Pintura Barroca Española del Siglo XVII: Naturalismo, Luz y Escuelas

La Pintura Barroca en España: Contexto Histórico y Características Generales

El siglo XVII, siglo de la decadencia a nivel político y económico en España, contrasta con un arte floreciente conocido como el “Siglo de Oro”. En este periodo, la pintura española se acerca a un naturalismo donde la luz se convierte en elemento protagonista.

En el siglo XVII, España parece tener dos capitales: Madrid, centro político, y Sevilla, centro económico, además de focos secundarios como Valencia, Granada o Córdoba.

Características comunes de la escuela española del siglo XVII:

  1. Naturalismo equilibrado.
  2. Aparición de composiciones sencillas y rechazo de los movimientos violentos.
  3. Papel protagonista de la luz, figuras sobre fondos oscuros (tenebrismo italiano).
  4. Conexión de la pintura con la literatura, trasfondos simbólicos, obras agrupadas en conjuntos.
  5. Temáticas: religiosas como principal, retratos, bodegones, a veces mitología e historia, y escasos desnudos y paisajes.

A pesar de estas características comunes, cada autor tiene rasgos personales y se les agrupa en escuelas.

2. Escuela Valenciana, Introductora del Tenebrismo

El arranque de esta escuela se da en el taller valenciano de Francisco Ribalta, quien elabora una forma de pintar diferente, preocupándose más por la realidad que por la belleza, resaltando las figuras con una luz que las destaca del fondo en penumbra.

Obras como San Francisco confortado por un ángel y Abrazo místico de San Bernardo son clave en su producción, con el empleo tenebrista de la luz, el naturalismo y una limitada paleta de marrones y rojizos.

Con Ribalta se forma José de Ribera, la gran figura de la escuela, quien trabajará en Nápoles y enviará sus obras a la península. Conocido como Il Spagnoletto, en su obra se aprecia la influencia de Caravaggio.

Ribera es un pintor controvertido, atacado y acusado de no ser más que un pintor de mártires y santos. Se le considera el pintor del tenebrismo perfecto. Junto a sus santos y mártires también pinta mitología, donde no rechaza ni lo feo ni lo desagradable.

Rasgos de la pintura de Ribera:

  • Valor del dibujo, oculto a veces por una pincelada pastosa.
  • Fondos oscuros de los que destacan las figuras gracias a luces violentas, aunque acaba aclarando su paleta.
  • Composiciones en las que domina el elemento central, con violentos escorzos.

Estos rasgos influyeron en autores como Velázquez y Zurbarán.

Obras Destacadas de Ribera:

  • Inmaculada
  • Martirio de San Felipe
  • El Patizambo (niño lisiado humilde de tonos monocromos y estructura simple sobre un paisaje luminoso)

3. Escuela Sevillana

Esta escuela se desarrolla a finales del siglo XVI con pintores de claro interés por el trabajo sobre modelos naturales y el estudio de la luz. Destaca Francisco Pacheco, quien escribió El Arte de la Pintura, obra que influiría en autores más jóvenes.

Francisco Zurbarán: “El Pintor de los Monjes”

Francisco Zurbarán refleja en su obra la vida de los monjes, las órdenes religiosas y los estados místicos del alma.

Características de la pintura de Zurbarán:

  • Preocupación especial por el volumen.
  • Iluminación tenebrista y ambientes cerrados.
  • Problemas a la hora de componer, utiliza estampas de modelo.

Sus obras aparecen agrupadas en series, destacando la del monje San Serapio, la de Fray Lorenzo de Illescas y San Hugo en el Refectorio. Además, realiza imágenes religiosas (Inmaculada Concepción, Cristos crucificados…), bodegones e intentos mitológicos e históricos como Defensa de Cádiz.

Bartolomé Esteban Murillo: Dulzura y Luminosidad

Zurbarán fue el gran pintor sevillano hasta mediados del siglo XVII. Una nueva generación de artistas, entre ellos Bartolomé Esteban Murillo, se gana el afecto de los conventos y órdenes religiosas.

Murillo continúa la línea zurbaranesca (La Sagrada Familia del Pajarito, Niño espulgándose…) pero abandona el tenebrismo y pasa a una obra más dulce, con personajes delicados, con atmósferas cálidas y doradas. Se observan obras religiosas y costumbristas.

Su éxito le permite fundar una academia de dibujo y pintura en Sevilla. Su obra se divide en tres etapas: periodo frío, periodo cálido y vaporoso, desde el tenebrismo hacia obras más luminosas.

Juan Valdés Leal: Color y Violencia

Juan Valdés Leal compite con Murillo en Sevilla y se enfrenta a él por la dirección de la academia. Hombre violento, su pintura recoge su forma de ser y sus cuadros muestran riqueza, colores vibrantes. Trabaja sin dibujo previo y con gruesas pinceladas, lo que hace que algunas de sus obras sean un desastre.

Obras importantes: In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi (Las Postrimerías) para el Hospital de la Caridad de Sevilla.

Alonso Cano: Equilibrio y Luz

Relacionado con Sevilla pero activo en Granada, Alonso Cano fue arquitecto, escultor y pintor. Alumno de Pacheco y compañero de Velázquez, su primera época como tenebrista evoluciona hacia obras más luminosas y coloridas. Pintor equilibrado, tiende hacia la idealización y al tratamiento exquisito de la luz.

Obra destacada: El Milagro del Pozo.