TEMA 10. TENDENCIAS NARRATIVAS A PARTIR DE LOS AÑOS 70–
A partir de la muerte de Franco (1975) y la llegada de la democracia asistimos a la desaparición de la censura, la recuperación de los escritores exiliados y a un mayor conocimiento de la narrativa de otros países. Desde mediados de los años 70, la fiebre de la narrativa experimental entra en crisis y a partir de la década de los 80 se vuelve a una novela más tradicional, de estructura simple, lineal en el tiempo y con una trama y unos personajes claros. Hay que destacar la novela de EDUARDO MENDOZA La verdad sobre el caso Savolta (1975) como obra que inicia el nuevo rumbo de la narrativa. A partir de esta novela lo que interesa es contar una historia, de manera que la trama y el argumento son lo más importante. De esta manera, la novela se aleja del experimentalismo de la etapa anterior y se vuelve la concepción clásica: se narra una única acción y de forma lineal.En esta etapa predominan dos grandes tendencias: una más intimista y otra más centrada en la trama, la acción, la aventura o la intriga. Como se ha señalado antes, el estilo de estas obras está subordinado a la historia y el argumento recupera su protagonismo. En cuanto a los tipos de novelas, distinguimos la novela histórica, con obras como El jinete polaco (1991), de Antonio MUÑOZ MOLINA o La sombra del viento (2001), de CARLOS RUIZ ZAFÓN; una novela experimental, que no es tan radical como en los años 60 (Escuela de mandarines (1975), de Miguel ESPINOSA); una novela lírica, de tono intimista y que a veces es autobiográfica o de memorias (Tu rostro mañana , de Javier MARÍAS); y, finalmente, la novela de intriga, como La piel del tambor (1995), de ARTURO PÉREZ Reverté.
TEMA 5. La poesía de los 60 (Grupo poético de los 50 o Generación de Medio Siglo) –
En los años sesenta una nueva generación inicia una nueva concepción de la lírica, una “poesía de la experiencia” la cual se desmarca de la poesía social de la década anterior. Sus autores son componentes del Grupo del 50 que vivieron la guerra en su infancia e iniciaron su edad adulta en la inmediata posguerra. Estos autores publican sus primeras obras en los cincuenta, pero llegan a la madurez artística en los años sesenta, lo cual coincide con una cierta apertura del régimen franquista y las primeras traducciones de obras de autores extranjeros. Muchos de estos poetas experimentan una contradicción interna: pertenecen a la burguésía pero se solidarizan con el proletariado. Entre los temas tratados predomina la experiencia personal y los temas intimistas como el amor, la soledad, la amistad y los recuerdos, aunque no se abandona el tema social. Generalmente el poema es una reflexión sobre una anécdota de la vida cotidiana, alejado del tema político y con una expresión confidencial respecto al lector. En esta etapa se valora la expresión poética y se emplea un lenguaje natural y antirretórico, pero sin vulgarismos. Se trata de una poesía más minoritaria que la de la etapa anterior, puesto que se expresa mediante cierto simbolismo e ironía. En la métrica, abundan los versos endecasílabos y los breves, de cinco o siete sílabas. Entre los autores que pertenecen a esta tendencia destacamos a ÁNGEL GONZÁLEZ, Áspero mundo (1956); JOSÉ Manuel CABALLERO BONALD, con Anteo (1956); Francisco BRINES, con Las brasas (1960);
TEMA 4. LA POESÍA DE LOS AÑOS 40 Y 50. POESÍA DE POSGUERRA
– Tras la Guerra Civil, el panorama poético está marcado por las ausencias de grandes autores como Lorca o Machado, que habían fallecido durante esos años, o Salinas y Cernuda, que se encontraban en el exilio. Otros autores, como Dámaso Alonso o Gerardo Diego, permanecieron en España desarrollando su obra poética.
