Partidos Dinásticos en España: Conservadores y Liberales durante la Restauración (1897-1925)

Los Partidos Dinásticos en la España de la Restauración

1. El Partido Conservador

Tras el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 y la dimisión de su sucesor, Silvela, en 1903 (quien fallecería dos años después), el Partido Conservador se sumió en una serie de enfrentamientos internos. Finalmente, Antonio Maura, un antiguo liberal, católico practicante y enemigo del caciquismo, fue elegido jefe de gobierno. Maura, influenciado por la crisis del 98, adoptó una postura crítica hacia las prácticas políticas de la Restauración y desarrolló un programa reformista que incorporaba gran parte de las propuestas “regeneracionistas”.

Maura lideró el “gobierno corto” (1903-1905) y, tras casi dos años de gobierno liberal, el “gobierno largo” (1907-1909). Durante este periodo, impulsó lo que él mismo denominó la “revolución desde arriba”, un proyecto reformista que buscaba evitar un proceso revolucionario. Sus objetivos eran:

  • Regenerar el sistema político atrayendo el apoyo de las “masas neutras” (clases medias) que hasta entonces no habían participado en política.
  • Desbancar a los caciques.
  • Impedir que las clases populares adquirieran excesivo protagonismo.
  • Integrar el catalanismo en el proyecto reformista, concediendo mayor autonomía a Ayuntamientos y Diputaciones y reconociendo las regiones.

En 1907, promulgó una ley electoral que dificultaba el fraude, aunque no logró erradicar la corrupción. Ese mismo año, Solidaridad Catalana (coalición de republicanos, nacionalistas y carlistas) obtuvo una victoria aplastante en las elecciones nacionales, consiguiendo 41 de los 44 escaños en Cataluña. Además, Maura impulsó la política social, creando el Instituto Nacional de Previsión y la Ley del descanso dominical.

Sin embargo, las tensiones con el Rey, especialmente tras la Semana Trágica, donde Maura ordenó una dura represión, provocaron una fuerte reacción nacional e internacional que acabó con su prestigio y le obligó a dimitir en octubre de 1909, retirándose de la vida política activa.

Dentro del Partido Conservador, se consolidaron dos facciones: los mauristas, que buscaban un partido más reformista, y los idóneos, liderados por Eduardo Dato (asesinado en 1921), que representaban la postura más tradicional. En 1913, el Rey nombró a Dato presidente del gobierno, quien tuvo que afrontar las consecuencias del estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

2. El Partido Liberal

Tras la muerte de Sagasta en 1903, el Partido Liberal experimentó una sucesión de líderes hasta que José Canalejas se convirtió en el jefe indiscutible, gobernando entre 1910 y 1912. Canalejas, un hombre de prestigio, desarrolló un programa regeneracionista más abierto que el de Maura, pero con el mismo objetivo de realizar una “revolución desde arriba”.

Canalejas se propuso la modernización de la vida política, modificando la financiación de la Iglesia e intentando una mayor separación entre Iglesia y Estado. La negativa de la Santa Sede a cualquier reforma llevó a la promulgación de la Ley del Candado (1910), que limitaba la influencia de las órdenes religiosas en España y restringía el establecimiento de nuevas órdenes.

En política social, sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas, lo que generó protestas entre la burguesía. También modificó la ley de reclutamiento, haciéndolo obligatorio en caso de guerra y eliminando la redención en metálico. En tiempos de paz, se redujo el tiempo de servicio militar en función del pago de dos niveles de redención. Además, promulgó leyes para mejorar las condiciones laborales.

Canalejas favoreció a los partidos catalanistas y elaboró en 1912 la Ley de Mancomunidades, que permitía la unión administrativa de las cuatro provincias catalanas. Su asesinato impidió la plena implementación de esta ley, que finalmente se materializó en 1914, durante el gobierno conservador de Dato y bajo la presidencia de Prat de la Riba, uno de los líderes de la Lliga Regionalista. La Mancomunidad Catalana, vigente hasta su disolución por Primo de Rivera en 1925, fue un claro antecedente de la Generalitat Republicana, con el mismo presupuesto y competencias que las Diputaciones Provinciales (beneficencia, cultura y obras públicas).

El Instituto Nacional de Previsión, creado en 1908, fue un organismo estatal autónomo que estableció un sistema de seguros voluntarios hasta 1919, cuando se implantaron los regímenes de seguridad obligatorios.

La falta de unanimidad en la sucesión de Sagasta llevó a una rotación entre diferentes líderes liberales. Esta etapa coincidió con el incidente del semanario satírico Cu-Cut en 1905, que provocó un asalto por parte de oficiales de la guarnición de Barcelona. Este incidente llevó a la aprobación de la Ley de Jurisdicciones en 1906, que establecía que los delitos contra la Patria y el Ejército serían juzgados por tribunales militares. La ley generó una gran oposición, especialmente en Cataluña, donde la protesta contra la ley sirvió como elemento aglutinador de diversos grupos de oposición que formaron Solidaridad Catalana. Esta coalición obtuvo una victoria aplastante en las elecciones de 1907, consiguiendo 41 de los 44 escaños catalanes en el Congreso. Sin embargo, se desintegró un año después debido a la heterogeneidad de sus intereses. Esta victoria marcó el fin del turno dinástico en gran parte de Cataluña y consolidó el catalanismo y el republicanismo como las fuerzas políticas hegemónicas. La aprobación de la Ley de Jurisdicciones también evidenció la reaparición del Ejército en la vida política española como un importante grupo de presión y la impotencia de los partidos dinásticos.