Descartes: Racionalismo y la Búsqueda de la Certeza
René Descartes, figura central de la primera mitad del siglo XVII y máximo exponente del racionalismo, abordó dos cuestiones fundamentales: el conocimiento y la existencia de Dios. Su enfoque se basaba en la duda metódica, descartando todo aquello que no fuera absolutamente cierto. De este proceso surgió su célebre afirmación: “Pienso, luego existo”, estableciendo la razón como el fundamento del conocimiento. Descartes distinguía entre el mundo material y el pensamiento, argumentando que solo la razón puede conducirnos a verdades absolutas. Su método tuvo un impacto profundo en la ciencia y la filosofía moderna, dando origen al racionalismo.
La Existencia de Dios según Descartes
En cuanto a la existencia de Dios, Descartes argumentaba que era necesaria para garantizar la verdad y la estabilidad del conocimiento. Sostenía que la idea de un ser perfecto no podía originarse en un ser imperfecto como el humano, por lo que debía haber sido implantada en nosotros por Dios mismo. Además, afirmaba que un Dios perfecto no nos engañaría, asegurando así la fiabilidad de la razón y el conocimiento. Sus ideas fueron cruciales en la conciliación entre fe y razón, influyendo en el pensamiento filosófico y teológico posterior.
Hume: Empirismo y la Experiencia como Fuente de Conocimiento
David Hume, uno de los principales representantes del empirismo, corriente filosófica que floreció en Gran Bretaña durante los siglos XVII y XVIII, defendía que el conocimiento proviene exclusivamente de la experiencia. Negaba la existencia de ideas innatas y afirmaba que todo lo que sabemos se basa en percepciones sensibles. Para Hume, la mente no era más que un conjunto de impresiones y recuerdos, carente de una base absoluta. Además, criticó la causalidad, argumentando que solo observamos eventos que se suceden unos a otros, pero nunca una conexión real entre ellos. De esta manera, desafió la noción de certezas absolutas y resaltó la fragilidad del conocimiento humano.
La Ética según Hume: Sentimientos y Moralidad
En el ámbito de la ética, Hume sostenía que la moral no se basa en la razón, sino en los sentimientos. Argumentaba que las personas no actúan por pura lógica, sino por emociones como la empatía y el deseo de bienestar. La moralidad, según él, es una construcción social basada en lo que sentimos como justo o injusto. Por lo tanto, rechazaba la idea de principios morales universales y destacaba el papel de la costumbre y la sociedad en la formación de valores. Su visión influyó en el pensamiento moderno, dando paso a una ética más centrada en la naturaleza humana.
Rousseau: El Contrato Social y la Naturaleza Humana
Jean-Jacques Rousseau concebía al ser humano como inherentemente bueno, pero corrompido por la sociedad. En su estado original, el hombre vivía libre y en armonía con la naturaleza, sin maldad ni desigualdad. Sin embargo, con el desarrollo de la civilización, surgieron la propiedad privada y las jerarquías, generando egoísmo y conflicto. Rousseau creía que el problema no radicaba en la naturaleza humana, sino en las estructuras sociales que fomentaban la injusticia. Por lo tanto, propuso un retorno a una vida más sencilla y en contacto con los verdaderos valores humanos.
Sociedad y Política en la Filosofía de Rousseau
En cuanto a la sociedad y la política, Rousseau planteaba que la única forma legítima de gobierno debía basarse en la voluntad general. En su obra El contrato social, argumentaba que las leyes deben representar el bien común y no los intereses individuales. Defendió la participación directa del pueblo en la toma de decisiones, rechazando el absolutismo y la opresión. Para Rousseau, la libertad solo era posible dentro de una comunidad justa e igualitaria. Su pensamiento influyó en revoluciones y movimientos democráticos, dejando un legado clave en la historia política.
Kant: Racionalismo, Empirismo y el Imperativo Categórico
Immanuel Kant, filósofo del siglo XVIII, propuso una nueva teoría del conocimiento que sintetiza el racionalismo y el empirismo de su época, así como una nueva ética opuesta a todas las éticas tradicionales y basada en el puro deber. Kant buscó un equilibrio entre el racionalismo y el empirismo, planteando que el conocimiento surge de la combinación entre la experiencia y la razón. Para él, no conocemos la realidad tal como es (noumeno), sino como aparece ante nosotros (fenómeno), filtrada por las estructuras de nuestra mente. Estas estructuras, como el espacio y el tiempo, organizan nuestra percepción del mundo. Así, el conocimiento no depende solo de la experiencia, sino también de nuestra capacidad de comprenderla. Con esta idea, Kant revolucionó la filosofía al establecer los límites y posibilidades del conocimiento humano.
La Ética Kantiana: El Deber y la Dignidad Humana
En cuanto a la ética, Kant propuso una moral basada en la razón y el deber, sin depender de sentimientos o consecuencias. Su concepto central es el imperativo categórico, una regla que nos obliga a actuar de forma universalizable, es decir, como quisiéramos que todos actuasen. Para él, la verdadera moralidad no busca recompensas ni evita castigos, sino que se guía por el respeto a la dignidad humana. Así, cada persona debe ser tratada como un fin en sí misma, nunca como un medio. Su pensamiento influyó profundamente en la ética moderna y en los principios de los derechos humanos.