POESÍA DE LOS AÑOS 40
Fue Dámaso Alonso en el prólogo a su obra Hijos de la ira (1944) quien establecíó una división en la producción poética de posguerra: la poesía arraigada y la poesía desarraigada. La poesía arraigada, aparecía en publicaciones como Escorial y Garcilaso y aspiraba a una serenidad clásica y un tono más bien frío y academicista. Se trataban temas amorosos, religiosos y patrióticos, y valoraba las formas clásicas como el soneto. Es la poesía de los vencedores y transmite una visión positiva del mundo que calla la realidad del momento. Destacan autores como Luis ROSALES, Luis Felipe VIVANCO o LEOPOLDO PANERO. La poesía desarraigada, busca manifestar el disgusto, la angustia y la desesperación del ser humano ante un mundo caótico. El estilo se basa en un lenguaje directo y apasionado con imágenes tremendistas, y emplean el versículo en muchas ocasiones. La religiosidad está muy presente en estos poetas, pero aparece un tono de desesperanza, de duda o se manifiesta en desesperadas invocaciones a Dios para pedirle explicaciones por el sufrimiento humano. Los poemas desarraigados aparecen en publicaciones como Espadaña o Corcel. Junto con la ya mencionada obra de Dámaso Alonso, cabe destacar Sombra del Paraíso de Vicente ALEIXANDRE, y autores como CARLOS BOUSOÑO y JOSÉ HIERRO.POESÍA DE LOS AÑOS 50–
En torno a 1950, la poesía desarraigada y existencialista evoluciona hacia una poesía social que trata de manifestar la solidaridad con los demás. En 1955 se publican dos poemarios: Pido la paz y la palabra, de BLAS DE OTERO y Cantos Íberos, de GABRIEL CELAYA. Estas obras proponen una lírica que sea testimonio de la realidad. Esta literatura se considera un instrumento para transformar la sociedad mediante la denuncia de la injusticia y la insolidaridad. Se pretende llegar a la inmensa mayoría y para ello se utiliza un estilo sencillo con un lenguaje coloquial y muy expresivo. En la temática destaca el tema de España, y dentro de la preocupación general por el país, se sitúan temas concretos que son similares a los de la novela y el teatro de la misma tendencia: la injusticia social, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor. Junto a Otero y Celaya hay que destacar a JOSÉ HIERRO como gran poeta social de la época, con su obra Quinta del 42.
TEMA 6. TENDENCIAS POÉTICAS A PARTIR DE 1970–
Durante los años 70 asistimos a un cambio de costumbres en la sociedad española debido a la mejora del nivel de vida de la población provocado por el turismo, la movilidad social y la inmigración. Tras la muerte de Franco se inició la transición a la democracia y se eligió el primer gobierno democrático. En los años sesenta y setenta aparecíó la poesía experimental, caracterizada por la combinación del arte vanguardista y culturalista, que acaba con el Realismo imperante hasta ese momento. En 1966 PERE GIMFERRER publica Arde el mar, obra que rompe con las poéticas anteriores y que fue precursora de la línea novísima por su irracionalismo poético, sus sorprendentes imágenes y por el gusto de la palabra bella y el cuidado ritmo poético. En 1970, JOSÉ MARÍA CASTELLET publica Nueve novísimos poetas españoles. Los poetas inscritos en estas tendencias nacieron en la posguerra y se caracterizan por haberse formado en la cultura de masas (cine, cómics, música, radio o televisión) y tener una gran formación literaria española y extranjera, lo que les aporta un bagaje cultural amplio. Introducen en sus poemas abundantes referencias tanto de la cultura de masas como de la alta cultura. Su estilo combina Surrealismo y Modernismo renovado y adaptado a su actitud escéptica y pesimista. Los temas principales son los intimistas y los político-sociales, que son tratados con ironía y humor. Los autores que destacan de esta tendencia son LEOPOLDO MARÍA PANERO, Guillermo CARNERO, PERE GIMFERRER.
En la década de los 80 la poesía abandona el Vanguardismo y el culturalismo y adopta un tono más intimista. Hay un retroceso hacia el estilo de la Generación del 50 (Jaime Gil de Biedma). Hay tendencias poéticas variadas, aunque entre ellas los límites no están claros. Algunos poetas se mantienen fieles a una tendencia mientras que otros evolucionan. Estas tendencias son: el neosimbolismo con Francisco BEJARANO y CLARA JANÉS; el Vanguardismo experimental (FÉLIX GRANDE, BLANCA ANDREU); el minimalismo (JULIA CASTILLO); el culturalismo clasicista (Luis ALBERTO DE CUENCA) ; y, finalmente, la poesía de la experiencia, de ambiente urbano (Juan Luis PANERO).
