El Nacionalismo en el País Vasco
El fuero es un uso o costumbre que constituye el derecho consuetudinario, puestos por escrito en la Edad Media, siglo XV, y recogen el ordenamiento jurídico y político de un territorio.
Tras el decreto de Nueva Planta (1716), en que se abolieron los fueros correspondientes a los territorios de la Corona de Aragón, únicamente el País Vasco y Navarra mantenían el régimen foral. Durante el reinado de Fernando VII, liberales y absolutistas luchaban por conseguir el poder. El sistema político liberal estaba controlado por militares y políticos conservadores que pretendían establecer la igualdad de los ciudadanos para formar una centralización; es así como sucedió el resurgimiento del Regionalismo. El nacionalismo vasco surgió con la Ley Abolitoria de los Fueros Vascos (1876) y sufrió una gran división: los partidarios de los conciertos económicos que pertenecían a la burguesía industrial, y los perdedores de la guerra carlista que fueron quienes intentaron recuperar el total de los fueros, para quienes lo esencial era defender “lo vasco”.
El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, se limitó a recoger y dar coherencia a estas ideas: un pueblo “diferente” de razas distintas, recuperar la plena soberanía, la cual significaba la independencia. El lema nacionalista vasco era: “Dios y Ley Vieja”.
En 1896 se fundó el primer Partido Nacionalista Vasco con una declaración antiespañola y con una voluntad de restaurar los fueros. El partido no fue capaz de conseguir nada mientras se mantuvo en la órbita de Arana, por lo que se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguesía más moderna. Fue entonces cuando apareció la tensión interna entre los defensores de la independencia y la autonomía. Urbanos, industriales y con dinero se impusieron en el control del PNV, con De la Sota, y entraron en una línea autonomista. Con la mezcla de ambas posturas, el partido encontró un relativo equilibrio entre una dirección que presionaba a los gobiernos centrales y unas bases independentistas.
El nacionalismo vasco surgido a finales del S. XIX dio en llamarse “bizkaitarrismo”, porque comenzó como un partido vinculado exclusivamente a Bizkaia.
Más tarde incluyó todas las provincias con población vasca. Se basaba en: la raza, la lengua, la ley, el carácter y las costumbres. La única defensa ante el mundo moderno era expresada por Sabino Arana mediante la ruptura con España y la proclamación de la independencia. Junto a este nacionalismo etnicista y ruralista de Arana, surgió el de Ramón de la Sota que intentaba coordinar sus intereses económicos con los de un partido político. La burguesía librecambista y naviera encontró en el nacionalismo vasco el perfecto vehículo para sus ansias autonomistas. La burguesía bilbaína fue durante bastante tiempo su única clientela. Tras la muerte de Sabino Arana en 1906, el PNV celebró su primera asamblea dando testimonio de sus avances como la creación de las Juventudes Vascas, en 1904, y de los primeros batzoki. La revista Euskalduna será el órgano de los pragmáticos de Ramón de la Sota, mientras que Aberri servirá a los intereses de Luis de Arana, defensor y agrarista y antimodernista. En 1910, el PNV sufrirá una escisión separándose el grupo Askatasuna, favorable a un nacionalismo laico y republicano. Esta escisión no pervivirá hasta la Segunda República cuando otro grupo laicista funda Acción Nacionalista Vasca.
Hasta 1918, el nacionalismo fue un fenómeno vizcaíno al que más tarde se incorporó el guipuzcuano. En 1907, se produjo el primer auge del nacionalismo vasco, encabezado por Ángel Zabala. El fin independentista queda a la sombra de una reivindicación de los fueros.
El PNV buscaba apoyo monetario y la burguesía, colaboración con la monarquía. Fruto de esta colaboración será la designación del nacionalista Gregorio Ibarreche, perteneciente al sector de De la Sota.
En 1916, los nacionalistas de De la Sota consiguieron apartar a Luis de Arana de la directiva del PNV. Los buenos negocios de los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) enriquecieron a la burguesía vasca y a De la Sota, quien pasó a ser líder del empresariado vasco. Esta vía moderada fue contestada por Eli Gallastegui, quien siguió manteniendo los valores independentistas, expulsado del partido en 1921.
Los escindidos de Aberri, junto a Luis de Arana, fundaron un partido político que retomaría el nombre de PNV. La caída del régimen propició en 1930 la reconciliación de las dos ramas nacionalistas en un solo partido: el PNV.