Panorama de la literatura española (1940-1970): Poesía y Narrativa

Panorama de la literatura española (1940-1970)

La lírica desde 1940 a los años 70

Los primeros años

La poesía de la primera posguerra está fuertemente condicionada por la situación histórica española. Ante el horror de la guerra recién concluida, los poetas buscan respuestas, realizan una poesía espiritualista que dirige a Dios sus quejas, sus preguntas, y en ocasiones se revela contra él. La actividad lírica de esta época se centra fundamentalmente en la colaboración en revistas literarias.

  • Garcilaso agrupa a los poetas más cercanos al régimen oficial, que cultivan una lírica de corte clásico, que ofrece una visión optimista del hombre y del mundo.
  • Espadaña es la revista de los poetas contrarios al régimen, que aportan una visión desarraigada de un mundo conflictivo e imperfecto.

Pablo García Baena y el grupo Cántico

En la posguerra también hubo lugar para la poesía pura, gracias a un grupo de poetas cordobeses que fundan la revista Cántico. Su nombre procede de la obra del poeta Jorge Guillén. Pablo García Baena es el principal representante del grupo Cántico. El tema fundamental es el amor.

El postismo

La revista Postismo da nombre al último de todos los ismos que se autodefine como el surrealismo ibérico. El gaditano Carlos Edmundo de Ory es su fundador. Se trata de un movimiento que reivindica la libertad y el sentido lúdico del arte.

Poesía espiritual

La primera poesía de posguerra se caracteriza por un tono individualista. Los poetas alzan sus ojos a Dios para pedirle explicaciones acerca de lo que observan a su alrededor. A finales de los 40 surge una poesía denominada social en la que asistimos a una evolución del yo. Los dos autores más representativos de este momento son Gabriel Celaya y Blas de Otero. Por estas fechas comienza también a escribir José Hierro, uno de los poetas más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX. La poesía social evita los problemas íntimos, individuales, para centrarse en lo colectivo. El poeta debe dejar de lado sus problemas personales y centrarse en la situación del momento.

La generación de los 50

A mediados del siglo XX irrumpe en el panorama literario un nuevo grupo de poetas que se aparta de la poesía social, poetas como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez. La poesía de estos autores vuelve a preocuparse por el hombre, se trata de una poesía inconformista y escéptica que se centra en lo cotidiano y recupera el intimismo.

La narrativa desde 1940 a los años 70

El 1 de abril de 1939, cuando Franco dio por terminada la guerra, se inició un régimen dictatorial que perdurará hasta 1975, año en el que falleció el dictador. Durante esos años, más de cien mil personas comprometidas con la República se exiliaron a Francia, México, Argentina y otros países de América. Entre los exiliados se encontraban músicos, pintores, intelectuales y literatos que habían protagonizado la brillante vida cultural de nuestro país en las décadas que precedieron a la contienda civil.

La década de los 40

La década de los 40 se centra en historias individuales de extremada crudeza, lo que se conoce como el realismo tremendista, estilo que se caracteriza por los aspectos más desagradables de la realidad. Carmen Laforet, Miguel Delibes y Camilo José Cela son los principales representantes de la narrativa de esta década. No faltan en este momento otras tendencias como la novela fantástica y humorista.

Los años 50

Los años 50 asisten al florecimiento de la novela social. Al igual que en la poesía se produce un paso del yo al nosotros, las novelas se centran en los problemas de un conjunto de personajes. Se observa en esta década la influencia de las técnicas narrativas extranjeras, así como una tendencia al objetivismo y al neorrealismo. Algunos novelistas, más audaces, optan por el realismo crítico, que pretende agitar las conciencias y denunciar las injusticias sociales. Los andaluces Alfonso Grosso o José Manuel Caballero Bonald también sobresalen en este decenio. Los conflictos sociales son el eje central de muchas de estas novelas, en las que el estilo se vuelve deliberadamente coloquial. Sin duda, la obra más significativa del momento es El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños.

A partir de los 60

A partir de los 60, se produce una superación del realismo. En 1962 se publica Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos y La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Con estas obras se inicia una nueva forma de narrativa, mucho más preocupada por los aspectos formales. Esta nueva narrativa implica transformaciones en todos sus elementos, que se ven alterados por la adopción de nuevas técnicas que difuminan los límites entre los géneros. También se ha denominado a esta línea narrativa novela experimental. En esta misma corriente, hay que señalar la obra de Juan Goytisolo, Miguel Delibes o Juan Benet.