La Casa de Bernarda Alba: Un Universo Femenino Bajo la Sombra del Hombre
La Casa de Bernarda Alba (LCBA) es una obra de personajes exclusivamente femeninos en la que la mujer alcanza el máximo protagonismo y se erige como centro del drama, aunque la sombra del hombre gravita sobre la escena. Se distingue entre personajes aludidos (Antonio María Benavides, Enrique Humanes, Paca la Roseta, Adelaida, Mujer de las lentejuelas, Don Arturo el notario, El hombre de los encajes, “El colorín”) o invisibles (Pepe el Romano, La hija de la Librada, Los segadores), que no aparecen en escena y de los que se menciona alguna particularidad, y personajes visibles, que aparecen en escena y figuran en el reparto. A su vez, éstos se dividen en protagonistas (Bernarda, Poncia, Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio, Adela y María Josefa), cuya actuación influye en el desarrollo de la acción dramática, y en secundarios (Criada, Mendiga, Prudencia, Muchacha, Mujeres 1ª, 2ª, 3ª, 4ª), que aparecen esporádicamente o cumplen una misión dramática muy concreta (caso de la Mendiga).
Simbolismo en los Nombres
En los nombres de los personajes se puede apreciar cierta simbología: Bernarda Alba simboliza fuerza, blancura, temperamento y obsesión por las apariencias; Angustias, personaje triste y apagado; Magdalena, débil y con tendencia al llanto; Martirio, de vida atormentada por la cobardía para realizar sus deseos; Adela, de carácter noble, etc.
Técnicas de Caracterización
Para caracterizar a las protagonistas, el autor ha empleado diversas técnicas:
- Caracterización indirecta: A través del diálogo y de la opinión, un personaje nos informa del comportamiento, de la actitud o de la ideología de un tercero, o nos ayuda a completar el juicio que nos habíamos formado acerca del personaje aludido. En la obra, Poncia y la Criada nos presentan a Bernarda antes de que salga a escena, tildándola de “mandona” y “dominanta”. De Martirio se dice que es “un pozo de veneno”.
- Caracterización por autodefinición: El personaje habla acerca de sí mismo (Martirio se ve “débil y fea”).
- Caracterización por la acción y el diálogo: La actuación inflexible y rígida de Bernarda contrasta con la actitud sumisa de sus hijas y de las criadas. En esta misma línea, Adela se mueve por su impulso amoroso y expresa su deseo de liberarse de su madre, y María Josefa actúa dentro de una “locura lúcida”, “ve” la realidad y habla verazmente, pero no es escuchada.
- Uso del lenguaje: El empleo de insultos y vulgarismos (Poncia), de un lenguaje surrealista y simbólico (María Josefa) y de un lenguaje autoritario e imperativo (Bernarda) ayuda a caracterizar a los personajes mediante el propio uso del lenguaje.
Movimientos Escénicos y Objetos Simbólicos
Lorca mueve a sus personajes según su personalidad y función dramática, de esta manera, los caracteriza por sus movimientos escénicos. Por ello, la coordinación entre gestos, movimientos, el contenido y la expresión de las palabras y la actitud del personaje es absoluta. Los movimientos de Bernarda son vigorosos y violentos: da golpes en el suelo con su bastón, golpea a Angustias por mirar a los hombres, etc. Este dinamismo se contrarresta con el estatismo de sus hijas, que permanecen casi siempre sentadas, dotando a la obra de un ritmo lento, que provoca la sensación de que presenciamos unas vidas apagadas. Algunos personajes poseen objetos propios que los identifican y esto le sirve a Lorca como herramienta de caracterización. Así, el bastón de Bernarda simboliza el poder y la autoridad, y cuando Adela lo rompe, proclama su victoria sobre la autoridad materna. El abanico y el vestido de Adela son signos de su rebeldía. Las flores de María Josefa son signos de libertad y amor, así como su oveja representa la locura o el instinto maternal frustrado por la imposibilidad de conocer varón.