En los años 90 no existe una corriente dominante, sin embargo, se pueden citar algunos rasgos generales de las nuevas tendencias, como la influencia de distintas tradiciones literarias, la disminución de la presencia del yo poético y la voluntad de una renovación lingüística que da importancia al lenguaje poético y que tiende a la condensación mediante la brevedad y las elipsis.
Se trata de una obra que es prácticamente el soliloquio de una mujer burguesa ante el cadáver de su marido que presenta las frustraciones sociales y sexuales de la protagonista y la existencia de las dos Españas.
TEMA 8. LA NARRATIVA DE LOS AÑOS 40 Y 50
-En la posguerra se hace evidente la ruptura de la natural evolución literaria debido en parte a la censura, que hizo que no se pudiera enlazar la narrativa de esta época con la narrativa social de los años 30 y la estética deshumanizada de los años 20.
-En los años 40, encontramos tres tipos de novela de tipo tradicional: la novela ideológica (La fiel infantería, de RAFAEL GARCÍA SERRANO), la novela realista clásica (Mariona Rebull, de IGNACIO AGUSTÍ) y una novela humorística (WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ). También hay autores que se alejan de este estilo y ofrecen una visión pesimista y existencial, como CAMILO JOSÉ CELA (La familia de Pascual Duarte, 1942) y CARMEN LAFORET (Nada, 1944), a los que más tarde se unirían Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada, 1948) y ANA MARÍA MATUTE. En estas obras hay expresión del malestar social en la esfera de lo personal; se refleja la vida cotidiana de personajes desarraigados y angustiados que viven desorientados.
-En los años 50, la novela abandona la visión existencial y recoge las nuevas preocupaciones sociales. A esta nueva tendencia se la denomina Realismo social y trata temas sobre la problemática de la sociedad española del momento (explotación, el campo, etc.) con un estilo sencillo que pretende llegar a un público amplio. Se pueden reconocer dos corrientes: el objetivismo y el Realismo crítico. El objetivismo presenta la novela como un testimonio de la época y ofrece una visión neutral: el autor no aparece en la obra y se limita a un protagonista o a un personaje colectivo; se concentra en el espacio y el tiempo; y su estructura y estilo son sencillos. Destacan El Jarama (1955), de RAFAEL SÁNCHEZ
TEMA 9. LA RENOVACIÓN NARRATIVA EN LOS AÑOS 60.–
La renovación narrativa de los años 60 se dio a causa de la crítica contra la novela realista de los años 50. Al decaer la novela social de la etapa anterior se trata de experimentar con nuevas formas narrativas. Esto da lugar a una novela compleja, experimental y opaca, de difícil lectura y minoritaria que recibe influencias de novelistas europeos como Kafka y Joyce y de novelistas hispanoamericanos como Cortázar y Gabriel García Márquez. Carácterísticas generales:desaparece el narrador omnisciente; el uso del punto de vista múltiple o perspectivismo; el protagonismo del monólogo interior y el diálogo indirecto libre; la ruptura del orden cronológico; pérdida de la importancia del argumento; cambios estructurales, como la desaparición del capítulo; y por último, se aprecia un enriquecimiento del lenguaje y el uso de diversos registros, de manera que aparecen frecuentes neologismos, extranjerismos, cultismos y coloquialismos mezclados. Además, desaparece la frontera entre prosa y verso y adquieren gran importancia los elementos visuales como las ilustraciones o las tipografías. La renovación se inicia en 1962 con la publicación de Tiempo de silencio, de Luis MARTÍN-SANTOS. Esta obra revoluciónó el ambiente literario por sus innovaciones formales. Con ella se inicia la nueva etapa experimental que se extiende hasta mediados de los años 70.En 1966, Juan GOYTISOLO publica Señas de identidad, obra en la que encontramos nuevas técnicas como cambios en el punto de vista, saltos en el tiempo, diversas personas narrativas, monólogos interiores o secuencias escritas en verso. También en 1966 aparece la obra Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.