Definición y Características de la Oratoria
La oratoria es el arte de hablar en público de manera persuasiva. Como género literario, presenta características singulares:
- En primer lugar, necesita de un ambiente político de libertad para poder desarrollarse (sin libertad de expresión se ahoga). De ahí el auge que tuvo en la democracia ateniense y en la república romana, y su posterior decadencia en la época imperial.
- Además, al igual que el teatro, la oratoria está orientada a la audición, incluso a la representación, no a la lectura, como la historiografía, la novela, etc. Solamente cuando los oradores griegos, y después los romanos, tomaron conciencia de la importancia de sus discursos y de la limitación que suponía su oralidad, se preocuparon de ponerlos por escrito y editarlos.
Tipos de Discursos
Por su temática y finalidad, se distinguen tres tipos de discursos:
- Políticos: pronunciados en una asamblea política (senatus, comitia, etc.) con la intención de influir en la toma de una decisión.
- Judiciales: pronunciados ante un jurado en defensa o en contra del acusado. A los primeros se los llama “orationes pro“, a los segundos “orationes in“.
- Funerarios: pronunciados con motivo de la muerte de algún personaje ilustre y en el curso de su sepelio. Reciben el nombre de “laudationes funebres“. Una de las más famosas es la pronunciada por Marco Antonio a la muerte de Julio César.
Quintiliano y su Institutio Oratoria
Quintiliano nació en España. Cursó estudios en Roma y luego abrió allí una escuela de retórica que, en seguida, adquirió gran fama.
Su obra fundamental es la Institutio Oratoria (12 libros), que constituye el tratado de retórica más completo de la Antigüedad. En ella, Quintiliano recoge sus ideas pedagógicas, algunas sorprendentemente modernas. Entre ellas destacan las siguientes:
- La formación de un orador debe ser amplia, y no exclusivamente retórica.
- Esta formación debe cuidarse ya en la infancia, y se han de evitar los castigos corporales.
- En la escuela de retórica, el profesor debe graduar la dificultad de los ejercicios, y sus temas deben estar inspirados en la realidad, frente a la común tendencia a debatir temas extraños, mitológicos y absolutamente irreales.
- Se propugna una elocuencia natural, sin adornos innecesarios, y se pone a Cicerón como modelo de estilo oratorio.
- Un buen orador ha de ser un hombre honesto.
- La decadencia de la oratoria se debe a la corrupción de las costumbres.
La Oratoria antes de Cicerón: Escuelas de Retórica
La oratoria comienza a desarrollarse en Roma en época muy temprana. El primer discurso del que tenemos noticia es el de Apio Claudio el Ciego contra la propuesta de paz ofrecida por Pirro (comienzos del siglo III a.C.). Esta oratoria primitiva tendría un carácter improvisado, espontáneo, y se basaría sobre todo en la habilidad natural del orador.
A partir del siglo II a.C. comienzan a aparecer en Roma escuelas de retórica, disciplina que pretende enseñar el arte de la oratoria. Estas escuelas, que constituirán la última etapa en la formación de cualquier romano de clase media-alta, determinarán el estilo oratorio de los personajes más importantes de la vida pública romana.
Dentro de las escuelas de retórica, se distinguen tres tendencias:
- La neoática: que tiene como modelo el estilo de ciertos escritores y oradores atenienses de la época clásica (Lisias). Esta escuela propugna un tipo de elocuencia sin artificios, en la que se dé mayor importancia al contenido que a la forma. Pertenecen a ella Marco Junio Bruto y Julio César.
- La asiánica o asiática: que sigue el estilo de la oratoria griega desarrollada en las ciudades de Asia Menor. Esta tendencia defiende un tipo de elocuencia radicalmente opuesta a la neoática y, en consecuencia, insiste en la exuberancia en la dicción. El máximo representante de esta tendencia fue Hortensio (114-50 a.C.).
- La rodia: así llamada porque su promotor fue el rétor griego Molón de Rodas. Esta escuela propugna un estilo oratorio a medio camino entre las dos tendencias anteriores. El principal discípulo de Molón fue Cicerón.
Retórica y Oratoria en Cicerón
Cicerón es el principal representante de la oratoria en Roma, ya que lleva la prosa clásica latina de todos los tiempos a la máxima perfección. Por encima de su vocación política y profesional y de su apasionamiento por la filosofía, hay en su extensa obra una total entrega a la literatura y, más concretamente, al arte del bien decir, de llevar la lengua a los más expresivos y bellos aciertos.
Obras de Cicerón sobre Oratoria
- En el De Oratore, escrito en forma de diálogo, Cicerón expone las cualidades que deben adornar al orador: unas, naturales (aptitudes, prudencia, sentido común, perspicacia, etc.); otras, adquiridas (técnicas oratorias, práctica, formación filosófica y jurídica).
- El Brutus es un tratado escrito con motivo de la muerte de Hortensio (50 a.C.) en forma de diálogo entre Marco Junio Bruto, Hortensio y Cicerón. En él traza la historia de la oratoria romana hasta él mismo.
- El Orator es su obra culminante de retórica, en la que se aúnan el vasto conocimiento de las técnicas oratorias y la experiencia y madurez de un gran orador.
Discursos Célebres de Cicerón
Pero, ante todo, Cicerón debe su fama a los discursos que pronunció. De entre ellos, cabe mencionar:
- In C. Verrem (Discursos contra Verres o Verrinas, 70 a.C.): Los sicilianos acusan de extorsión y concusión a su exgobernador Cayo Verres y encomiendan la defensa de sus derechos a Cicerón, que años antes había sido cuestor en Sicilia y había dejado un grato recuerdo. Cicerón, después de un exhaustivo acopio de pruebas, escribe siete discursos demoledores. Parece que sólo pronunció realmente los dos primeros, pues Verres, viéndose perdido, se desterró voluntariamente, adelantándose al fallo del tribunal. Esta pieza oratoria, una obra maestra por la solidez de sus argumentos y la brillantez de expresión, disparó definitivamente la popularidad de Cicerón.
- In L. Catilinam (Catilinarias, 63 a.C.): Catilina, noble ambicioso, trama una conjura para hacerse con el poder. Esta conjura supone, entre otras cosas, el asesinato de buena parte del Senado. Cicerón descubre el complot y pronuncia contra Catilina cuatro discursos demoledores, el primero de ellos en el Senado y ante el propio Catilina, al que se dirige una y otra vez en tono acusador y desafiante.
- In M. Antonium Orationes Philippicae (Filípicas contra Marco Antonio, años 44-43 a.C.): Ya hemos visto el motivo que impulsó a Cicerón a pronunciar estos catorce discursos contra Marco Antonio, llamados Filípicas en homenaje a los discursos de Demóstenes contra Filipo de Macedonia. Las Filípicas son consideradas el canto de cisne de Cicerón porque constituyen su mejor y último discurso.