Oratoria Romana: Cicerón y Quintiliano – Maestros de la Elocuencia

La Oratoria: El Arte de la Persuasión en Roma

La oratoria, el arte de hablar en público con elocuencia, se orientaba principalmente a persuadir al auditorio. Al orador se le denominaba orator, y al discurso, ya fuera político, judicial o fúnebre, se le llamaba oratio. El dominio de este arte, eloquentia, y la teoría en la que se basaba, aprendida y adaptada de los griegos, se conocía como rethorica.

Géneros del Discurso según la Retórica Clásica

La retórica escolar clasificaba los discursos en tres géneros principales:

  • Discurso judicial: Sus funciones principales eran la acusación y la defensa. Lo utilizaban los abogados ante el tribunal.
  • Discurso deliberativo o político: Sus funciones eran el consejo o la disuasión. Era empleado por los representantes de partidos políticos ante la asamblea del pueblo.
  • Discurso epidíctico: Sus funciones eran la alabanza o el reproche. Los oradores lo utilizaban para homenajear o vituperar a alguien. El discurso de alabanza se denominaba “panegírico”, y el pronunciado con motivo de la muerte de un personaje ilustre, “laudationes fúnebres“.

Marco Tulio Cicerón: El Orador Cumbre de la República (106-43 a.C.)

Cicerón es el autor más representativo del género; de él conservamos tratados y discursos. Vivió en el difícil período del final de la República, marcado por las guerras civiles entre César y Pompeyo. Originario del municipio sabino de Amiterno, fue un homo novus (el primero de su familia en acceder al Senado). Estudió gramática y retórica en Roma, teniendo como maestros a los oradores Marco Antonio y Licinio Craso.

Su actividad como orador le permitió desarrollar una brillante carrera política. En el año 63 a.C., Cicerón alcanzó el consulado, la máxima magistratura, y descubrió la conjuración de Catilina. Su primera intervención en la vida política fue un discurso judicial, Pro Sexto Roscio Amerino.

El Estilo de Cicerón

Como escritor, sus discursos y tratados poseen un innegable valor literario. Fueron el principal modelo en las escuelas de retórica que proliferaron en el siglo siguiente. Sus discursos, en los que la lengua latina alcanza su máximo esplendor, elegancia y pureza, representan la culminación de la oratoria romana. La teoría y la práctica se unen en él de manera admirable.

Cicerón consideraba que el orador perfecto debía combinar tres factores:

  1. Disposición natural: Cualidades innatas como base.
  2. Cultura profunda y extensa.
  3. Conocimiento de la oratoria.

Las características principales de sus discursos incluyen:

  • Preocupación por la riqueza del lenguaje, evitando helenismos o neologismos.
  • Simetría en la construcción de la frase.
  • Imposición de un ritmo a la frase para mantener la atención del auditorio.

En definitiva, Cicerón utilizaba todos los recursos de su talento para agradar, conmover y, finalmente, convencer. Sabía ser dramático, irónico o ingenioso según las circunstancias.

La Oratoria en la Época Imperial: Marco Fabio Quintiliano

Durante el Imperio, la oratoria judicial y deliberativa experimentó un retroceso debido a la creciente dependencia del Senado del Emperador y la abolición de los derechos políticos y de expresión de los ciudadanos. La oratoria se refugió en las escuelas de retórica, cultivándose como un “arte” sin proyección real en la vida ciudadana.

El género retórico más cultivado pasó a ser el epidíctico, en el que los profesores de retórica presentaban a sus alumnos modelos de declamación.

Marco Fabio Quintiliano: Pedagogo y Teórico de la Oratoria (c. 35-96 d.C.)

Quintiliano, hispano natural de Calagurris (Calahorra, La Rioja), fue educado en Roma, donde ejerció como abogado. Regresó como maestro a su ciudad natal, pero Galba lo llevó de nuevo a Roma en el 68 d.C. Allí abrió una escuela de retórica que adquirió gran fama. Vespasiano lo convirtió en el primer profesor de retórica a sueldo del Estado, y Domiciano le encargó la educación de sus sobrinos segundos, concediéndole la dignidad consular.

Su obra principal, Institutio oratoria, se divide en doce libros y constituye el tratado de retórica más completo de la Antigüedad. Se basa en un vasto conocimiento teórico, un juicio personal de la poesía y la prosa griegas y romanas y, sobre todo, en su propia experiencia como orador y maestro.

Quintiliano forjó su estilo a partir de Cicerón, aunque adaptándose a los nuevos tiempos. Al igual que Cicerón, exigía para el orador una extensa cultura general y que los ejercicios en las escuelas de retórica se basaran en la realidad. La originalidad de Quintiliano radica en que nunca separa la elocuencia de la moral: un buen orador debe ser también un hombre honesto. Llega a definir al orador como “un hombre de bien y experto en el arte de hablar”.

Las Ideas Pedagógicas de Quintiliano

Quintiliano recoge en su obra ideas pedagógicas sorprendentemente modernas:

  • La formación del orador debe ser amplia, no exclusivamente retórica.
  • Esta formación debe cuidarse desde la infancia, evitando los castigos corporales.
  • Es necesario graduar la dificultad de los ejercicios.
  • La elocuencia debe ser natural, sin adornos, y se propone a Cicerón como modelo.