Nietzsche: Nihilismo, Transmutación de Valores y la Inocencia del Devenir

El Nihilismo y sus Formas

El nihilismo surge como resultado de la “muerte de Dios” y se caracteriza por la desvalorización de los principios morales, junto con la sensación de falta de propósito y significado en el mundo. Nietzsche identifica tres formas de nihilismo:

  • Nihilismo Reactivo: Se manifiesta como una reacción moral ante los valores aristocráticos, proponiendo su negación. Sin embargo, propone valores propios de la esclavitud que terminan por negar la vida misma. En este sentido, la adoración del Dios cristiano representa una reverencia inconsciente hacia la Nada.
  • Nihilismo Pasivo: Representado por el budismo, es una moral que carece de reacción política y busca enfrentar el sinsentido de la existencia a través de una vida pacífica con poca actividad. Tanto el nihilismo reactivo como el pasivo son expresiones negativas que reflejan una realidad de declive y desprecio hacia la vida. Según Nietzsche, la cultura occidental ha sido influenciada en gran medida por la predominancia de esta moral nihilista.
  • Nihilismo Activo: Implica la demolición de todos los valores y creencias establecidos para luego reemplazarlos con nuevos valores aristocráticos, con el objetivo de crear un nuevo fundamento cultural que promueva la formación de individuos fuertes capaces de afirmar la vida. Este tipo de nihilismo es afirmativo, ya que surge del exceso de fuerzas creativas que anhelan dar forma a una nueva cultura.

Lo Apolíneo y lo Dionisíaco

El término “Dionisíaco” se refiere a la antigua mitología griega, donde Apolo personificaba la luz, la razón, el orden y la armonía, mientras que Dionisio representaba la noche, el frenesí, la embriaguez y la confusión. Nietzsche sostiene que en la antigua Grecia existía un equilibrio entre lo apolíneo, que simboliza el orden, la razón, lo estático y lo superficial, y lo dionisíaco, que encarna lo dinámico, lo vital, el cambio constante y la voluntad de poder. Sin embargo, según Nietzsche, este equilibrio se rompió con la influencia de Sócrates, y la sociedad occidental olvidó el aspecto dionisíaco, lo que condujo a su decadencia, dado que lo apolíneo, al negar la vida, inhibe su vitalidad.

La Transmutación de Valores y el Superhombre

Nietzsche propone la transmutación de valores como la superación de la “moral de esclavos”, que implica abandonar los valores establecidos que niegan la vida y se debilitan ante ella, para adoptar una nueva “moral de señores”. Esta moral cuestiona todos esos valores y crea nuevos, de naturaleza dionisíaca, que elevan al individuo y contribuyen a la formación del superhombre, dotado de una voluntad de poder. Para alcanzar esta última etapa, Nietzsche describe una triple metamorfosis que va desde el camello, que obedece ciegamente y representa la moral de esclavos, hasta el león, que derriba los fundamentos de la cultura occidental y anuncia la “muerte de Dios”. Luego, el león se transforma en niño, un estado de libertad, sin prejuicios y entregado al devenir, que es equivalente al superhombre.

La Inocencia del Devenir

La “inocencia del devenir” es una perspectiva del mundo que abraza de manera positiva el constante cambio y flujo de la realidad, algo que Nietzsche percibe como fundamentalmente distinto a la visión estática mantenida por otros filósofos. Para él, el devenir es “inocente” en el sentido de que es un proceso natural que trasciende las categorías de bien y mal, y por lo tanto debe ser aceptado para no negar la vida. Nietzsche critica intensamente la tendencia de muchos filósofos a rechazar el dinamismo de la realidad en favor de ideas eternas derivadas de la razón, argumentando que ignorar la información sensorial es un error.

Nietzsche frente a Kant

Kant y Nietzsche, dos figuras influyentes en la filosofía, tienen visiones distintas en varios aspectos. Kant destaca la importancia del sujeto en el conocimiento y propone una ética del deber basada en la razón, mientras que Nietzsche enfatiza la sensibilidad y critica la moral impuesta por la sociedad, proponiendo una moral autónoma del superhombre. En antropología, Kant considera al hombre como un compuesto de fenómeno y noúmeno, mientras que Nietzsche rechaza la libertad nouménica, defendiendo la voluntad de poder como camino hacia la libertad. Políticamente, Kant aboga por el liberalismo y la paz perpetua a través de una federación de estados libres, mientras que Nietzsche critica la moral tradicional y la política liberal, promoviendo la idea del “superhombre” que crea sus propios valores más allá de las restricciones convencionales. A pesar de sus diferencias, ambos concuerdan en la importancia de una moral autónoma determinada por el sujeto.

Nietzsche frente a Platón

Nietzsche contrasta y critica la filosofía de Platón, considerándola responsable de la decadencia cultural occidental. Mientras Platón establece un dualismo ontológico entre el mundo sensible e inteligible, Nietzsche rechaza esta dualidad, afirmando la primacía del mundo del devenir. Platón privilegia la razón sobre los sentidos en el conocimiento, buscando la objetividad pura, mientras que Nietzsche defiende el conocimiento sensible y la pluralidad de significados, favoreciendo la metáfora y la expresión artística. En antropología, Platón ve al hombre como una unión entre alma y cuerpo, mientras que Nietzsche niega la existencia de un sujeto y rechaza cualquier noción de permanencia. En moral, Platón adopta un intelectualismo moral que valora los placeres intelectuales sobre los materiales, mientras que Nietzsche critica esta moral por ser contranatural y por contribuir a la decadencia cultural. A pesar de sus diferencias, ambos comparten un estilo literario poético, la defensa del sentido aristocrático de la existencia y la crítica a la democracia y los igualitarismos.

Heráclito y Nietzsche: La Inocencia del Devenir

La conexión entre Heráclito y Nietzsche se enfoca en la noción de la inocencia del devenir. Heráclito, conocido como uno de los primeros filósofos físicos, postulaba que el mundo emanaba de un principio natural, el fuego, y que el cambio constante y la contradicción eran esenciales en la realidad. Nietzsche retoma esta idea al afirmar que el mundo en su devenir es inocente y está más allá de las categorías de bien y mal. Ambos filósofos coinciden en la valoración del cambio y el movimiento, así como en la concepción de que la auténtica realidad reside en la naturaleza cambiante y fluida de las cosas. Además, Nietzsche se inspira en Heráclito para desarrollar conceptos como el eterno retorno de lo mismo, fundamental en su filosofía para entender la inocencia del devenir. En conclusión, la relación entre Heráclito y Nietzsche se basa en la percepción del mundo como un proceso continuo de nacimiento y destrucción, donde el cambio y la apariencia son lo único verdadero.