1. Introducción
La industrialización y la ideología capitalista que le sirve de base traen consigo una serie de problemas para una de las clases sociales implicadas en la misma: los trabajadores. Éstos, grupo heterogéneo donde coexisten los antiguos obreros artesanales junto con el nuevo proletariado fabril, se manifiestan en:
- Ruptura del monopolio del ritmo y la forma de trabajo, introducción, con el desarrollo del sistema fabril, de una férrea disciplina de trabajo.
- Empeoramiento de las condiciones laborales de producción basadas en la libre concurrencia de oferta y demanda, en unos momentos en que el acceso al mercado laboral de mujeres, niños y el excedente de población rural, produce la creación de un «ejército de reserva».
- Condiciones de vida míseras e insalubres.
- Incapacidad de participación en unos sistemas liberales-burgueses que no sólo privan a los trabajadores de sus derechos políticos, sino también de la posibilidad de defensa legal de sus intereses (prohibición del derecho de asociación).
Siendo en un principio individualista o escasamente organizada (ludismo), coincidiendo con la aparición de unas primeras corrientes ideológicas críticas ante el carácter que había adquirido la sociedad industrial (socialismo utópico).
Tendrá que avanzar el siglo XIX para que los trabajadores tomen conciencia clara de su situación y descubran que la mejor manera de transformarla es la unión y el asociacionismo. Paralelamente, el movimiento obrero se dotará de unas ideologías propias y más elaboradas (anarquismo, marxismo) al tiempo que -respondiendo al carácter cada vez más internacional del capitalismo- busca internacionalizar la lucha obrera.
2. Posturas Revolucionarias: Socialismo Utópico, Anarquismo, Marxismo
El «Socialismo Utópico»
Agrupan una serie de corrientes cuyas características comunes son:
- Visión idealizada de la historia y de la naturaleza humana.
- Ponen de manifiesto las contradicciones entre el desarrollo económico y la justicia social.
- Consideran que la solución a la gran injusticia social vendrá del Estado o de los propios empresarios.
- Critican la propiedad, la ideología burguesa o la herencia (en este sentido algunos socialistas utópicos son considerados pre-anarquistas).
- Hostilidad a los postulados del liberalismo económico.
Este conjunto heterogéneo de teorías puede clasificarse en dos grandes líneas:
a. Productivista
Su máximo representante es el conde de SAINT-SIMON quien pensaba en la industrialización (comerciantes, industriales y científicos). No admite la realidad de las clases sociales: para él sólo hay ociosos (burocracia, militares, clérigos y nobleza) y productores (empresarios, científicos, artesanos, agricultores) una nueva convivencia social en la que se había de favorecer a los grupos sociales más bajos. Consideraba al Estado como el factor clave en la transformación de la sociedad, incluso como único propietario de los medios de producción.
b. Asociacionista
La idea común de esta segunda corriente es la defensa del asociacionismo como vehículo de superación de la miseria obrera. Entre los pensadores adscritos a esta línea destacan:
- ROBERT OWEN (1771-1858), señala que para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores era preciso organizarse y eliminar el beneficio empresarial.
- CHARLES FOURIER (1772-1837) eliminación de la competencia y la explotación empresarial.
- ETIENNE CABET (1788-1856), y con gran influencia de Platón y Tomás Moro, formula un comunismo primitivo basado en el sufragio universal y centrado en el consumo (comunidad de usos y disfrutes).
- LOUIS BLANC (1811-1882) propugna que el producto integral del trabajo debe quedar asegurado mediante asociaciones de productores, donde los trabajadores dispongan del producto y las ganancias que serán repartidas en dividendos, gastos sociales e inversiones mediante una administración democrática autónoma. Por otro lado, propone la intervención del Estado para poner fin a la explotación de los trabajadores.
El fracaso de estas soluciones desplazaría el centro de la acción de clase de los trabajadores a la lucha sindical, que encontrará en la asociación la fuerza capaz de enfrentarse al poder del capital y en la huelga el medio de lucha para defenderse y en su caso imponerse al empresario.