1. Introducción
El proceso de organización político-administrativa de España es el resultado de un largo proceso histórico que se remonta a la época romana, con la primera división de Hispania. Desde entonces, se han ido definiendo diferentes realidades espaciales que han dado forma a nuestros términos municipales, provincias y Comunidades Autónomas, especialmente a partir de la Constitución Española (CE) de 1978.
El devenir histórico ha provocado profundos desequilibrios territoriales, acentuados por el proceso industrializador y el turismo. Estos desequilibrios han tenido consecuencias espaciales en todos los ámbitos.
La entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) marcó el inicio de políticas regionales y de cohesión que han buscado disminuir las diferencias entre las regiones del país.
2. El Proceso de Organización Político-Administrativa de España
La actual ordenación político-administrativa de España es consecuencia de su pasado.
2.1. Época Romana y Visigoda
Durante el dominio romano, la provincia de Hispania conoció diferentes divisiones, hasta la última que dividió el territorio en cinco provincias (Gallaecia, Tarraconensis, Carthaginensis, Lusitania y Baetica).
El dominio visigodo supuso la creación del reino de Toledo.
2.2. Dominio Musulmán y Reconquista
La llegada de los musulmanes en 711 supuso la división de Hispania en dos realidades: al sur del Duero, Al-Ándalus, y al norte, el origen de los posteriores reinos cristianos. Al-Ándalus estuvo dividida, durante el califato, en provincias y, posteriormente, en los reinos Taifas.
El proceso de Reconquista supuso el nacimiento de los reinos cristianos de Portugal, Castilla, León, etc., que fueron definiendo los límites de algunas de nuestras Comunidades Autónomas.
2.3. Los Austrias y los Borbones
La llegada de los Austrias, con Carlos V, sentó las bases del Estado Moderno, basado en la pervivencia de distintas unidades territoriales, cada una con sus propias leyes, y un poder central.
La unificación definitiva se produjo con la llegada de los Borbones. Desde el punto de vista político-administrativo, supuso la centralización política. Se estableció un poder central en Madrid y una división territorial en provincias. Estas provincias fueron objeto de sucesivos proyectos de reorganización, entre los que destaca el llevado a cabo por Javier de Burgos, que dividió el territorio español en 49 provincias.
2.4. Siglo XX y la Constitución de 1978
En el siglo XX, Primo de Rivera dividió la provincia de Canarias en dos provincias.
La Segunda República impulsó la regionalización política de España, otorgando una amplia autonomía a las regiones.
La Constitución Española de 1978 establece el actual modelo de organización político-administrativa. España se constituye en municipios, provincias y Comunidades Autónomas. La Constitución desarrolla la organización territorial del Estado en su Título VIII.
2.4.1 Título VIII de la Constitución Española
El Título VIII, titulado “Organización Territorial del Estado”, contiene tres capítulos:
- Capítulo 1º: Principios Generales
- Capítulo 2º: Administración Local
- Capítulo 3º: De las Comunidades Autónomas
Los objetivos del Título VIII son:
- Responder al deseo de autogobierno de muchas regiones.
- Modernizar las estructuras del Estado.
- Dar estabilidad a la organización político-administrativa para emprender políticas de desarrollo regional.
- Adecuar las realidades económicas, sociales, etc., con su marco territorial.
2.4.2. Las Comunidades Autónomas
La puesta en funcionamiento del Estado de las Autonomías ha dado lugar a 17 Comunidades Autónomas, cada una con su Estatuto de Autonomía, y 2 Ciudades Autónomas: Ceuta y Melilla.
Las distintas Comunidades Autónomas tienen asignadas competencias recogidas en la Constitución y en sus Estatutos de Autonomía. Cuentan con:
- Asamblea Legislativa: elegida por sufragio universal.
- Gobierno Autonómico: con poderes ejecutivos.
- Consejerías: que llevan a cabo la labor de gobierno en las distintas áreas.
3. Desequilibrios Regionales
Desde la segunda mitad del siglo XX, la evolución del crecimiento económico de España y su incidencia regional ha pasado por distintas etapas:
3.1. El Desarrollismo
Esta etapa coincide con el desarrollismo. Se produce un fuerte crecimiento económico que, sin embargo, aumenta los desequilibrios territoriales, ya que se trata de un crecimiento polarizado. A pesar de que se implementan planes de desarrollo, como los Polos de Promoción y Desarrollo Industrial, se produce un fuerte éxodo rural y un creciente proceso de urbanización.
3.2. La Crisis de los Setenta
Esta etapa coincide con la crisis de los setenta. La crisis fue muy grave en el País Vasco y Asturias, y menor en otras regiones como Cataluña. Esto se debe a que sus economías estaban ligadas a un sector industrial en retroceso. Otras regiones, que tenían una economía basada en el turismo, sobrellevaron mejor la crisis (Baleares, Canarias o Valencia).
3.3. El Boom Turístico
Esta etapa se caracteriza por un fuerte impulso económico relacionado con el boom turístico. Esta actividad hace que algunas regiones inicien un proceso de desarrollo que ha contribuido a aumentar los contrastes centro-periferia. Un ejemplo es el extraordinario desarrollo que ha experimentado el litoral andaluz.
3.4. Análisis de los Desequilibrios Regionales
Los desequilibrios regionales se analizan a partir de diversos indicadores económicos, sociales y demográficos, como la renta per cápita, la tasa de desempleo, el nivel educativo, la densidad de población, etc.