Personajes Principales: Un Retrato Detallado
Bernarda Alba: La Encarnación de la Represión
Bernarda es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas. Es una mujer desgraciada que se mueve por el odio que impone al resto. Es mala, tiránica y ciega a las consecuencias de emplear su autoridad, pero está dentro de los límites sociales. Representa las convenciones morales y sociales más añejas. Reconoce la importancia de las críticas, y su celo incluye los aspectos más puramente externos, aunque no se correspondan con la realidad. Está obsesionada por la virginidad, idea que corresponde a la concepción tradicional de la mujer. Ello va unido a la conciencia de pertenecer a una capa social superior (orgullo de casta), y las manifestaciones de tal conciencia son abundantes. En fin, Bernarda representa la autoridad y el poder irracional casi en estado puro. Bien podría decirse que encarna el tradicional principio de autoridad masculina. La opresión manifestada con sus hijas se hace vejatoria con las criadas. Bernarda muestra un claro voluntarismo y una especie de ceguera que le hace tomar sus deseos por realidades. Con todos estos rasgos, Lorca ha construido una figura fuertemente individualizada que representa lo dicho con su voz propia e inconfundible. Bernarda alcanza una fuerza y grandeza que la sitúa entre los grandes personajes del teatro universal.
Las Hijas: Entre la Reclusión y el Deseo
Las hijas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior, y están obsesionadas por lo erótico, “lo que nos muerde”. Ante su situación, encarnan actitudes que van de la sumisión a la rebeldía.
- Angustias (39 años): Hija del primer matrimonio y heredera de una envidiable fortuna que atrae, pese a su edad y falta de encanto, a Pepe el Romano. Para ella, el matrimonio supone “salir de este infierno” sin verdadera pasión ni ilusión.
- Magdalena (30 años): Refleja sumisión, puede sorprendernos con amargas protestas, “¡Malditas sean las mujeres!”, y hubiera preferido ser un hombre.
- Amelia (27 años): Es el personaje más desdibujado, se muestra resignada, medrosa y tímida.
- Martirio (24 años): Es un personaje complejo, y su resentimiento refleja que pudo haberse casado. Por un lado, muestra temor hacia los hombres, pero también la veremos arder con pasión irreprimible.
- Adela (20 años): Es la encarnación de la rebeldía trágica. Es la más joven, hermosa, apasionada y franca. Es el personaje que más gusta, representa la única posibilidad de amor que vemos en la obra, y no está exenta de culpabilidad, ya que rompe las normas de su sociedad, sabiendo lo que esto significa, “!Yo quiero salir!”. Su fuerza y su pasión le hacen exclamar: “¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!”. Desafía a la moral establecida convirtiéndose en amante de Pepe. No es una heroína, se resigna a un sino que sabe que no puede evitar. La causa de su muerte no es su rebelión, sino la mentira de Martirio y su madre, que la convencen de que la única razón de su vida ya no existe.
María Josefa: La Voz de la Locura Lúcida
La abuela, María Josefa, es un genial hallazgo de Lorca. En sus palabras mezcla locura y verdad, convirtiéndose así en portavoz de un anhelo común: el matrimonio, la libertad y la búsqueda de varón. Hará dos apariciones decisivas que tienen como efecto agrandar líricamente los problemas centrales.
La Poncia: Rencor y Confidencia
Otro personaje curioso es la Poncia, que podría ser “de la familia” por sus años de servicio en la casa, y está llena de rencor contenido por su condición de criada. Interviene en los conflictos, pero Bernarda mantiene la distancia: “Me sirves y te pago. ¡Nada más!”. En las conversaciones con las hijas, su modo abierto y descarado de hablar de lo sexual aportará un elemento de contraste y turbias incitaciones. La otra criada participa del rencor hacia el ama y obedece a la Poncia.
Pepe el Romano: El Objeto del Deseo
Pepe el Romano no aparece en escena y, paradójicamente, está omnipresente. Es la encarnación del hombre, del “oscuro objeto del deseo”. Va a por el dinero de Angustias, pero enamora a Adela.
Relaciones Basadas en el Odio y el Resentimiento
Todos los personajes basan sus relaciones en el odio y el resentimiento. Así, Poncia y la criada murmuran contra Bernarda, desean su mal y le temen. Además, la relación madre/hijas está presidida por el autoritarismo y la negación de la libertad. Y la relación entre hermanas se basa en el odio y la envidia, pues Martirio envidia a Adela por su juventud, su belleza, su salud y sus relaciones con Pepe, aunque también se dan escasas relaciones de afecto, como la de Magdalena y Adela o la de Amelia y Martirio.