.
  • Guerreros o guardianes: Los guerreros aventureros, fuertes, valientes y que formaban el “espíritu” del alma.
  • Gobernantes o filósofos: Aquellos que eran inteligentes, racionales, apropiados para tomar decisiones para la comunidad. Estos formaban la “razón” del alma.

De acuerdo con este modelo, los principios de la democracia ateniense, como existía en aquella época, eran rechazados en esta idea y muy pocos estaban en capacidad de gobernar. En lugar de retórica y persuasión, Platón dice que la razón y la sabiduría son las que deben gobernar. Esto no equivale a tiranía, despotismo u oligarquía.